Hoy salimos desde el Post Hostel de Tel Aviv con el vehículo que nos viene a buscar y que nos llevará a las puertas del Palacio de Massada. La fortaleza fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001.
Atravesamos el Desierto de Judea, pasando por el río Jordan, tocando frontera con Jordania. Descendemos hasta 417 metros bajo el nivel del mar. Vemos algunos camellos y ónix, además de rebaños de cabras.
Nos acercamos a las Montañas de Qumrán, donde se encontraron los famosos manuscritos del Mar Muerto expuestos en el Museo de Israel en Tel Aviv y que visitaremos mañana.
Antes de subir en el teleférico que nos lleva a la gran Fortaleza de Herodes en Masada, vemos un video del lugar arqueológico que vamos a visitar y que explica el asedio de los romanos a los zelotes, una tribu judía que se defendió heroicamente.
En tres minutos ascendemos unos 600 metros con el teleférico. Situada en una gran meseta tectónica, la fortaleza es impresionante. La guía que nos acompaña nos explica en cada asentamiento cómo era la vida en aquella época, el Palacete, las viviendas, los cuarteles, los baños, las sinagoga, las cisternas de agua...
Al fondo podemos vislumbrar a unos 5km el Mar Muerto, bajo una neblina de vaporización por el calor, pues aunque es temprano, hace un sol de justicia.
Bajamos por los miradores que hay a distintos niveles para apreciar las vistas del desierto que son magníficas. Desde aquí vemos el famoso Camino de la Serpiente en forma de zig-zag de unos 5 km y que algunos prefieren subirlo en lugar del teleférico.
A medio día podemos acceder a una de las playas, la Kalia Beach, que dispone de bar chill-out, asientos, vestidores y duchas.
Nos embadurnamos de barro, pues las propiedades del lodo que encontramos aquí son muy beneficiosas para la piel.
Después de unos veinte minutos nos bañamos sobre el ansiado Mar Muerto, pues por su alta salinidad hace que uno flote. Una experiencia única.