Como quiera que tienen graves problemas económicos –y eso que debe ser el país que más ayuda gratis recibe—, la semana pasada salieron a la calle 300.000 indignados israelíes. Lo que ha hecho que, por primera vez en mucho tiempo, los medios informativos hablaran de un conflicto interno y no contra Palestina.
El gobierno israelí ha quedado tocado y tenía que reaccionar. ¿Y cómo reacciona Israel? Como siempre, haciendo pagar, también esta crisis económica, a los palestinos. Porque, con la excusa de que los indignados han pedido, entre otras cuestiones, viviendas, las autoridades israelíes ya han encontrado la solución: Construir 4.300 viviendas en Jerusalén Este, en territorio palestino. O sea que ellos no tienen nunca problemas, ahí están los palestinos para pagar la factura.
Naturalmente, de nuevo, ha habido una condena internacional, que ya saben lo que les importa a los israelíes. Se lo pasan por el arco del triunfo, puesto que no tiene la menor repercusión, y dentro de un mes, todo olvidado de nuevo.
Pero es tanta la cara dura y la desvergüenza que encima se recochinean y deben pensar que el mundo está lleno de idiotas o de yanquis, porque el ministro ultraortodoxo Yishai ha dado razones de pesos: "La gente necesita vivir y no hay espacio en Rehavia o Nahlaot [barrios en Jerusalén occidental], construimos donde podemos". Y se ha quedado tan fresco. Así es que, cuidado, no vaya a ser que se les acabe el sitio en Palestina y sigan ampliando Israel, construyendo en otros países, que todo podría ser.
En fin, otra ignominia de este Estado provocador y asesino, que ha convertido al pueblo palestino en un pueblo esclavizado y sin derechos. Está claro que el gobierno israelí en vez de invertir en paz, lo hace en ocupación, extorsión y asesinatos.
Salud y República