Revista Opinión

Jabón casero para piel grasa

Publicado el 17 junio 2018 por Carlosgu82

Hoy vamos a aprender a hacer un jabón casero para piel grasa, con acné y poros dilatados. Ante todo, quiero recordaros las medidas de seguridad cuando hagamos este jabón, si es la primera vez que vas a hacer jabón casero, por favor, lee antes el artículo en el que te explicaba cómo hacer jabón básico con aceite de oliva reciclado, porque aunque ahora los ingredientes van a ser totalmente distintos, el proceso y las medidas de seguridad serán las mismas. Vamos a ver los ingredientes para nuestro jabón casero para piel grasa. Pondré las medidas para hacer un kilo de jabón, que es una cantidad bastante grande, pero ya sabéis que para hacer menos cantidad simplemente tenéis que dividir los ingredientes entre dos, para hacer medio kilo, o entre cuatro, para hacer un par de pastillas de 125 gramos, que es un tamaño bastante manejable para vuestro jabón.

También deciros que los aromas serán completamente naturales. Al ser un jabón para el rostro he querido que primen las propiedades antes que el aspecto o el aroma, lo cual no quiere decir que el olor final no sea agradable, sino simplemente, que no es sintético, como el de la mayoría de jabones que compramos. El que sea así es altamente beneficioso para nuestra piel, y nos evitará cualquier problema de irritaciones, tan frecuentes en la piel con acné. Pasemos a ver los ingredientes.

  • Agua destilada 223 gramos
  • Sosa caústica 91 gramos
  • Aceite de oliva  451 gramos
  • Aceite de coco 188 gramos
  • Aceite de pepita de uva 38 gramos
  • Un puñado de hojas de romero
  • Un puñado de hojas de laurel
  • Aceite esencial de árbol de té.
  • Opcional: unas gotas de aceite de romero y/o de aceite de laurel.
  • Medidas de seguridad: guantes, mascarilla, gafas protectoras.
  • Batidora de mano. Cuencos para hacer la mezcla bien de plástico duro (del que resiste altas temperaturas, o bien de cristal).

Si somos previsoras y tenemos tiempo para ello, una semana o quince días antes de hacer nuestro jabón, pondremos a macerar el aceite de oliva que vamos a utilizar con un puñado de hojas de romero y otro de hojas de laurel (luego necesitaremos un par de puñados más). Si no te resulta posible realizar este paso, o tienes prisa por hacer ya mismo tu jabón, no te preocupes, puedes hacerlo igualmente. Simplemente sigue los siguientes pasos ignorando el de la maceración.

Pondremos a cocer el agua destilada con el puñado de hojas de laurel y otro puñado de hojas de romero, como si estuviésemos haciendo una infusión. Ten en cuenta que al hacer la infusión es posible que se evapore parte del agua, y que luego necesitarás 223 gramos para tu receta. Si te das cuenta hablo siempre en gramos porque así es como debemos pesar los ingredientes en nuestra báscula de cocina. Procura que estas medidas sean exactas, ya que están medidas con una calculadora de saponificación para que tengas un resultado perfecto, y cualquier variación de las mismas, puede alterar el resultado final.

Cuando tengamos hecha nuestra infusión con el laurel y el romero, procederemos a pesar la cantidad exacta que vamos a necesitar y luego enfriarla y congelarla antes de mezclarla con la sosa. El motivo es muy simple. Al mezclar el agua con la sosa, esta sube mucho de temperatura (unos 80 grados) y no queremos que esa mezcla queme nuestra infusión y pierda propiedades. Aunque solo esté parcialmente congelada, te aconsejo que no te pases ese paso. Nos costará un poco más de tiempo que se disuelva con la sosa, pero realmente merece la pena. Recuerda siempre añadir la sosa al agua (congelada o no). Nunca al revés. Esto es fundamental para que no salpique y no tengamos ningún accidente. Recuerda que estamos provocando una reacción química, y tenemos que tener precauciones, especialmente si somos novatos en esto de hacer jabón. Una vez tengamos lista nuestra lejía (es decir, la mezcla de nuestra infusión con la sosa caústica ya disuelta) procederemos a preparar nuestros aceites.

Mezclaremos los aceites de coco y oliva en un recipiente, dejando el de pepita de uva aparte para añadirlo al final. (Si no puedes conseguir aceite de pepita de uva, simplemente suma esos gramos al de aceite de oliva que serían entonces 489 gramos, y en ese caso, no hace falta que reserves nada de aceite para el final.) En esta época del año, verano, es muy probable que tu aceite de coco esté líquido. Si no es así, puedes calentarlo ligeramente al baño maría o en el microondas, pero solo lo justo para que cambie su estado a líquido. Una vez lista esta mezcla, añadiremos la mezcla de sosa con la infusión (que estará bien disuelta, no lo olvides) a los aceites. Y comenzaremos a remover. Se puede acelerar el proceso con una batidora de mano (si lo hacemos con batidora nos llevará unos minutos. Manualmente, el proceso de puede alargar una hora). Verás entonces que la mezcla empieza a cambiar de color y adquiere la consistencia de natillas o mahonesa. Eso significa que ya tienes la traza, y ha llegado el momento de añadirle el aceite de pepita de uva (si no lo conseguiste o no has podido comprarlo, recuerda que simplemente aumentarías esos gramos en el aceite de oliva del principio y ahora no tendrías que añadirlo). También añadiremos ahora la arcilla verde, y volveremos a batir unos segundos para integrar todo bien. Por último, añadiremos unas gotas de aceite esencial de árbol de té. Si además queremos añadir aceite de romero o de laurel, ahora sería el momento. En total, añadiremos entre 3% a un 5% de aceites esenciales del peso total de nuestros aceites. Es decir, si en esta receta nuestros aceites suman 677 gramos en total, de aceites esenciales añadiremos entre 20 y 33 gramos, bien de aceite de árbol de té, o bien una mezcla de los 3. El más fundamental para mí es el aceite de árbol de té, por sus muchas propiedades antibacterianas, por eso he puesto como opcionales los otros dos, así que sin duda añadiría ese como el principal y en mayor cantidad, aunque tengas los otros.

Una vez añadidos los aceites, ya podremos poner nuestra mezcla en un molde de silicona, cartón de leche o zumo reciclado, etc., y a las 24 o 48 horas, podremos desenmoldar y cortar nuestros jabones (si hemos usado un molde en barra) en el tamaño que más nos guste, y esperar su maduración en un lugar fresco y ventilado, lejos de la luz directa del sol, durante un mínimo de cuatro o seis semanas. Si queréis saber un poco más de los ingredientes que podéis añadir a vuestro jabón, podéis leer un poco más en el siguiente artículo: Los 10 mejores ingredientes para nuestro jabón casero. Parece un poco complicado la primera vez que lo hacemos, pero con el tiempo y la práctica, veréis que es un proceso sencillo que nos permite tener unos jabones de una calidad muy alta, que cuidarán nuestra piel como ningún jabón comercial puede cuidarla,  y que además nos permitirá personalizarlos a nuestro gusto y según las necesidades de nuestra piel. Una vez tengáis práctica, podréis ir innovando en la maceración de aceites con diferentes tipos de hierbas (tanto por sus propiedades como por su aroma posterior), en las infusiones para sustituir el agua, en los ingredientes, y veréis que podéis hacer mil tipos diferentes de jabón. Si te ha gustado el artículo, por favor, comparte en tus redes sociales. Si quieres más recetas otros tipos de jabón, o leer otros artículos, puedes visitar mi perfil. Muchas gracias por tu tiempo.


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