IV Tertulia de los Libris, aclamaban los leyendos, mientras las realidades vomitaban sobre las ilusiones creadas. La pesadumbre se estaba adueñando de las mentes inquietas, mientras soplaba un viento fino en dirección a Torrejón. El Duque de la Teruélida y Lord Pascualín se dejaron llevar por la corriente y allí aparecieron, dispuestos al debate, el análisis y la reflexión. En el destino esperaban Sir Charles Lomlarck y un abotargado Mesié Condemore, que deshacíase en gestos inquietos a causa de la lejanía de su coche y su garaje respectivamente. Esta razón, aparentemente menor, fue la desencadenante de un giro dramático en los acontecimientos futuros, pues al desplazar todos nuestros cuerpos hacia la aislada zona del Soto para anidar su Ford Fiesta, el tiempo empezó a jugar en nuestra contra, y atemorizados por su amenaza, hicimos campaña literaria en un lugar destinado a cualquier efecto menos a ese.
La soledad nos acompañó, y esa era una de las pocas buenas bazas que tuvimos. Lord Pascualín repartió unos sobres, en los cuales se encontraba un guion, el cual incluía una bienvenida a los asistentes y el orden del día; libros leídos, y sugerencias de comentarios y por donde debería discurrir la tertulia. La idea fue aceptablemente recibida.
Pimp, recibió los halagos de todos los componentes de PL, siendo un tema recurrente y prolongado durante un buen tiempo posterior a su lectura.
Sin noticias de Gurb, sin embargo, recibió más latigazos que otra cosa, y se habló mayormente de la sorpresa que causaba el éxito de esta novela, sin menoscabo de que sea entretenida, que lo es.
El origen de la atracción sexual humana dio precisamente origen a un debate acerca de si se debía considerar este escrito un ensayo, o no. La explicación de Sir Charles Lomlarck de por qué no lo consideraba un ensayo era que no aportaba las suficientes conclusiones, matizaciones y desarrollo del propio autor del escrito. Tiene sentido.
El príncipe nos hizo debatir sobre la política en general. Y también llegamos a la conclusión de que ahora sí se estaba tratando de un ensayo, quizás el primero en cuanto a política se refiere.
Marchamos y de camino paramos en el bar de los jubilados, donde para nuestra rabia comprobamos que allí teníamos todo lo que se puede soñar para realizar en plenitud las sesiones de tertulia de los Libris, a saber:
- Ancianos sedados que no dan voces (exceptuamos los jugadores de dominó)
- Multitud de sillas y mesas vacías, algunas de ellas de amplia extensión.
- Pequeña biblioteca disponible y ordenadores personales
- Ambiente adecuado, gatos rondando y niños excluidos del interior.
Es de mencionar también que el viejoven que regenta la barra del local acostumbra a amenizar las veladas con música rock. En su contra, por otra parte, hay que reprocharle el excesivo intervencionismo en conversación ajena y la poca aportación, ya que se pone, en dicha intervención. Finalmente, el Libri de oro fue otorgado a Pimp, propuesto por Sir Charles Lomlarck.