Revista Comunicación
El ya clásico relato de terror del escritor Stephen King ha recibido un homenaje, y por todo lo alto.En estos tiempos en los que abundan los remakes de viejos clásicos, parece que hay una luz al final del túnel, y yo no las tenía todas conmigo al acudir al pase de prensa, pero hay veces que la vida te da sorpresas, y ésta es una de ellas.
Creo que todos recordamos con cierta nostalgia aquel telefilm que adaptó el libro en el año 1990, dirigida por Tommy Lee Wallace, y en el que Tim Curry encarnó al maligno payaso que nos acojonó a todos, sin excepción. Aunque la verdad es que no dejaba de notarse las carencias, en especial las de presupuesto que aquella cinta tenía. Editada como película para televisión, se podría decir que hoy día la hubiéramos tratado como una miniserie, y la cual, sé que pasó al salón de los clásicos del terror.
Andrés Muschietti (Mamá) ha tomado las riendas de la dirección de esta nueva adaptación, pero sabiendo cómo manejar los tiempos y, en especial, cómo describir y definir a sus personajes, así como las localizaciones. El pueblo de Derry, pasa de ser el agradable sitio tranquilo en el que pasar un verano, a un pequeño infierno por el que pasea la criatura nacida de nuestras pesadillas.
Desde el comienzo las cartas se ponen sobre la mesa, y nos dan a entender que lo que vamos a ver es la versión más dura y pura de lo que nos quisieron mostrar en la extensa novela de King, y en la que no hay lugar para uan versión descafeinada, sino todo lo contrario. La crudeza y violencia de la película es precisamente su punto fuerte. Se acabó lo políticamente correcto.
La acción se desarrolla a finales de los años 80´ con lo cual nos quitamos el factor niños enganchados a teléfonos móviles y demás parafernalia a la que estamos acostumbrados, y una vez más, volvemos a remememorar inconscientemente aquellas películas de la década. Y curiosamente al llegar a los créditos finales, tenemos la extraña sensación de que hemos presenciado la película de Los Goonies con la calificación de dos rombos. Una fantástica aventura en la que también disfrutaremos de las actuaciones sobresalientes del elenco de actores jóvenes como Jaeden Lieberher (Masters of Sex), Jack Dylan Glazer (Cuentos de Halloween), Jeremy Ray Taylor (Ant-Man)y Finn Wolfhard (Stranger Things), Wyatt Oleff (Guardianes de la Galaxia), y una mención especial a Sophia Lillis (The Garden). Todos muestran una increíble química entre ellos, y hacen que el Club de los Perdedores brille con luz propia.
Bill Skarsgard es el encargado de dar vida a Pennywise, el terrorífico payaso que se alimenta tanto de los miedos más profundos de los niños, como de su propia carne. Es cierto que en esta ocasión cualquier interpretación más o menos brillante sería eclipsada por el maquillaje al que es sometido el actor, pero consigue en cierto modo hipnotizar al espectador con esas mirada penetrante que tanto recuerda a aquellas pesadillas que nos produjo la historia en la pantalla a principios de los 90´. Aunque comprar ambas no tendría sentido, ya que en esta ocasión consigue que olvidemos todo lo que hemos conocido hasta ahora, y nos abre una nueva puerta al terror más puro, el de la vieja escuela. Otro punto meritorio de aplauso es no haber caído en la trampa de los digitales en exceso, ya que está demostrado que la forma más cruda de terror, es aquel más artesano.
Y ya que estamos derrochando nostalgia, no podemos pasar por alto su banda sonora, ya que parece que Hollywood siempre ha sabido apreciar en este tipo de cintas la buena música de la época, y pese que en ocasiones se abusa demasiado de ésta para advertir de lo que está por venir, se suele solventar con bastante estilo y buen gusto -entíendase-. Y es que se aprovecha la tecnología Dolby Atmos, que en ocasiones no te deja despegarte de la butaca esperando que nos vuelvan a dar otra oleada de agobio y casquería.
En conclusión: hacía mucho que no salía tan contento de una sala de cine. Lo único que puedo recomendar es que, a poder ser, podáis disfrutar de esta joya en su versión original, ya que todo lo que rodea al mundo de IT, es degustable. Un oasis en un género que no es para nada de mis preferidos, pero que ha conseguido que me ría y ahonde en los miedos más irracionales.
Lo mejor: La libertad de mostrar la violencia sin tapujos, y en especial todos los personajes.
Lo peor: El abuso de la música de tensión.
Puntuación: 9/10
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