Si hay un nombre redondo que sirva para titular un programa de radio, ese es, a mi juicio, Escrito en el aire. Lo mantuvo Radio Nacional de España durante años, hasta que el genuino y singular criterio de uno de sus directores optó por finiquitarlo. Ahora que acaba de morir Ismael Mascarell Cubells (Alzira, Valencia, 1934-Murcia, 2023), me ha venido a la memoria ese título para glosar la trayectoria profesional de uno de los hombres que más hizo por innovar la radio en la Región de Murcia.
Mascarell llegó aquí tras dirigir con éxito la emisora de su ciudad natal, haciéndose cargo de otra que hasta entonces había sido conocida como «la radio de don Arsenio». José Sánchez Franco había fundado Radio Murcia a comienzos de agosto de 1933, en los jardines Recreative de Espinardo. Aquel invento costó 65.000 pesetas y reunió en el acto de su puesta en marcha a lo más granado de la sociedad capitalina. Durante la Guerra Civil, la emisora fue incautada por el Gobierno de la República, para, a la finalización de esta, ser devuelta a sus propietarios. La recibió Arsenio Sánchez Alcarria, ya que su padre y fundador había fallecido un par de meses antes del inicio de la contienda. Radio Murcia EAJ17 se convirtió no solo en la emisora decana de la ciudad, sino, por las características técnicas de aquellas emisiones de la época, en un altavoz de lo murciano en el exterior, ya que sus programas podían ser sintonizados y escuchados también a cientos de kilómetros, muy lejos de los límites provinciales.
La llegada de Ismael Mascarell a Murcia en 1977, en plena Transición, coincidió con la adquisición plena de la emisora por parte de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER). Hasta entonces, esta había funcionado como asociada a la cadena. Su nuevo director pretendió impulsarla e innovarla humana y tecnológicamente desde el primer momento, así como adaptarla a los nuevos tiempos políticos y sociales que se vivían en el país. Aprovechando a muchos de los profesionales históricos de la misma, como los hermanos Juan y Elías Ros, Alfredo Marcili, José Antonio Cuevas, Valentín Contreras, Enrique Ferrer, Maruja Gallardo, Mariano Gómez Olmos, María Adela Díaz Párraga o Felipe Nicolás, entre otros, pero también incorporando savia nueva, como Gerardo Aguilar, Miguel Massotti, Ismael Galiana, Juan Máiquez, Isabel González, Joaquín Boj, Trini Fuentes, Ramón García del Real, Carmen Castelo, Pedro Morata… Tras verse liberalizado de la conexión obligada con los diarios hablados de RNE, puso en antena el primer informativo regional en una emisora privada. Pronto Radio Murcia se situó a la cabeza en los índices de audiencia, con renovados programas y voces refrescantes en el panorama radiofónico murciano. Mascarell, que en su juventud había sido locutor, se convirtió en un magnífico gestor, algo fundamental en una emisora como la que nos ocupa, dando cuerpo a un eficiente equipo comercial e incrementando notablemente los niveles de contratación y facturación publicitaria. Junto a esto, también tuvo la visión de fichar a valiosos profesionales de otros medios, como el caso del periodista deportivo Juan Ignacio de Ibarra, procedente de Radio Juventud, donde su programa y su opinión autorizada eran un auténtico referente de la información futbolística, así como de otras disciplinas del deporte. Pronto se incorporaría a esa parcela José Antonio Ruiz Vivo, con En punta, y, posteriormente, una mujer, María José Alarcón, recibiría el encargo de dirigir otro programa de esa índole que, para dejar claro que nadie la achantaba, tituló Lo que hay que tener.
Mascarell potenció además la radio musical, con la aportación de jóvenes locutores y locutoras a la frecuencia modulada de Los 40 Principales, como Merce Marín, al tiempo que inauguró emisoras en las cabeceras de comarca más significadas, en concreto en Cartagena, Lorca o Yecla. Su muerte, cuando la que dirigió conmemora los 90 años desde su fundación, edad que él hubiera cumplido el próximo febrero, deja tras de sí una trayectoria impecable escrita en el aire y un halo de nostalgia para cuantos vivimos aquellos irrepetibles tiempos de radio, compartiendo el oficio desde otras trincheras pero, a la vez, admirando desde el compañerismo a muchos de los profesionales de los que se rodeó.