Edimburgo, 1874: el día más frío del mundo. Jack eligió un mal día para nacer y su corazón se congeló. Fin de partida, antes de comenzar a jugar. Sin corazón no hay futuro. Gracias a la sabiduría de un doctor, que colocó en el lugar del gélido corazón un ingenioso reloj, Jack podrá vivir, siempre y cuando siga, al pie de la letra, tres inamovibles reglas: no tocar sus agujas, controlar su cólera y, ante todo, no enamorarse nunca jamás.No se podía imaginar un argumento más adecuado para este mes de febrero, dedicado al amor en Cine Invisible, que la historia de Jack y la mecánica del corazón.En resumen, tras un libro y un disco con su grupo Dionysos, Mathias Malzieu se lanza a su adaptación al cine de animación, junto a Stéphane Berla (director de varios de sus videos clips), para conseguir un futuro objeto de culto y, casi seguro, una de las más creativas, bellas y cautivadoras películas de 2014.Un despliegue de imaginación, de situaciones romanescas, de paisajes variados y de personajes inolvidables. Del frío Edimburgo a la tórrida Andalucía. El corazón tiene sus reglas pero al amor le gusta saltárselas y cuando Jack escucha cantar a Miss Acacia, su reloj adelanta tres o cuatro horas en cuestión de minutos.Normal, ella posee la voz de Olivia Ruiz (que, por cierto, desprende una energía sin límites en sus conciertos) y, el director, sabe de lo que habla, puesto que ambos tuvieron su historia de amor en la vida real.Me resulta imposible elegir a uno de sus personajes. Todos están tan bien caracterizados y construidos sólidamente, que, en realidad, el espectador desearía que cada uno contase su propia historia y que la película durase tres veces más.No puedo evitar haberme enamorado de Luna, una de las tías españolas del protagonista, encarnada por nuestra exquisita Rossy de Palma (si Scarlett Johansson está que se sale en Her, Rossy no le anda a la zaga). Rica en tonalidades, soñadora, plena de cariño y seductora, la voz de la actriz envuelve al personaje hasta en sus suspiros, y le transmite una simpatía contagiosa, que llega hasta los espectadores.Difícil también decir si son los adultos o los niños los que más disfrutan de la película. Una escritura tan variada y con diferentes lecturas, hallazgos sin fin a lo largo de todo el metraje (el tren acordeón, el amor ciego, el alcohol de lágrimas…) son recibidos con un entusiasmo compartido por todo el público y cada uno puede hacer su propia lectura.No estamos ni siquiera a 14 de febrero pero una película ha conquistado mi corazón. Jack (Quijote contemporáneo en busca de su Dulcinea, vestida de espinas) y su mecánica acumulará nominaciones, premios y galardones. Si no surge otra en los próximos meses, a la altura de su inmensa creatividad y grafismo, será lo mejor en animación del año. Espero celebrarlo en unos meses, con una buena copa de licor de lágrimas.