Un número aún pequeño, pero creciente, de israelíes judíos opta por no circuncidar a sus hijos, en una clara ruptura con la asentada tradición milenaria, lo que les sitúa fuera del estatus social de la identidad judía y les enfrenta con sus familias.
En el país no existen datos oficiales sobre el alcance del "Brit Milá", nombre hebreo que recibe la circuncisión judía, efectuada por cientos de rabinos ultra-ortodoxos llamados "mohelim" en el octavo día del nacimiento del niño varón.
Según una encuesta, un 97 por ciento de israelíes judíos ha quitado o quitaría el prepucio a sus descendientes en esta ceremonia tradicional. En un 78 por ciento de los casos, por considerarlo una tradición judía básica; en un 13 por ciento por motivos sanitarios; y en un 9 porque "todos lo hacen" o para evitar que el niño sufra vergüenza por ser "distinto" a los demás.