Estábamos impacientes de salir del moderno aeropuerto de Delhi para oler y sentir por primera vez un nuevo y gran país.
India nos recibía a primeras horas de una cálida mañana con un aroma desconocido y con un tráfico, que esperábamos, enloquecedor.
Queríamos aprovechar el poco tiempo que íbamos a pasar en la capital del país así que enseguida nos pusimos en marcha con los planes. Empezaríamos por la Old Delhi o lo que es lo mismo por la parte histórica de la ciudad donde se encuentra un rico patrimonio del imperio Mogol entre estrechos callejones, cláxones, el mercado de Chandni Chowk y mucha, mucha gente.
Terminamos en la gran mezquita Jama Masjid, construida por el emperador mogol Shah Jahan, el mismo que construyó el famoso Taj Mahal.
La primera sorpresa grata en cuanto bajamos del vehículo era la amabilidad de la gente, en los comercios no presionaban a los viajeros, en ningún momento sentíamos inseguridad y los templos de cualquier religión se encontraban abiertos a todo el mundo.