¿A qué tanto interés ahora?
Resulta cuanto menos curioso que, siendo el IVA de caja una petición empresarial que lleva lustros exigiéndose, ahora todo haya dado un giro tan extraño.
Recordemos que lo del IVA de caja tiene por objetivo que un empresario no tenga que pagar el IVA mientras la factura no haya sido cobrada, algo bastante justo puesto que una cosa es que los empresarios actuemos como recaudadores gratuitamente para Hacienda y otra que, encima, tengamos que pagar los impuestos de otros para satisfacer las ansias de Hacienda.
Años y años pidiéndolo y finalmente el Gobierno dice que nos lo va a dar, que podremos elegir entre el criterio del devengo de toda la vida y el criterio de caja. Sin duda una buena noticia… ¿o no?
El anuncio fue rotundo, a bombo y platillo… ya nadie tendría que pagar el IVA de una factura no cobrada, pero luego empezaron a sacarse condiciones de debajo de la manga, cada semana nos sorprendían con alguna limitación o una nueva obligación. Resultado: el desencanto del empresariado y que casi nadie se acogió en plazo al IVA de caja.
Ante tal fracaso, Hacienda alargó el plazo hasta el 31 de marzo de 2014, pero a fecha de hoy parece ser que la gente sigue sin animarse demasiado y Hacienda ha decidido hacer campaña en favor del IVA de caja y sus múltiples bondades enviando cartas a diestro y siniestro —a más de 300.000 contribuyentes— recordando lo bueno de su generosa oferta.
¿Dónde está la lógica de todo esto? Hacienda nunca ha querido hacerlo porque está claro que, a priori, no le beneficia en nada el hecho de demorar el cobro del IVA, entonces… ¿a qué tanto interés ahora? Parece claro que si tanto interés ponen es porque no es una medida que beneficie a los empresarios por mucho que nos digan lo contrario. Sigue siendo un regalo envenenado que nadie debería aceptar.
Ramón Cerdá