Revista Cultura y Ocio

Janucá VIII

Publicado el 08 noviembre 2011 por Zeuxis
Janucá VIII
Janucá VIII
Janucá VIIILa purificación del amor§ 5. CUARTO HRÖNIR. Clave: lágrimas de sangre (Haemolacria), y los universos membrana
De pronto comenzó navegar en una de sus dimensiones más complejas: su mente; aquella dimensión que escapaba al tiempo, y a las tres dimensiones del espacio, aquella dimensión que él sabía emanaba como una fuente de agua y que algunos ya lograban representar a través de la proyección de cubos desfasados, comenzó a advertirle que algo no andaba bien en aquella brana, esa lluvia tan menudamente gris sólo podía provenir de otra brana, algo o alguien había logrado crear un pliegue en el bulk, la lluvia era solo un elemento distractor lanzado para poder avanzar en la ramificación; ¿quién estaba entrando, quién venía justo ahora cuando él tenía la cita con su primer amor?Tuvo que ir al baño ya que los ojos se le inundaron en lágrimas de sangre, su sospecha estaba más que confirmada. Alguna vez en su infancia Favio le había dado la oportunidad de viajar en el tiempo a través de un Teseracto, un real y eficaz Teseracto; aquella vez había sentido como su rostro se enlongaba hasta casi perderse en el futuro y como se retrotraía hasta casi perderse en el pasado; para de nuevo volver a la versión más exacta de si mismo. Aquel día no se percató de que estaba viajando en el tiempo,  para un niño el Teseracto era como una montaña rusa donde lo más importante era sentir antes que comprender y reconocer; el vértigo indefinible, la velocidad produciendo vacíos en lo profundo del ser fue lo que memorizó y experimento hasta el hastío; la segunda vez, ya habiendo logrado cierto control sobre su distracción, Gustav pudo observar como su madre entraba-saliendo y ponía-quitando cierta piedra de la mesa de esmeralda, cuando se detuvo el Teseracto, Gustav pudo contar a Favio como la piedra filosofal había llegado y salido; fue el día que supo que ciertas cosas podían simplemente no existir. Aquel día también lo invadió cierta incertidumbre, si el viajar en el tiempo podía darle a un individuo la visión del pasado y del futuro como si este estuviera en un espacio plano puesto de pronto ante nuestra vista, entonces aquellos días cuando apenas gateaba y solía predecir la caída de los objetos o la llegada de un visitante o la lluvia, ¿qué habían sido? Una noche qué fue capaz de predecir porque lado caería el dado en un juego de parqués, su madre lo alentó y felicitó con abrazos y aplausos, él no pudo dormir, el hecho de haber vaticinado un acontecimiento tan íntimo, cercano y repentino lo había hecho pensar en al muerte. Luego vinieron los Hrönir y los Ur, en la infancia, era muy fácil construir objetos fantasmas, recobrar objetos o simplemente producir ilusiones; cuantas veces no había jugado con el cono saturado, cuantas veces no lo había perdido y lo había encontrado sin saber nunca si lo que encontraba o perdía había sido el talismán original y verdadero.Favio le explicó acerca de las dimensiones, le enseñó a sentirse y llevarse bien con ellas, a interiorizarlas como algo natural, siempre le repetía: recuerda hijo, “el universo no fue hecho a la medida del hombre, tampoco es hostil, es diferente”. Tras años de aprendizaje, Gustav logró, elevarse del suelo rompiendo con la ley de la gravedad, haciendo vibrar su cuerpo no sólo había logrado ser más liviano sino más veloz, pronto se volvió experto en el juego de escondidas entre las dimensiones. Favio demostró su asombro muchas veces al verlo atravesar diferentes branas en un bulk y a veces de ser capaz de plegar un bulk hasta otro. Algo que no tenían los demás venía incrustado a él como si fuera un poder auxiliar. Nunca pudieron develarlo en el juego de escondidas; las ramificaciones que utilizaba entre dimensiones era casi imperceptible para los demás, no era Invisible más lograba acercarse a la propiedad de los gases; algo que llamó la atención particularmente de Lida fue la precipitación inverosímil de la Haemolacria, Lida sabía que ese don estaba reflejado en su sangre, en la sangre de las sacerdotisas, pero nunca lo había visto en un guardián. Aunque no podía ver en que momento alguien comenzaba a entrar o salir de una dimensión para Gustav no fue problema identificar que aquellas lágrimas de sangre antes que ser un  obstáculo eran en realidad un poder que le permitían sentir cuando una brana o un bulk eran alterados, pronto reconoció que su cuerpo le advertía de estos acontecimientos con cantidades de sangre según la irrupción que se diera. Por eso, aquella tarde en la biblioteca supo que algo no andaba bien, que algo ya había sido alterado y que ese algo que había logrado introducirse entre las branas era tenebrosamente poderoso. Gustav se sintió nervioso, después de salir del baño se acercó hasta la mesa donde su agenda se hallaba abierta como si alguien hubiese estado hojeándola; no era capaz de decidirse a caminar, a salir de la sala, no era capaz de lograr sabiduría o entendimiento, sus dallas y la espada estaban a punto de manifestarse, quería la lucha, esperaba la guerra con ansias, un instinto primitivo que sólo había sentido en los entrenamientos con Favio lo anegaba por completo. Olvidó a Isabella, sus ojos brillaban en azul profundo, antes de que propiciara su propia perdición una imagen logró, en el momento abismal, devolverlo a la serenidad. No fue capaz de sentarse, esperó a Isabella de pie, dudando, dudando de aquella mujer que se acercaba y le sonreía sin saber del monstruo que pujaba por salir de lo más hondo de Gustav. Sintiendo cierto resentimiento, porque no sabía si lo que estaba viviendo era real o simplemente una versión ilusoria que alguien ya había logrado proferirle, saludó a Isabella con cierto desdén. Pero todas sus corazonadas y resentimientos fueron apagados como cuando se hecha agua enlodada sobre una fogata. Isabella no sólo entró segura de sí misma en la sala, Gustav fue testigo de cómo aquella mujer atravesaba una por una las D-branas o hiper-dimensiones puestas ante ella como si fueran burbujas o pompas de jabón. Isabella tenía un poder todavía más extraordinario, más inadmisible que el de él. Al parecer ninguna membrana podía retenerla, ella podía atravesarlas sin necesidad siquiera de esforzarse. Gustav sonrío, la trampa había sido desmantelada. El podía ser una aversión, él podía ser cualquier cosa, podía representarse o ser representado, estar o no en un escenario, echado a la suerte de ser un actor sin saberlo, pero en ese momento estaba feliz, sabía que aquella mujer que se acercaba lentamente hacia él era definitivamente real.La confianza total le invadió cuando observó algo que nadie podría saber ni cambiar, la yema del dedo índice derecho de Isabella palpitaba detrás de una tatuada estrella fugaz.De pronto se escuchó un canto, el canto triple del ave del paraíso, el ave que expresaba lo que los enamorados no podían expresar comenzó su melodía, el ave emitía en su trino lo que aún Gustav no podía expresar con sus poderes emotivos. Nada lo salvaba ahora de esa revelación, nada podía contra el amor, el temor o la misericordia. Indefenso en esa pose de espera amatoria, recordaba el primitivo pánico de la raza humana; nada había más tenebroso en la historia entrañable de los hombres, en el acto amoroso de esta raza que la aparición de la desolación.  Y todo hombre moría siempre entre bastidores, hasta el más humilde. Gustav sintió la desolación, escuchó el canto del pájaro como un náufrago que escucha el canto de una sirena; ver a Isabella atravesar las branas le confirmó su estado infinito de Píramo, aquella tarde, quizás la única, Gustav supo que estaría con su amor eterno sólo a través de la rendija. Morir quizás debía ser parecido, por eso pudo olvidar su furia y su deseo de luchar, quizás aquella aparición, aquella mujer sin saberlo le devolvía cierta esperanza. El agonizante Gustav, en su lecho de irrealidad, de pronto era consciente de que algo más allá de su cognoscibilidad, quedaba fuera, que algo más allá de él seguía, que algo delante de él le sería ajeno por siempre.  Al contrario de los guerreros que representaban siempre su final como un acto sublime, sabía que para él, en su estatus de guardián, la muerte era tan sólo una forma de reconocer como los otros por fin comenzaban a identificarlo como un habitante del recuerdo.La dalla izquierda comenzó a borrarse justo cuando Isabella desprendió tiernamente sus labios del beso dormido de Gustav, fue entonces cuando se enteró de lo que ya sospechaba. Cuando Isabella partió con el obsequio y con las palabras precisas para prepararse  ante  lo que vendría, Gustav supo que jamás volvería  a llorar lágrimas de sangre y que jamás volvería a ser. Gustav arrancó el colgante de su cuello, empacó la agenda y la pluma y apretó entre sus manos una hoja de Espejito de noche, el cabello tostado y erguido como un tricornio empezó a desfallecer en color cuarzo,  el cuerpo de Gustav comenzó a  desaparecer poco a poco, eran las ocho y siete minutos de la noche cuando los vigilantes Rafael y Maya cerraron la biblioteca.Desde adentro “percibieron un tenue ruido, como una palmadita, que sonaba en la puerta de la calle. Rafael se levantó. Afuera, el viento aullaba.   Voy a ver qué es — dijo el hombre.Algo gris, algo gris y reseco arrastrado por el viento chocaba contra el cristal. Lo miró, pero no pudo distinguir qué era. Tal vez un montón de hierbas, hierbas y trapos que el viento empujaba.El bulto rebotó contra sus piernas. Vio que pasaba de largo rodando a tumbos por el andén hasta desaparecer.    ¿Qué era? —preguntó Maya.   Sólo el viento —respondió Rafael”.

Volver a la Portada de Logo Paperblog