Nacido en 1949 en el seno de una familia acomodada, Issei Sagawa estuvo a punto de morir al nacer. Tuvo una educación estricta y estuvo muy sobreprotegido por sus progenitores. Creció junto a su hermano y tuvieron una feliz infancia. Sin embargo, Issei era un niño enormentente acomplejado, fruto de su delgadez y baja estatura. Según su propia versión, jugaba a un extraño juego con su tío, que le ataba junto a su hermano, colocándolos dentro de una olla, mientras representaba a un caníbal que quería comérselos. Al parecer, este juego tuvo un fuerte impacto en su vida. En la edad adulta se sentía rechazado por las mujeres y tenía obsesión por las mujeres occidentales altas, de cabello rubio y ojos claros, además de un enorme deseo de probar su carne. Sólamente faltaba una señal para que se cumpliera su deseo, hasta que ese aviso llegó. En 1972, una joven modelo alemana se instaló en el vecindario de Issei, en Tokio. Una noche se coló en su casa por la ventana, “armado” con un paraguas y ocultando su rostro tras una máscara de Frankenstein. Quiso asaltarla mientras ella dormía en la cama pero justo antes del ataque la chica se despertó sobresaltada y chillando. Él quiso escapar, pero la modelo pudo reducirlo sin problema ya que Issei, de 1’48 m. de altura no pudo hacer nada contra la envergadura de la joven. Fue detenido por intento de violación, aunque la denuncia y los cargos fueron retirados a causa del pago que hizo el padre de Sagawa a la víctima. Sin embargo, su progenitor quiso que fuera visitado por un psiquiatra, el cual dictaminó que Issei era ‘extremadamente peligroso’. No se hizo nada al respecto y en 1977 se marchó a estudiar literatura a la Universidad de la Sorbona, en París, donde tiempo después conoció a su futura víctima. Cuando vio por primera vez a la joven, alta y esbelta holandesa Renée Hartevelt, de 25 años de edad, se obsesionó con ella. Se hicieron amigos, sin poder sospechar ellla en ningún momento quién era realmente Issei. Él era amable, tímido y en absoluto nadie podía imaginar el terrible depredador que se escondía tras esa inocente apariencia. Su plan se cocinaba a fuego lento en su cabeza. Una vez reunidos todos los ingredientes y en su punto justo de ebullición, invitó a su víctima a cenar en su apartamento con la excusa de que le tradujera unos poemas de literatura alemana que tanto les fascinaba a los dos. Renée se encontraba sentada frente al escritorio, relatando un poema al mismo tiempo que lo traducía al francés, tal y como le había pedido su amigo Issei. El japonés, acercándose a la joven por detrás con sigilo, empuñando un rifle del calibre 22 y apuntando a su nuca, disparó. Una vez muerta practicó sexo con su cuerpo y comió trozos de sus partes blandas. Dos días después, la noche del 13 de junio de 1981, el pequeño hombre japonés salía de su portal de la calle Erlanger con dos pesadas maletas. Un taxi lo conduciría al parque conocido como ‘Bosque de Bolonia’. Una vez allí, anduvo un rato arrastrando el particular equipaje que abandonaría cerca del lago que bañaba una zona del parque. Un rato después se oyeron gritos. Un cocktail de sonidos de asombro, repugnancia y horror inundaron el ambiente del gran parque, al descubrir unos curiosos transeúntes lo que contenían las maletas: diversas partes de un cuerpo humano. El aviso a la policía no se hizo esperar y la detención de Issei Sagawa, tampoco. Cuando los investigadores ingresaron en el domicilio descubrieron con horror restos de la víctima en el frigorífico y también en un plato restos de carne humana condimentada, además de un cassette que contenía el audio del crimen, y fotografías tomadas por el asesino del cuerpo amputado. Sagawa no fue nunca juzgado. Un año después, los informes psiquiátricos aludieron inestabilidad mental y fue puesto en libertad treinta y cuatro meses después de su detención. Se le trasladó a Japón y una vez allí fue internado en un hospital psiquiátrico. Ocho meses después fue dado de alta, recuperando la libertad absoluta. A mediados de los años ochenta, Issei escribió varios libros cuyos argumentos giran en torno al crimen cometido y sus obsesiones caníbales, lo que le convirtieron en una figura muy popular y mediática, paseándose por los platós televisivos de Japón, traspasando todos lo límites de la ética y la moral. Además se convirtió en actor porno, escogiendo en sus películas a actrices occidentales. Las últimas noticias que se tienen de él es que vive sólo y tras una identidad falsa en las afueras de Tokio, en total libertad, sin ningún tipo de control psiquiátrico ni judicial. Sus gustos han cambiado. Ahora prefiere las mujeres orientales, y aunque afirma que no volvería a cometer ningún crimen, cuando ve las piernas de alguna mujer japonesa, le apetecería comérselas.