por Javier del Amo
La segunda jornada de El Paseo de Jane comenzó el domingo 6 por la mañana en la estación de Cercanías de Coslada. Los zapatos dejaban lugar a las ruedas de nuestras bicis. Tras reunirnos el grupo fuimos directos al primer tramo de la Cañada Real Galiana.
En esta Cañada, de propiedad pública, se fue edificando desde hace ya muchos años construcciones de carácter informal que fueron conformando una auténtica ciudad lineal sin ningún atisbo de planeamiento urbano dirigido. Este espacio, de unos 15 km de longitud, se encuentra dividido en seis sectores diferentes, en los que los límites quedan marcados por las diferentes infraestructuras que lo atraviesan.
El primero de los tramos pertenece al término municipal de Coslada y forma una calle más de la ciudad, aunque no estrictamente legalizada todavía. Está conformada por construcciones de una o dos alturas y habitada principalmente por familias españolas. Los sectores 2 y 3 discurren entre los términos municipales de Madrid y de Rivas-Vaciamadrid; las construcciones son viviendas unifamiliares —algunas de ellas imponentes— y naves industriales. Como en el primero, la mayoría de sus habitantes son familias españolas, algunas de ellas de etnia gitana. El encuentro previsto con la asociación de vecinos de los 3 sectores no se pudo producir porque su local estaba cerrado. Allí pudimos comprobar también los estragos que causaron los derribos de hace unos años en el tejido urbano y social.
En el sector 4, la asociación de vecinos nos hizo un cálido recibimiento, en el que nos obsequiaron varios refrigerios y comida muy rica, y nos explicaron la situación en la que viven los vecinos y los complejos mecanismos legales que hay detrás de esta ciudad informal. En este espacio conviven familias españolas y marroquíes, y la calidad de la construcción es menor que la de los anteriores tramos.
El siguiente sector, el 5, está habitado principalmente por familias marroquíes; allí nos reunimos en uno de los poquísimos espacios públicos que hay: la placita construida por los vecinos con ayuda de ASF y de Todo por la Praxis. Aquí también fuimos agasajados por los habitantes con un delicioso té que combinamos con la comida que compramos en alguna de las tiendas informales que salpican toda la Cañada.
Tras reponer fuerzas, y con un brillante sol que sucedió a las intensas tormentas de los días anteriores, nos quedaba por realizar el tramo más delicado de todo nuestro paseo: el sector 6, que ocupa la misma longitud que los cinco anteriores. Se nos recomendó que no realizásemos fotos a partir de aquí. Una vez cruzada la A-3 nos adentramos en esta zona, que en los últimos años se ha convertido en el epicentro del tráfico de drogas y de armas de toda la región. Nuestro pelotón fue jaleado por los habitantes de este tramo, principalmente formados por gente de etnia gitana, tanto española como rumana, y de otras nacionalidades. Se hizo realmente difícil circular por esta zona, ya que el barro y los enormes charcos hacían que tuviéramos que estar continuamente pendientes de no sufrir accidentes.
En pleno epicentro de la zona más conflictiva está la Parroquia de Santo Domingo de la Calzada. Este lugar desempeña un papel primordial en esta zona y presta numerosos servicios a todos los ciudadanos. Con los niños subiéndose en nuestras bicis, y pese a alguna que otra dificultad, continuamos hacia nuestra siguiente parada: la mezquita y la tienda de Omar, que se ha erigido como uno de los representantes vecinales con más influencia. Algún que otro niño en moto amenizó acústicamente este encuentro.
En uno de los laterales ya se empezaban a ver las laderas del vertedero municipal, al que antiguamente se accedía por la propia Cañada y por la que discurrían más de 4000 camiones diarios (se produjo, desgraciadamente, más de un atropello mortal). La construcción de una variante fue fruto de las reivindicaciones vecinales.
Continuamos nuestro camino y vimos el lugar donde se construirá la futura plaza de Valdemingómez. Esperemos que este futuro espacio suponga una cierta revitalización de la zona. Desgraciadamente, los intentos de regeneración de los sectores anteriores, que se han podido realizar con cierto éxito, son extremadamente dificultosos en este sector, ya que cualquier amago de legalización choca con la normativa de no poder edificar en las inmediaciones del vertedero y de la incineradora.
Siguiendo la cañada, las construcciones comienzan a decrecer y empiezan a surgir fincas y ciertas zonas de cultivo, que aprovechan la cercanía del río Manzanares.
Nuestras bicis cogieron otro ritmo, y comenzamos nuestro camino de vuelta hacia Madrid. Otro intenso y apasionante día había concluido.
Fue una maravillosa experiencia para todos, que nos permitió ver y sentir la vida real de estos lugares gracias al espléndido trabajo que realizó la gente de El Paseo de Jane. Sin duda, Jane Jacobs habría estado orgullosa de ver cómo gente de todo el mundo le rendía homenaje en la fecha de su nacimiento, visitando y amando la ciudad tanto o más que ella.
Revisión y corrección de estilo del texto a cargo de Sara Hernández Pozuelo
Créditos de las imágenes:
Imágenes : Fotos del recorrido (fuente: Jorge Muñoz).
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