Lo tiene todo para encandilar al público. Una buena historia de suspense: un asesino se carga a 5 personas, sin relación aparente entre ellas, en un parque público (por desgracia, recuerda mucho las matanzas de los últimos años) y a sangre fría. En el momento de su arresto se niega a declarar y lo único que dice es que busquen a Jack Reacher.De la mano de un excelente escritor británico de novela negra, Jim Grant, más conocido por su seudónimo, Lee Child, en 17 entregas desde 1997 con su primera novela (Killing Floor), el autor ha construido todo un mundo alrededor de este personaje, antiguo policía militar, solitario, defraudado del sistema y decidido a tomarse la justicia por su cuenta (y también un pelín reaccionario).Con un estilo vivo, frases cortantes, suspenses elaborados y unas gotas de sorpresa en momentos inesperados, Lee Child es un verdadero placer literario, malsano y canalla (es injustificable una justicia privada pero, confesemos, que ante todas las barbaridades que vemos cada día, dan muchas ganas de enviar a varios directamente a la cárcel).La pregunta qué se planteaba era cómo funcionaría Jack Reacher en pantalla. Un personaje con tantos novios para su adaptación, desde Brad Pitt, Hugh Jackman, Vince Vaughn, Jamie Foxx, Will Smith hasta Brad Pitt, el afortunado, al final, ha sido Tom Cruise. Con su recién cumplidos 50 añitos, un tipo que todavía permite lucir abdominales y, lo bueno de la edad, también reírse de ellos, al actor le sienta tan bien el personaje como su chupa de cuero.Con los ingredientes necesarios para hacernos la boca agua: abogada rubia e inteligente, defensora de todos los derechos, Rosamund Pike (actriz que cada vez me gusta más), hija de un procurador que no sabemos de qué pie cojea, excelente Richard Jenkins (uno de los secundariso de lujo del cine actual), un asesino, ¿falso culpable o psicópata asesino múltiple con pasado tenebroso?, otro secundario de peso, Robert Duvall, en pletórico vendedor de armas, lo mejor son los malos de la película (uno de ellos, Jai Courtney, visto en la serie Espartacus).Evidentemente caemos rendidos ante el malo oficial, malvado y sádico de la peli al que no le hace falta más que dos dedos para causarnos escalofríos. Nadie mejor que Werner Herzog, uno de los mejores directores de cine actual que se presta a quitarnos el sueño con sólo tres escenas. Su sibilino acento alemán, más cortante que la política de su compatriota y, otro de los personajes que más nos ha quitado el sueño últimamente, Angela Merkel, está claro que nos aportará ningún tipo de rescate. Peli muy visible que promete instalarse en héroe, por una vez, sin poderes sobrehumanos ni mallas apretadas.Werner Herzog completa la inmensa y extraordinaria galería de directores que han actuado en películas de otros con exquisitos resultados. Mis tres preferidos: Carol Reed y Orson Welles en El tercer hombre (1949), Charlie Chaplin y Buster Keaton en Candilejas (1952), Stanley Kubrick y Sidney Pollack en Eyes Wide Shut (1999) y mi ídolo, sin duda alguna, por encima de todos: Erich Von Stroheim, con D. W. Griffith en El nacimiento de una Nación (1915), con Jean Renoir en La gran ilusión (1937) y con Billy Wilder en El crepúsculo de los dioses (1950), junto con Buster Keaton también. Lujazo. ¿Y los tuyos?