Jamie Cullum: Crítica

Jamie Cullum nació el 20 de agosto de 1979 en Whiltshire, Essex (Inglaterra). Empezó su carrera musical a los dieciséis años, tocando en bares, clubs y hoteles de su pueblo natal. Años más tarde se trasladó a la Universidad de Reading, para estudiar cine y literatura inglesa. Fue durante esta etapa cuando comenzó a componer y a tocar su propia música para acompañar los cortometrajes que hacía como parte de su curso. Además, Cullum, aprovechaba para dar algunos conciertos, de los cuales nació un primer disco titulado Heard it all before. De este primer trabajo consiguió vender un total de 700 copias, a diez libras cada una. Con este dinero logró sacar adelante su segundo CD, Pointless Nostalgic.

Pointless Nostalgic (2002)

Jamie editó su primer trabajo profesional, a la edad de veitipocos, Pointless Nostalgic, un álbum que perfectamente podría haber obtenido el mismo éxito que sus trabajos posteriores si se hubiera dado a conocer de igual manera (es decir, si hubiera tenido el respaldo promocional de una major, como lo han sido años después Universal y Verve Forecast). Se trata de un disco en el que combina composiciones propias (aunque sólo dos), con versiones de temas clásicos, jazz estadounidense en la mayor parte de los casos. Contrariamente a lo que sucede en Twentysomething y Catching Tales, sus dos composiciones carecen de esecial interés y, curiosamente, suenan más nostálgicas y clásicas que las versiones, a las que da un toque bastante más moderno y actual.
Como ocurre con sus álbumes más conocidos, lo mejor llega con sus inspiradas versiones. El británico, poseedor de una madurez como cantante sorprendente para su edad (aunque su voz no sea una maravilla de la naturaleza), se muestra igual de cómodo dando vida a inmortales composiciones del “american song book”, como el It ain’t necessarily so, de Gerswin, a estándares del jazz, como el Well, you needn’t, de Monk y nuevos clásicos pop, como High and dry, de Radiohead, un tema que, curiosamente, también incluiría en Twentysomething. Recomendable, tanto para los que escuchan habitualmente álbumes de vocalistas de jazz como para los que todavía tienen que descubrir los clásicos del jazz vocal.

Twentysomething (2003)

Fue el álbum que lo catapultó a la fama, y que lo convirtió en el artista de jazz que más vende en Gran Bretaña. Se trata de un disco magnífico de principio a fin, donde cada pieza rebosa elegancia y sensibilidad musical a montones. Está formado por composiciones propias, como la misma Twentysomething, que, de algún modo, resume la filosofía “veinti y pico” que transmite el ecléctico disco, o la refinada y contemplativa All At Sea; pero también por un seleccionado repertorio de temas de autoría ajena, tal como la frenética versión de I Get a Kick Out Of You, de Cole Porter, en donde se destaca la demarcación del ritmo en los golpes que Cullum da al piano, o una relajada interpretación del clásico Singin’ In The Rain, hasta un conseguido homenaje a Jeff Buckley con esa hermosa canción incluida en el magnánimo Grace, titulada Lover, You Should’ve Come Over. Tampoco se privó de evocar al mejor guitarrista de todos los tiempos, eligiendo Wind Cries Mary, a la postre, el tema más enérgico de todos, junto con ciertos pasajes de Next Year, Baby.
Tras vender muchas más copias de las que se esperaba, la Universal lanzó Twentysomething (Special Edition), en la que se incluyen tres nuevos temas, Old devil moon, Everlasting love y Can’t we be friends, además de una magnífica versión en directo del tema de Radiohead High and dry. Cuatro nuevas versiones tan buenas como las que se podían escuchar en el álbum original. Por tanto, si todavía no tienes Twentysomething, quizá sea mejor hacerse con esta edición.

Catching Tales (2005)

Es un disco en el que Jamie Cullum amplía su abanico de influencias, para conformar un trabajo que se nutre evidentemente del pop y del rock, y que, con toda probabilidad, resulta más cercano a las nuevas generaciones. Pese a que el corte comercial es Get Your Way, una agradable canción un tanto repetitiva pero muy efectiva a la vez, yo destacaría London Skies y Photograph. En Nothing I Do, por ejemplo, demuestra todo el menú de habilidades y cualidades técnicas que posee musicalmente. Al inglés le gusta improvisar, esto es, la espontaneidad y el factor sorpresa propios del jazz, pero, queda claro, lejos está de ser un improvisado.

The Pursuit (2009)

Jamie no see contenta con repetir la fórmula de álbumes anteriores, en los que ofrecía una medida alternancia de estándares de jazz y composiciones originales de estructura pop pero con un toque jazzístico en los arreglos, para su quinto trabajo, The Pursuit.
Sus evidentes dotes en su doble faceta de vocalista y compositor (lo que no quiere decir que no se defienda con el piano) bastan para crear un álbum fascinante desde el punto de vista artístico. Cullum no renuncia a seguir revisando el American Songbook, pues ahí está Just one of those things, de Cole Poter, como acertada pieza inicial, y no es esa la única versión incluida en el tracklist, pero el énfasis está puesto en las composiciones de Jamie Cullum, en su personal e imaginativo pop que bebe de múltiples influencias pero que, ante todo, funciona como bienvenida revisión del pop tradicional, ese que tantas veces se denominó, de manera poco precisa, jazz vocal. Poco importa que se trate de una balada o de la sorprendente pieza de jazz-house con la que cierra el álbum Music Is Through, porque en ambos registros el británico se siente igualmente cómodo y los resultados son siempre atractivos. Lo único discutible es su insistencia en reinterpretar hits contemporáneos, pero claro, al ver la inteligencia con la que retoma el Don’t Stop The Music popularizado por Rihanna, es difícil resistirse o reprochárselo, ha convertido en un tema de pop entre un trillón, que es la versión de Rihanna a una pieza elegante, exquisita y muy inteligente.
En general, Jamie es un excelente artista dotado de una voz sutil, cálida, de fraseo claro y preciso, que obviamente merece la pena escuchar.