En poco tiempo, como parece normal, han surgido muchas interpretaciones sobre los resultados de las elecciones italianas. Hay quien habla de victoria de Berlusconi. Sin embargo, otros dicen que la izquierda se mantiene. Eso sobre los dos grandes partidos.
Berlusconi ha perdido votos. Bastantes. En las últimas elecciones, las generales de 2008 el partido de Berlusconi Il Partito della Libertà sacaba cuatro puntos al Partito Democratico, (37,4 por 33.2) mientras que en las elecciones regionales, recién celebradas, tienen prácticamente el mismo porcentaje (26,8 por 26,1). Y como se puede ver ambos han tenido una gran bajada de votos. Los dos grandes partidos han sufrido una debacle. Por lo tanto la izquierda ha fracasado, pero Berlusconi también.
Y entonces, ¿qué ha ocurrido? Lo que ha sucedido es que ha ganado la abstención (ocho puntos) y el partido de La Lega Nord --ha multiplicado por 3,5 los resultados de las últimas regionales— y, en menor medida, el de Italia dei Valori, del ex-juez Di Pietro (aquel que se compara con Garzón) --que ha casi doblado los resultados de las anteriores regionales--; los demás partidos han tenido resultados de menor cuantía. Por lo tanto se puede concluir con estas dos aseveraciones:
- Hay dos ganadores: La Lega del Nord y la abstención.
- El Partido Demócrata no ha sabido aprovechar la desafección que ha sufrido Berlusconi por parte de los electores.
Total que se ha desdibujado en parte el bipartidismo, en aras de una gran abstención y del resurgimiento de un partido xenófobo declarado como es La Lega.
Desde luego no es para alegrarse por el hecho de que Berlusconi no haya ganado, casi ha sido peor el remedio que la enfermedad. Si Berlusconi representa el populismo, el golfismo y sus intereses personales, Bossi, líder de la Lega, representa el independentismo del Norte de Italia –recordemos sus afanes por hacer de esa zona italiana una nación llamada Padania— y, lo que es grave, la persecución de los inmigrantes y el apoyo insolidario a la Italia rica.
Si a lo anterior sumamos la desafección que significa un ocho por ciento más en la abstención, no podemos por menos que decir que Italia va a la deriva, sin rumbo.
Todavía hoy, algunos añoramos esa Italia de los sesenta y setenta que representaba un espejo para nosotros en la transición, y que hoy ha quedado hecha unos zorros. Y no echemos la culpa al populismo de Berlusconi. La izquierda italiana se ha quedado sin respuesta y sin encontrar quién la pueda guiar por el camino correcto. Hoy, con todo lo ocurrido con el Cavaliere, en los últimos tiempos, que no haya sido capaz de levantar la cabeza, es para entonar el mea culpa, sin complejos y sin excusas. Y mientras tanto los tiburones destrozando a Italia a dentelladas. ¡Qué desastre!
Salud y República