Revista Filosofía

Jaime Bayly y el problema de la igualdad de los credos

Por Zegmed

Hace pocos días, el 26 de enero para ser precisos, Jaime Bayly publicó una artículo, como de costumbre, en Perú 21. Esta vez, sin embargo, su columna tuvo un cariz especial y abordó directamente el tema de sus propuestas para su supuesta postulación a la presidencia de la República en el 2011. Varias de sus propuestas son interesantes y, como él mismo dice, refrescantes para la política nacional y para la democracia. Estoy bastante de acuerdo con que sus propuestas son refrescantes y, que de hecho, algunas de ellos tienen un talante bastante democrático. Un poco de humor, honestidad y descaro del bueno le caen bien a la aletargada política de este país, llena de corrupción y falsa moral. Su columna se tituló Las causas perdidas, probablemente, porque se trata de propuestas tan poco populares o viables que, en efecto, se trate de causas perdidas incluso desde el momento de su misma enunciación.

Anticipo algo, yo no votaría por Bayly, al menos no en este momento tal cual está planteada la escena. Me parece un tipo muy simpático, hábil con la palabra y francamente gracioso. Tiene muy buena pluma y es bastante creativo e inteligente en varios niveles; sin embargo, cuando se trata de política, creo que hay que ser un poco más serios que él. No digo serios en el sentido de la intolerancia ni del aburrimiento típico de buena parte de los políticos, sino serios en el sentido de lo programático, viable y sostenible en el tiempo. Creo que Bayly está aún lejos de eso. Además está cerca de Pepe Barba, personaje por el cual no guardo ningún respeto. Sin embargo, Bayly tiene ideas interesantes y, por tercera vez, refrescantes. Aquí cito una que me llama la atención:

“Yo sé que la mayoría de los peruanos son católicos, pero yo soy agnóstico y creo que la Iglesia Católica ha hecho un daño incalculable a la causa de la libertad Creo que es injusto que el Estado peruano otorgue subvenciones económicas y exoneraciones tributarias a esa religión, en abierta discriminación a otras confesiones religiosas. Yo quieroque el Estado peruano sea laico y no confesional, quiero que el dinero de todos los contribuyentes (católicos o de otras religiones o de ninguna) no se use para privilegiar a una confesión religiosa en desmedro de las demás. Creo en la libertad de cultos y en que todas lasiglesias deben autofinanciarse y en que el Estado no debe darle dinero a ninguna religión

He resaltado las ideas centrales, comentémoslas brevemente. Es cierto que en el Perú la mayoría es católica por bautizo y, más o menos, por sentimiento, aunque es grande el número de personas que no participan propiamente de las prácticas morales y/o rituales del catolicismo y, seguramente, el número de católicos practicantes es mucho menor al que se supone y que tanto excita a algunos curas y obispos.  ¿La mayoría es católica, entonces? Digamos que a medias y que, si bien se entiende la intención del comentario, lo que aquí digo apuntala más aún el deseo de Bayly.

¿La Iglesia Católica hace daño a la libertad? Pues, la verdad, con los años, con el conocimiento de causa desde dentro y con la información cada vez más abundante, empiezo a pensar que se trata de una afirmación poderosa y difícil de rebatir. Claro, la jerarquía responderá con afirmaciones metafísicas respecto de una libertad que proviene de Dios y que consiste en hacer su voluntad que, obviamente, es la que se revela via la Iglesia Católica. A la larga, si se es un hombre sin fe, esto no suena más que a una mentira social para mantener el poder castrando la libertad. De hecho ha sido así muchas veces en la historia y, por ello, la afirmación de Bayly se sostiene. Ahora, yo soy una persona de fe y comprendo el mensaje escondido tras tanta maraña eclesial, pero eso no me quita la perspectiva crítica y la idea de que la Iglesia en muchas ocasiones limita las libertades civiles.

Y luego viene el centro del argumento, la subvención privilegiada. No me voy a meter en los motivos históricos ni en los arreglos interestatales que haya entre el Perú y el Vaticano; lo único que me interesa es que veamos que se trata de una propuesta de absoluto sentido común. El Perú es un Estado laico, pero la verdad es que lo es a medias (aquí casi todo se hace a medias, como sabemos). Mi problema es sencillo, y lo he declarado en relación al aborto y a otras materias: no se puede pedir que un Estado que agrupa a multitud de personas de diferentes credos tenga una legislación que privilegie a uno de ellos. Tan simple como eso. Y, la verdad, no hay buenos argumentos en contra de esta posición. Toda sociedad desarrollada económica, política y socialmente necesita ampliar sus niveles de tolerancia y de inclusión y eso supone hacer cada vez mayor la neutralidad estatal. En ese sentido, las Iglesias deben autofinanciarse sin duda y deben saber que sus potestades dependen de la libertad de las personas para vincularse con ellas. No sólo no deben recibir un trato privilegiado, sino que deben abstenerse de pretender que sus juicios confesionales de valor sean válidos para todos en un estado laico como se supone es el nuestro.

Jaime Bayly es un personaje pintoresco, lleno de humor y buena vibra. No sé si sería un buen presidente y no sé si se lo tome en serio cuando lo propone. Pero de algo sí estoy seguro: muchas de las cosas que propone están dando y seguirán dando material para hablar. No sólo porque sea amigo de Tongo y porque baile con una gracia especial a su lado, sino porque sostiene tesis genuinas y porque son tan poco políticamente correctas que, quizá tan sólo por eso, merezcan la atención de la política.


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