En la Antigua Grecia los jardines públicos o semipúblicos carecían de diseños y criterios paisajísticos. Estos lugares tenían diversas funciones y objetivos, como celebrar reuniones políticas, organizar los originales juegos olímpicos, servir de lugar para el entreno de atletas, etc. Pasaron a la historia como el lugar preferido de los famosos filósofos, Platón y Aristóteles, para impartir sus enseñanzas y reunirse a diario con sus discípulos y seguidores a la sombra de grandes arboledas. Los jardines griegos fueron las primeras Academias, casi podríamos decir que fueron las primeras "aulas". Fueron, sin embargo, los Romanos los que aportaron una dimensión artística al jardín. Para esta civilización, la jardinería era un Arte y se convirtió en una de las expresiones artísticas predilectas del pueblo romano, que a través de la creación Renacentista ha llegado hasta nuestros días. En una ocasión leí que en Roma una de las profesiones más valoradas y que requerían mayores destrezas era la de jardinero. A éstos se les solicitaba cuidar los jardines para convertirlos en obras de Arte, con figuras geométricas y ornamentales perfectamente dispuestas, de forma que desde las colinas cercanas pudiese comtemplarse una obra para el deleite de los sentidos. Ser jardinero implicaba tener grandes capacidades para la visión espacial y saber abstraerse para ser capaz de visualizar el conjunto desde fuera a pesar de estar, precisamente, dentro de él entre setos y árboles. Debían ser personas capaces de acercarse tanto como la situación lo requisiese y, de la misma forma, saber alejarse -en sentido figurado- para adquirir perspectiva de la obra que estaban realizando. Como diríamos hoy, personas con el don de ver el bosque a pesar de los árboles. Son de aquella época romana, etimológicamente hablando, las dos voces latinas de las que proviene el término educación: "educare" y "ex-ducere". "Educare" significa en latín criar, nutrir o alimentar. Así, conforme a esta primera voz, la educación es un proceso de alimentación, de crecimiento que se ejerce desde afuera, del educador al educando. "Ex-ducere" significa sacar, llevar o conducir desde dentro hacia afuera. De acuerdo con esta segunda voz latina, la educación es un proceso encaminado a movilizar las potencialidades internas ya existentes en el sujeto que se educa. En síntesis, podemos decir que el significado de las dos voces latinas de "educare" y de "ex-ducere" son los conceptos centrales de dos ideas diferentes de la educación que, a través del tiempo, han luchado por imponerse. En mi modesta opinión, la educación debiera haber sido siempre concebida como un proceso encaminado a conformar la mejor versión de las personas, conduciendo a una construcción humana y espiritual de dentro hacia afuera, con la perspectiva necesaria como para ser capaz de contemplar la obra que trata de moldear. Usando el símil histórico, tratando de combinar la esencia de los filósofos griegos de y la prestancia de los jardineros romanos. Por supuesto, no entendiendo la educación como un proceso unidireccional, sino todo lo contrario, bidireccional del educando al educador y viceversa. En este contexto, quiero compartir con vosotros un vídeo de mi admirado Juan Antonio Negrete Alcudia en el que nos da una lección acerca de la educación en su trabajo "Qué somos y qué querríamos llegar a ser. Cuatro filosofías de la educación". Disfrutadlo.