GRAN GUÍA TEMPLOS ROMÁNICOS
Templo de San Martín Obispo
Ya como " Xaramiel quemado " la recoge Flórez en su transcripción de la estimación de préstamos del obispado burgalés a mediados del siglo XII, donde se dice que aportaba 10 maravedís. La misma denominación aparece en el Libro Becerro de las Behetrías, donde se dice que era su señor don Nuño.
El rasgo de su existencia a finales del siglo XII o principios del XIII la proporciona la espléndida estampa de la torre campanario de la iglesia de San Martín, probablemente uno de los mejores ejemplares de este tipo de estructuras, tan propias del románico serrano.
"Castilla que face sus homes e los gasta", repiten en la soledad de su mente los siete vecinos de este pueblo burgalés, considerado como el más pequeño de España, que un día fue llamado Jaramillo de los Caballeros.
Se alza el templo sobre un afloramiento rocoso al sur del actual caserío.
La actual iglesia es gótica, de tres naves abovedadas con crucerías, cabecera de testero plano y monumental portada abierta en el hastial occidental y protegida por pórtico renaciente.
Cinco canecillos románicos combinados con los típicos de cuarto bocel en el alero sur de la nave, decorados con nacelas escalonadas, un prótomo de carnero, otro de bóvido,
formas geométricas y una confusa composición en la que vemos un personajillo en una extraña contorsión. En el muro norte vemos otros de simple nacela y perfil de proa de barco, quizá también reutilizados.
La torre, de planta aproximadamente cuadrada, presenta un alto cuerpo inferior liso con muros de extraordinaria potencia, y dos pisos superiores de campanas retranqueados y separados entre sí por una destrozada imposta abiselada. El cuerpo inferior muestra en cada lienzo dos arcos geminados -de medio punto, baquetonados y con chambrana de nacela- sobre columnas a modo de parteluz, éstas alzadas sobre basamentos cúbicos, con basas áticas de atrofiado toro superior y gran toro inferior aplastado y rematadas por simples capiteles de hojas rematadas en cogollos. En los extremos apean directamente en el machón, cuyas aristas reciben boceles que continúa los de los arcos. En el piso superior son arcos abarcantes con tres cuartos de bocel los que albergan ventanas bíforas del tipo de las anteriores, aunque aquí se recarga algo más el paramento al reposar los arcos externos en dobles columnas.
A la se accedería por puerta que encontramos cerrada.
Ábside potente dividido en tres paños
Y soledad, esa soledad que solo soporta el sufrimiento que te la causa cuando el corazón se oprime y se te mete en un puño al contemplar tanta belleza y tanta historia desparramada.
Cuando no quedan lágrimas y hay que buscar "rocinantes quijotescos" para poder seguir cabalgando por los imponderables camino del románico.