Revista Cultura y Ocio

Janucá VIII

Publicado el 18 noviembre 2011 por Zeuxis
Janucá VIII
Janucá VIII
La purificación del amor§ 7. SEXTO HRÖNIR. Clave: Serpiente de Midgard y El Mohan
Imaginemos que alguien está escribiendo una novela, que alguien como tú o yo está escribiendo esta historia y que en este preciso momento se encuentra en una encrucijada.

Sabemos de antemano que el escritor, él o nosotros, ha o hemos decidido por fin propiciar el encuentro entre Isabella y Gustav.Para ello hemos predispuesto un escenario y una atmosfera, sin embargo, no sabemos muy bien como detallar los aspectos esenciales de la personalidad de estos dos personajes; a la hora de consolidar un diálogo, una sonrisa o una impresión definida y explicita nos salta la duda de cómo construirla de manera tal que sea ella misma un gesto imperioso que el lector no pueda dejar atrás.Así que debemos concentrarnos en esto: Isabella acaba de salir de su casa a escondidas con la ayuda de Nicté; la negra que hemos imaginado como una gran matrona, una mujer hermosa y repleta de tradiciones carnavalescas. 


A Isabella le preocupan dos cosas: por un lado sus gatos que tienen una extraña aficción de lanzarse a cierta hora como suicidas por los vértices más complejos; el borde de ciertos edificios, los ángulos infranqueables de ciertos muros, las láminas terribles de ciertas tapias o simplemente las rejas; la otra cuestión que embarga con nerviosismo a esta mujer es el encuentro; al parecer Isabella se ha enamorado y le resulta difícil tener claro como comportarse ante una situación como esta. Ya hemos avanzado lo suficiente como para poder saltarnos el trayecto en taxi; que nos importa que durante todo el recorrido el chofer haya estado embobado viendo el rostro de Isabella por el espejo frontal y morboseándole la entrepierna, además, no queremos saber que por esa distracción casi sufren un accidente al dejar que el carro cabeceara hacia el lado del caño de la avenida. No nos importa mucho que Isabella se hubiese salido de casillas y le hubiese dicho mil cosas, que al acto se hubiese bajado del taxi y hubiese tomado otro, que este se hubiese quedado embotellado en un trancón infernal de sol crepuscular y que para rematar justo cuando pasaba por la carrera cuarta al frente del hotel de Occidente Isabella haya dudado de llegar a la cita, que hasta le dijo al taxista que se regresara, claro está esto no ocurrió porque al final la vemos entrar por la puerta de la sala, reconocer a Gustav y caminar decidida.Pero por qué no nos habría de importar el trayecto en el taxi, acaso el escritor puede, así como así, omitir detalles. Si no hubiese sido por ese casi accidente, si no hubiese tomado el nuevo automóvil y el nuevo chofer no se hubiese metido en un trancón, quizás nunca hubiésemos sido testigos del encuentro, estos acontecimientos sirvieron para que Isabella pudiera domar sus nervios; a pesar de eso el escritor nos omite estos hechos, de hecho, si no es porque se nos ha ocurrido que toda esta escena pudo haber pasado, nunca nos hubiéramos puesto a pensar en el escritor como demiurgo arbitrario.El texto así se vuelve un poco confuso, la verdad a un lector le importa es lo que va a pasar en el encuentro, queremos que se vean, que se enamoren y quizás hasta que se besen.Bueno, digamos que hemos llegado hasta ese tiempo. Que la cámara de la escritura de pronto entra atravesando el gran  ventanal escabulléndose de la tormenta; esta cámara se va en busca de nuestros protagonistas y logra cazarlos justo a la salida de la biblioteca, para no tener dudas, la cámara se acerca hasta lograr un primer plano de la situación, ahora estamos observando a Isabella y a Gustav en la parte última de su cita, están en una biblioteca muy común, pero para ellos es el mejor sitio que han podido tener nunca. Lo curioso es que el escritor decide poner un suspenso, para ello ha dispuesto varias narraciones del mismo acontecimiento, un juego de matrioskas de hecho, en este momento, esto que hacemos no es nada más que la elaboración de uno de esos puntos de vista. Pero hay una nueva figura literaria en este caso, técnicamente lo que estamos presenciando es una cita vista desde mil focos, una cámara aquí otra allá, pero el escritor dice que no es así que cada cita es única e irrepetible, que esas personas: Isabella y Gustav son algo que él ha decidido denominar como objetos fantasmas, unos Hörnir, unos Ur, algo grave entonces, al disparatado escritor le ha dado por confundirnos con unos clones.Si este es el sexto encuentro sabemos entonces que ya se han escrito cinco, cinco encuentros que al parecer son totalmente diferentes y no estoy hablando de que sea la atmosfera la que cambia, al parecer todo ha cambiado, si retrocedemos podemos darnos cuenta que en el primer caso tenemos a un par de adolescentes que deciden dialogar sobre temas demasiado raros y luego se van a caminar, que al parecer flotan porque el amor los hace flotar; en el segundo sabemos del encuentro porque Isabella, en el colegio, le cuenta a sus amigas como fue este, así nos enteramos que al parecer hubo un beso y un regalo; el tercero es más hermético, hay una confesión por parte de Gustav, de hecho llegamos tarde al encuentro, de hecho nos sentamos a la mesa donde se encuentran los enamorados cuando ya Gustav va a mitad de un dictado de instrucciones precisas que debe realizar Isabella, estas instrucciones son parte esencial de algo fantástico, de hecho nos gusta esto porque aquí ya entramos en la trama, en la esencia bárbara y bélica que deberá conllevar la novela algunos capítulos más adelante; en el cuarto encuentro hay algo más sorprendente, Gustav se ha dado cuenta de sus calidad de espejismo, se ha percatado de su atributo de Hrönir; el caso es que aquí casi no hay diálogo, aquí solo somos unos espías que sin decirle lo que ocurre a Gustav vamos presenciado como este sufre la incertidumbre, el cisma y luego el sobrecogimiento. Al parecer lo único verdadero en este encuentro es Isabella, eso nos afirma Gustav o es lo que él quiere hacernos creer en su confundida realidad, al final lo extraño, lo siniestro ocurre con asombro ante nuestros ojos, Gustav desaparece como si apenas fuera una mancha de ceniza;  ya para el quinto encuentro estamos un poco impactados, ahora la confesión es por parte de Isabella, hemos llegado a tiempo y nos hemos sentado a escuchar un relato magnífico que es a la vez un íntimo testimonio de derrotismo, Isabella es una derrotista sin embargo está ahí junto a Gustav porque quiere que él sea su bote salvavidas y él parece así entenderlo, el encuentro termina con libros prestados y un centenar de dudas. Ahora hemos llegado al sexto encuentro y nos hallamos con que al escritor le ha dado por hacer un metatexto, se ha salido y se ha puesto a objetivar su escrito, se ha puesto a explicar y enumerar, a presuponer y consolidar, pero ¿con qué propósito hace todo esto o hacemos todo esto?, recordemos que bien somos nosotros quienes podíamos estar escribiendo esta historia.Para poder entender las razones ocultas del escritor entonces nos es necesario seguirle el juego, ir al encuentro de ese encuentro.Adelantemos un poco la cinta y llegamos ya no a la mesa donde charlan los jóvenes, sino que vamos directo a la despedida, ellos ya han charlado y se han enamorado, ya ha hecho todo lo que tenían que hacer, lo que nosotros esperábamos. A esta altura nos asalta una duda increíble y nos sobrecoge un sentimiento de rabia, ¿acaso el escritor nos cree tan brutos, tan carentes de operaciones de interpretación lectora?, ¿acaso cree que no podemos entender su escrito?, ¿a qué va todo este cuento de tener que explicarnos lo que escribe?Debe haber un justificación para no tener que crucificarlo cerrándole el libro en las narices, debe tener un algo sinceramente raro que quiera ofrecernos.Sucede que cuando estamos pensando esto, Isabella y Gusatv parecen no decidirse a salir, algo los mantiene adentro, los celadores ya los miran con cierto recelo, son los últimos usuarios y están sin ningún motivo ante la puerta de salida.Alerta. Isabella y Gustav miran hacia el cielo, nos buscan, al parecer lo que hemos logrado es meternos en su realidad, algo entonces nos hemos revelado desde este lado, por el frente de los opacos vidrios de la biblioteca vemos algo gigante moverse un poco, es el dorso de una serpiente o la leve pata gigante de un conejo que nuestra sutil mano ha levantado. Pero esto que acabamos de presenciar nos asusta; Isabella y Gustav están mirándonos fijamente; algo nos lleva a cerrar el libro, un libro que al parecer sí existe, más que cerrar el libro lo que hacemos es dejar caer la pata del conejo, dejar de nuevo el dorso de la serpiente quieto para que se arrastre sobre el piso, el mundo al parecer vuelve  a ser como antes.Tomamos un poco de aliento, la verdad queremos seguir, ya sabemos que todo este capítulo ha sido una trampa, que hemos caído completos, hemos sido Thor y hemos logrado develar algo impresionante. Ahora que sabemos esto algo rotundamente cambia en nosotros, ese escritor, ese Mohán ha dañando nuestra ilusión proponiéndonos otra forma de leer, ahora ya no sacamos del libro el libro que queríamos sacar, ahora el escritor nos impone su libro, nos rompe la red y nos pone a nadar en su propia y fantástica atarraya mitológica, el Mohán ha ganado, Isabela y Gustav nunca salen de la biblioteca.La gran serpiente al parecer sigue sosteniendo el mundo.

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