Japón se ha visto obligado a optar por el mal menor. Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía propietaria de la central nuclear de Fukushima, comenzó ayer a verter 11.500 toneladas de agua "ligeramente" radiactiva al océano Pacífico -una cantidad aproximadamente equivalente a cinco piscinas olímpicas- para liberar espacio en el que almacenar otra mucho más contaminante.
Para complementar la controvertida medida, el Gobierno reforzará los controles sanitarios sobre los productos marinos (pescado, marisco y algas), componente imprescindible de la dieta japonesa y ha establecido límites a las dosis de radiactividad en esos alimentos, una medida inédita.