Revista Historia

Janet Parker o cuando la viruela encontró el fallo del protocolo

Por Ireneu @ireneuc

Janet Parker o cuando la viruela encontró el fallo del protocolo

¿Suficiente seguridad?

Cuando una enfermedad es altamente infecciosa, los protocolos que se han de seguir para evitar la libre propagación de la enfermedad son estrictos y sistemáticos, so riesgo de que ocurra una desgracia como la de la enfermera contaminada de ébola en Alcorcón. Visto lo visto, los protocolos en este caso parece que fallaron más que una escopeta de caña, no obstante, en la Historia no ha sido la primera vez que un fallo en la sistemática de aislamiento de una enfermedad contagiosa ha producido un infectado, llegando incluso a la muerte del mismo.

Janet Parker o cuando la viruela encontró el fallo del protocolo

Rahima Banu

En 1978, hacía 5 años que en el mundo no se producía ningún contagio espontaneo del virus de la viruela, (ver Rahima y Ali, los últimos afectados de viruela) por lo que las autoridades de la OMS comenzaban a plantearse la posibilidad de dar por erradicada la terrible enfermedad que tantos millones de personas había matado tiempo atrás. A pesar de esta inmejorable noticia, los laboratorios seguían trabajando, ya de forma controlada y con las máximas medidas de seguridad, con cepas aisladas de viruela.

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Habitaciones donde estuvo Janet

El 24 de agosto de aquel mismo año, inesperadamente, una fotógrafa llamada Janet Parker, era hospitalizada en el East Birmingham Hospital de Birmingham (UK) con un cuadro de fiebre y erupciones cutáneas que, a priori, parecían benignas. Sin embargo, saltaron todas las alarmas habidas y por haber cuando los análisis efectuados a la paciente detectaron que la mujer estaba infectada de Variola major, la variedad más destructora y mortífera de viruela que existía. ¿No se suponía que estaba erradicada?¿Qué diantres había sucedido aquí?
Parker fue inmediatamente trasladada a un hospital de aislamiento, así como se puso en cuarentena a varias personas -incluido el  personal médico- que habían tenido contacto con ella. El resultado fue que de todas ellas, la única que se había contagiado había sido la madre de la fotógrafa, pero así como la madre enfermó pero superó la enfermedad, Janet Parker, y a pesar de haber sido vacunada en 1966, murió el 11 de septiembre de 1978 infectada de viruela de la peor cepa.

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Uno, justo encima del otro

Las investigaciones descubrieron que Janet Parker trabajaba para el Departamento de Anatomía de la Escuela Médica de la Universidad de Birmingham, en unas oficinas justo encima de un reputado laboratorio de la misma escuela que se dedicaba al estudio e investigación de las enfermedades contagiosas, entre ellas la viruela.
De alguna forma que el comité encargado del informe no llegó a confirmar, la manipulación del mortífero virus se dispersó en el piso de arriba a través de un conducto de aire que comunicaba con el Departamento de Anatomía. La desgracia se cebó con la pobre fotógrafa cuando, casualmente,  pasó más tiempo del acostumbrado en la sala infectada debido a que estaba ordenando el material fotográfico con el que trabajaba. No obstante, el informe desveló diversas graves anomalías.

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Planta del laboratorio

Se pudo comprobar que el laboratorio no cumplía con los requisitos mínimos de seguridad que recomendaba la OMS, y que, a pesar de haber sido inspeccionado varias veces y haber podido constatar fehacientemente las serias deficiencias que en tema de seguridad sufría el laboratorio, se le permitió seguir con su tarea habitual. Asimismo, se descubrió que parte del personal que allí trabajaba no tenía una formación adecuada a la peligrosidad de lo que estaba manipulando.

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Birmingham Medical School

El asunto levantó una gran polvareda política y mediática en el Reino Unido, que llevó a Henry Bedson, director del polémico laboratorio, a suicidarse con un corte en el cuello el día 6 de septiembre de 1978, cinco días antes de la muerte de la desafortunada Janet Parker.
El laboratorio fue juzgado, pero debido a la imposibilidad de confirmar la forma de contagio, finalmente fue declarado no culpable, y el marido, por su parte, recibió una compensación de 25.000 libras por la muerte de su mujer. El asunto del contagio de Parker significó un gran cataclismo administrativo, ya que produjo el cambio radical de las leyes y protocolos que hasta entonces regían la manipulación de enfermedades infecciosas en la Gran Bretaña.
Sea como fuere, el cambio legal llegó tarde para Janet Parker, la cual ha quedado tristemente en los anales como la última víctima mortal de la viruela -ya sea de contagio natural o accidental- documentado hasta la actualidad.
Para pensar.

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La importancia de seguir estrictamente los protocolos de seguridad


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