Es un lugar atemporal donde las tradiciones antiguas se fusionan con la vida moderna como si fuera lo más natural. Japón presume de ser uno de los destinos más adictivos del planeta. Una historia milenaria con samuráis de por medio y una riqueza cultural presente en cualquier esquina hacen del país del sol naciente un icono único en el mundo.
El archipiélago japonés está formado por una estrecha cadena de islas que discurre frente al continente asiático a lo largo de casi 3.000 kilómetros, desde el este de Siberia hasta casi Taiwán. Tokio es su capital, una antigua aldea de pescadores agrupada en torno a un castillo. En el siglo XVIII ya era la primera ciudad del mundo; tres siglos después supera los doce millones de habitantes.
Historia de Japón
Si hacemos un breve repaso por su historia, hay que señalar que los utensilios de piedra hallados en Japón demuestran que estuvo habitado antes de la era glaciar, cuando las islas se hallaban unidas al continente asiático. No obstante, la primera cultura reconocible como tal es la denominada Jomon, cuyo nombre deriva del método utilizado para decorar cerámica y figurillas.
Las calles de las ciudades niponas, iluminadas con neón, parecen el escenario de una película de ciencia ficción, aunque tengan décadas de antigüedad. Pero también hay otras, como Tokio y Osaka, que incorporan novedosas maravillas arquitectónicas que redefinen el concepto al uso de edificios y ciudades.
El bullicio es constante en estos centros urbanos con mucha vida en la calle, oferta de restauración las 24 horas y una creatividad que se extiende a todo el mundo, con tendencias de moda y cultura.
Aunque Japón parece extremadamente moderno, el viajero tiene numerosas oportunidades de conectar con la cultura ancestral. Se puede pasar la noche en un ryokan (hotel tradicional), atravesando con sigilo los pasillos de madera pulida hasta los baños; cantar con monjes o aprender a agitar el amargo matcha (té verde molido)
Con el esplendor de una danza de geishas en Kioto o la belleza minimalista de un jardín zen, Japón embelesa incluso a los más viajados. Un viaje a Japón es una experiencia única que al menos hay que hacer una vez en la vida, más mediante cuando vuelva todo a la casi normalidad. Por ejemplo con Destinos Asiáticos, que aparte de ofrecer desplazamientos a Japón, hace lo propio con cientos de viajes a toda Asia y Oceanía, con más de 27 países entre su oferta de viajes.
Panorámica de Tokio./ Yodalica
7 lugares de obligada visita en Japón
Los japoneses han convertido el sencillo arte de bañarse en un onsen, con burbujas de origen volcánico, en una religión popular, y el país está salpicado de templos y santuarios dedicados a esta relajante fe. Hay baños en todas partes, pero Kyüshü y Töhoku son muy populares.
Cerezos en flor
En primavera, incontables cerezos abren sus flores blancas y rosadas, dando la señal para que los japoneses se congreguen en parques y en las orillas de los ríos para celebrar las fiestas hanami (observación de las flores), bañadas en sake. Dos de los sitios preferidos son Maruyama-köen, en Kioto, y Yoyogi-köen, en Tokio.
Templos y jardines de Kioto
La que fuera capital imperial de Japón durante un milenio acoge ahora más de mil templos, algunos monumentales: Kinkaku-ji es un exquisito pabellón cubierto enteramente por pan de oro. Otros son más sutiles: la belleza sencilla de Shören-in, de madera y sin adornos, o Ryöan-ji, con su jardín de rocas zen.
Oku-no-in en Köya-san
Al ascender en funicular hasta el sagrado complejo monástico budista de Köya-san se tiene la sensación de subir a otro mundo. Hay más de 100 templos, entre los que destaca Oku-no-in. Otra opción es desplazarse hasta la bella isla de Okinawa.
Incluso desde la distancia, la visión de la montaña quita el aliento. De cerca, el cono perfectamente simétrico del pico más alto de Japón es imponente. Ver amanecer en la cima es pura magia.
Daibutsu de Nara
El Buda de bronce dorado de 15 metros fue fundido en el siglo VIII, en los albores del Imperio nipón. Es una de las mayores estatuas de bronce del mundo, y el templo en el que se aloja, Tödai-ji, una de las estructuras de madera de mayor tamaño.
Es hoy una ciudad progresista con atractivos y frondosos bulevares. El verdadero alcance de la tragedia humana provocada por la bomba atómica solo se hace patente al visitar el Museo Conmemorativo de la Paz, toda una lección de historia.
Soy periodista y experto universitario en protocolo. He trabajado en diferentes medios de comunicación como 20 minutos, Las Provincias o Diario 16. Ahora ejerzo labores de community manager, colaboro en blogs y publicaciones digitales. Autor del libro 'Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma'.