Cuando me enteré que el festival internacional de caminatas urbanas Jane´s Walk se realizaba también en Buenos Aires y yo iba a estar en la ciudad me dieron muchas ganas de participar. Cuando miré el programa y vi que una de las caminatas estaba pensada para hacer algo de exploración urbana con niños, ni lo pensé: teníamos que ir. Qué mejor oportunidad de unir varias pasiones juntas y compartirlas con Tahiel.
Para los que nos leen hace un tiempo, ya saben que en mi carrera de geógrafa, la geografía social y urbana son las que más me apasionan. Las ciudades representan la convivencia de tantos mundos que me resulta apasionante conocerlos y, sobre todo, conocer su interrelación, que a veces es conflictiva y, otras veces, armónica. Si a eso le sumo el gusto por la exploración urbana (pueden ver algunas opciones de juegos de exploración urbana que les proponemos en nuestra sección de juegos viajeros o en la guía que armamos para que los chicos exploren y conozcan Buenos Aires) y el gusto por registrar todo eso que descubrimos, sentimos, olemos y percibimos de la ciudad, como hacemos en nuestros diarios de viaje/vida, participar de esta actividad era la opción perfecta.
Y no me equivoqué.
A pesar de la lluvia y el día gris, decidimos ir. Tomamos un colectivo y el tren que nos dejó en la estación de Vicente López. Allí, nos esperaba Carolina, la fundadora de Urbanismo Vivo y la encargada de organizar estas caminatas en Buenos Aires. Con mucha energía y amor por lo que estaba haciendo, nos dio la bienvenida e invitó a los niños a convertirse en exploradores del espacio urbano a través de una serie de consignas. La idea era participar en una Caminata sensorial para niños.
Todos lo que ya conocen a Tahiel saben que se engancha en todo y, por suerte, esta actividad no fue la excepción. Además, como ya les contamos que hizo, por ejemplo, en Aldea Duende o en el Parque Nahuelito, acá también conquistó a la guía con su simpatía y le hablaba todo el tiempo, por lo menos durante la primera parte, que fue en la que más concentrado estuvo.
Carolina les explicó a los chicos que ellos iban a ser los encargados de dirigir la caminata (otra cosa que Tahiel se tomó muy en serio), y les repartió unos papeles con instrucciones y marcadores. Así empezaba la exploración por el barrio.
Entre las primeras consignas estaban las de observar y contar. Por ejemplo, tenían que contar cuántos postes, tachos de basura o tipos de suelo había en una cuadra. E ir anotando todo lo que veían. Nos dio risa que para Tahiel “no había ningún tacho de basura”, porque los que estaban eran los cestos individuales que en la Ciudad de Buenos Aires no se usan más. Entonces, al no estar los mismos tachos que el siempre ve en su barrio, pensó que esos no eran tachos. Un ejemplo de cómo nos familiarizamos con lo que siempre vemos y eso, muchas veces, nos impide ver otras cosas, sino vamos con la idea de mirar.
Lo bueno de caminar prestando atención a lo que nos rodea es que podemos encontrarnos con sorpresas como la del paraguas en el medio de las plantas.
Tahiel llevó su mochila viajera y nos encontramos con una nena con la mochila del modelo del mapa ilustrado! Así que nos puso muy contentos! Pueden ver más sobre las mochilas en la tienda de Magia en el Camino. ¿Ya la conocen?
Otras de las consignas eran, por ejemplo, observar los distintos tipos de flores que había en una cuadra, elegir la que más les gustaba, olerla, dibujarla e inventarle un nombre.
También tuvieron que contar los escalones que subieron y bajaron en unas escaleras urbanas y hasta dibujar en el piso aquello que más les gusta del barrio donde viven.
Creo que Tahiel no prestó mucha atención a esta consigna, porque empezó a dibujar un elefante y después siguió con cualquier otra cosa.
Después nos tocó participar a los papás y durante una cuadra fueron los chicos quienes nos guiaron de la mano, mientras nosotros caminábamos con los ojos cerrados. Un hermoso ejercicio de confianza.
Otra actividad consistió en una especie de búsqueda del tesoro. En la parte de atrás de la hoja tenían unas fotos de distintos objetos, que los chicos iban a ver (si es que miraban bien) en el trayecto hacia el río. La idea era ir marcando cada una de las que veían en la realidad.
En el camino hacia el río, también intentamos hacer la parte más sensorial y la consigna pedía que busquemos/miremos algo caliente, algo bajito, algo suave, algo que se mueva, etcétera.
Finalmente llegamos al río, pusimos algunas sensaciones en común, y los chicos se fueron corriendo hacia una torre de madera y escaleras donde se sacaron la foto de despedida. Compartimos manzanas y bananas. Nos despedimos. La lluvia nos había dado una tregua y la supimos aprovechar.
Una hermosa experiencia.
Estén atentos para hacerla el año que viene.
¿Ustedes se preguntarán quién fue Janes Jacobs?
Les transcribo algunas notas de la web para que la conozcan un poco, pero pueden buscar mucha información más, sobre todo, sobre sus libros y las cosas que logró junto a los vecinos de los lugares donde vivió.
Fue una de las responsables de instaurar el movimiento de “Ciudades humanizadas” que luego muchos arquitectos y urbanistas fomentarán a través de sus proyectos y obras. En 1961 escribe “Muerte y vida en las grandes ciudades” donde plantea una mirada científica innovadora para el estudio de las ciudades basada en la observación y el estudio de la vida de las personas y las relaciones sociales en el espacio público
Jacobs no tenía una formación profesional, sin embargo, a través de su observación, criterio y vivencia propia dejó un legado urbano que inspira a las generaciones que la perpetuaron. También fue responsable de iniciar el activismo vecinal en su barrio y detener proyectos que ponían en peligro la continuidad del funcionamiento barrial existente, tanto en Nueva York como en Toronto. Su lucha iba dirigida hacia la preservación de la vida barrial fomentando la vida social, contra el despotismo y la imposición de proyectos urbanos “de escritorio”.
¿Qué se pretende hacer en las caminatas?
Se pretende, básicamente, que la gente salga a caminar la ciudad, que la viva, que la mire de otra manera y no solo en su paso apurado al trabajo o al estudio. Que se detenga en los detalles, que interrogue qué es lo que está pasando a nivel barrio, que participe en la toma de decisiones, que defienda sus derechos de acceder a “una ciudad amigable”, que conozca a sus vecinos, que aprenda del pasado. Que viva su ciudad de otra manera.
Y a mí, todo eso, me encanta.
¡Gracias por la linda actividad!
Pueden seguir la web de las caminatas en Facebook.
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