Paseando por el viejo Madrid no resultará improbable encontrarse con rincones como el de nuestra fotografía, en el que puede que alguien, algún día, dejase caer una semilla de sensibilidad...
Me emocionan estos remansos de improvisada naturaleza en paz, de vida que se resiste a la imperturbabilidad de la baldosa o la impermeabilidad del asfalto...
Esta esquina me sobrecoge incluso más de lo que en su momento alcanzaron a hacerlo un Retiro con toda su grandiosidad, o el esplendor de Versalles... Y me dio por pensar que el bolardo se inclinó en la misma dirección que mis pensamientos, la de dejarse la verticalidad, cuando fuera preciso, en el empeño de defender a este macetero urbano...