El lente y la crónica_________________
Lo contó el fotógrafo cubano para la historia y el recuerdo a su paisano y escritor Eliseo Alberto de Diego García Marruz (LICHI), que ahora está muerto.
LICHI vivió desterrado en México desde 1988 hasta su muerte ocurrida en 2011, pero estuvo a tiempo de encontrarse con su paisano Iván y armar la historia de sus fotos a José Lezama Lima.
De aquel encuentro, Eliseo "Lichi" hilvanó una magistral crónica que le dedicó a Ivan: "El día que Iván Cañas fue a visitarlo (a Lezama), cámara en mano, el autor de "Paradiso" acababa de cumplir 59 años". Eliseo también sucumbió con 59."Las cuarenta fotografías que Iván Cañas tomó al poeta José Lezama Lima, a lo largo y hondo de dos caminatas habaneras (verano de 1969, primavera de 1970), tuvieron que esperar cuarenta años para encontrar las paredes de la Galería Central del recinto Wolfson del Miami Dade College (edificio 1, 3er piso, salón 1365) y sólo desde allí, desde esa ventana pública, abierta a la comunidad cubana en el exilio, presentarnos a un José (Lezama) de cuerpo entero", relató Eliseo Alberto.
Si crónica no podía ser más certera: "El día que Iván Cañas fue a visitarlo, cámara en mano, el autor de "Paradiso" acababa de cumplir 59 años, llevaba cinco de casado con María Luisa Bautista, vivía en su casa de siempre, ahora en profundo ostracismo, y ya cargaba con unas 350 libras de peso. El asma lo minaba pero no podía ni quería renunciar a sus habanos de la marca Hoyo de Monterrey, de seis pulgadas. La obstinación y la risa, bien mezcladas, producen resultados sorprendentes: obstinado, risueño, Lezama se las arreglaba para restarle dramatismo a su mala suerte".
"Paradiso" había sido publicada tres años antes, en 1966, pero prontamente encontró la censura, y Lezama, la marginación.
Escribe Eliseo Alberto: "Al considerarlo “pequeño burgués”, “elitista”, “extravagante” y “homosexual”, en severo juicio nunca reconocido, Lezama fue confinado a la mazmorra del desprecio. No fue a la cárcel ni a una granja de rehabilitación: lo mandaron al olvido. Obstinado y risueño, el poeta de Enemigo rumor se refugió en su casa, entre sus libros, tras sus lecturas, pero tuvo la precaución de dejar la puerta sin cerrojo, abierta a todo aquel que quisiera visitarlo. En el bolsillo, su habano de seis pulgadas esperaba ser encendido en el mejor momento de la próxima conversación".
La crónica de Lichi es puntual y precisa: "Una de esas tardes, llegó el pintor Raúl Martínez en compañía de un joven fotógrafo, también músico, vocalista de uno de los cuartetos más queridos por la muchachada de aquellos años (Los Cañas). Querían mostrarle al Maestro la maqueta de un libro de fotografías que, publicado trece años después (El cubano se ofrece, 1982), habría de virar al revés el imaginario de la Revolución al prescindir del discurso político y centrar su atención en el paisaje solitario e irrepetible de un sujeto individual, hombre a hombre, cara a cara. Lezama debe haber quedado gratamente impresionado por el trabajo de aquel artista de apenas 22 años, inquieto, nervioso, casi tartamudo, de ojos trasparentes". Ese era Iván Cañas.
Eliseo Jr. armó la historia antes de morir, aunque la historia viva sigue siendo Iván: "Contra su natural retraimiento, (Lezama) aceptó participar en una sesión de fotos y así dejarse atrapar por el lente de una cámara —la del joven Iván Cañas—Una buena ocasión para encender su habano de seis pulgadas".
Así se lo contó a Eliseo Alberto y así lo recuerda Iván: “Las imágenes de mi exposición Lezama inédito fueron hechas entre 1969 y 1970, en la casa del poeta y en un recorrido que abarcó el Paseo del Prado y el Museo de Artes Decorativas de La Habana. Lo que más impresionaba era su extraordinaria memoria y dominio del idioma, que manejaba de una manera natural: él estaba en su ‘reinado’ y mostraba una humildad cortés".
¿COMO ERA LEZAMA?
Cuarenta años después, Iván Cañas guarda el recuerdo lúcido de José Lezama Lima ante su lente. Lo tuvo literalmente en sus manos.
Por eso Ivan le habló con responsable precisión a Eliseo el día en que tal vez también exhalando humo, reconstruyeron esta historia: Lezama "era un hombre reposado, acorde con su estatura y su volumen. Escribía a mano y sentado en una tabla que apoyaba en un sillón”.
Entre todas las fotos que le hizo, Iván Cañas confesó preferir la que tituló “El tamaño de una carcajada” (Lezama riendo) Y la describe así: “en medio de la soledad, el escritor no había olvidado celebrar la visita de un amigo”.
Paradójicamente, Eliseo está ahora muerto, pero la tarde lezamiana que vivió una día de La Habana la sensatez de un fotógrafo veinteañero, está viva en la memoria de Iván Cañas todavía, como para seguir hurgando en el pasado maravilloso de las historias y los recuerdos.
POSTDATA: Eliseo Alberto de Diego García Marruz (Lichi), nacido en Arroyo Naranjo, La Habana, Cuba, en 1951, murió en 2011, en Mexico, por una complicación cardiaca surgida tras un trasplante de riñón. "Cercano, jaranero, jodedor en cubano, ese era Lichi, al que recordaré sentado en la mesa de casa y contándonos unas historias maravillosas, corrompiéndonos de alegría y risa. Era la broma más feliz del mundo". Así lo describió para EL PAÍS el pintor cubano Waldo Saavedra.