Izquierda-Iphone: la antítesis ilusoria

Antes de que todo esto suene a justificación, vaya por delante que yo no gasto Iphone (de hecho llevo sin comprar un teléfono móvil desde hace 8 años, entre reciclados y ofertas), pero muchos amigos sí, amigos obreros y trabajadores (algunos desde los 16 años; más de media vida), por ello, y por lo absurdo del cliché ideológico que la derecha, neoliberal o fascista, no se cansa de repetir, esto es, izquierda-Iphone, o que si eres de izquierdas (socialista, comunista, anarquista, si quiera socialdemócrata) no puedes tener un Iphone, me he espetado a mí mismo a dedicarle un veneno sabático al tema.

Es obvio que el cliché izquierda-Iphone nace, a partes iguales, tanto de los prejuicios y la falta de cultura de la derecha rancia y montaraz, como de su pobreza dialéctica: ¿cómo de otro modo se entiende que se identifique izquierda con pobreza? En ningún texto clásico o contemporáneo del marxismo o el anarquismo (en sentido amplio) se dice que el comercio debe ser abolido o que la izquierda deba ser pobre; es más: anarquistas como Lysander Spooner fueron empresarios.

El problema es el siguiente: cuando una alternativa al capitalismo neoliberal surge, los gobiernos capitalistas, con Estados Unidos a la cabeza, pierden el culo por imponer embargos y negarse al mero negocio, a la empresa. Si se diera un proceso de control de los medios de producción en Apple, los Iphone podrían ser comerciados por un ente político de izquierdas; y en Cuba se podrían fabricar buenos smartphone si no existiera el embargo. La URSS fue una vanguardia tecnológica: no solo pusieron el primer satélite en órbita, sino que comerciaron el primer teléfono móvil en 1963, y, oh, gran sorpresa desarrollaron videojuegos de éxito mundial como, nada más y nada menos que Tetris, y otros tantos menos conocidos y exitosos. ¿Tiene sentido, a vista de esto, el cliché izquierda-Iphone?

No, el bobo e irreal oxímoron izquierda-Iphone carece de sentido. La izquierda no es enemiga de la tecnología, ni tampoco de la riqueza. Es más: la riqueza se desea para todos: todos deberíamos tener un Iphone. El problema es que el neoliberalismo quiere que esa riqueza sea súbita y desproporcionada, aunque sea a costa de apoyar dictaduras fascistas o comunistas (como hicieron los Chicago Boys de Milton Friedman en Chile o él mismo en China), a través de las cuales se asegurarán las reformas necesarias, a costa de los derechos laborales y humanos, con los cuales las grandes corporaciones puedan lucrarse Ad líbitum y Ad infinitum.

Pero existen más absurdeces en el paleto cliché izquierda-Iphone.

Por ejemplo, que por defender un modelo económico, social y político que se opone a que el poder se concentre en manos de una élite económica y su apéndice politico títere, debas extraerte de dicha sociedad cuando has nacido en ella y, por enculturación, no tengas otra alternativa. Es como argumentar que para iniciar la revolución solo puedo utilizar una lanza de madera calentada al fuego, cuan neandertal, y no un AK47 (soviético, por cierto): ¿importa algo que en vez de Coca-Cola beba Pepsi-Cola, Fanta, Kas, 7 Up o cualquier de las marcas de ginger ale? Es como decirle a Marhuenda (católico) que no puede usar condón si su mujer ha pillado una infección de orina o una enfermedad venérea, o que Eduardo Inda (neoliberal) no puede apreciar el valor artístico e histórico de El acorazado Potemkin, una película (soviética, por cierto) considerada obra maestra.

Pero hay más en el oligofrénico cliché izquierda-Iphone.

¿Por qué no se dice lo mismo con otros productos más caros? Teniendo en cuenta que con lo que se gasta un fumador (de un paquete diario) al año podría comprarse casi tres iphone 5, ¿por qué no se le echa en cara a la izquierda que fume, que contribuya a los beneficios de las tabacaleras con 1500 € al año, más o menos? ¿Es más de izquierdas Samsung que Apple? Por eso, el cliché izquierda-Iphone es una falacia: no es racional y obedece a varios sesgos cognitivos y falacias formales; a saber: sesgo de confirmación, sesgo de falso consenso, argumento Ad lógicam, desviación de la atención, muestra sesgada y varias más, pero, sobre todo, la falacia de la verdad a medias. Eso es lo que no se dice cuando sale a relucir el cansino izquierda-Iphone.

Podría vestir con harapos y cartones, como también podría invertir menos en cine, libros, música o videojuegos, pero, sin duda, ello me haría más tonto de lo que soy ya por fumar. Y, además, más inculto. Pero lo que no se debe olvidar es que compre donde compre reside la explotación, la apropiación de la fuerza de trabajo de una persona (sea por una empresa o un Estado), esa forma de prostitución existencial no solo permitida sino también alabada. Compre donde compre, incluso en un sistema de izquierdas (la cursiva es mía).

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