Según la predicción de un meteorólogo metido a gurú, este verano iba a ser idílico ¡y yo voy y me lo creo!
Salgo de casa, y a la primera me doy cuenta de que tengo que avanzar sobre las casillas negras (sombra) del callejero tablero. Mis pasos mecánicos me llevan hasta la céntrica Plaza de Colón o Campo de la Merced –como también la denominamos los cordobeses- La luz no es la idónea para fotografía, así que dejo la cámara quietecita y para esta entrada tiro de archivo
El nombre de la plaza, es debido a que en el Convento de la Merced –actual Diputación- estuvo alojado el Almirante siguiendo a los Católicos Reyes para seguir dándole la coña marinera (nunca mejor dicho) sobre el nuevo mundo. La historia de esta plaza es extensa: existió una necrópolis romana, se han hallado enterramientos islámicos, fue lugar de paradas militares, la inquisición hizo de la suyas, los gabachos fusilaron en ella… y hasta que se construyo el coso de los Tejares, hubo una plaza de toros de madera En 1835, el alcalde de turno quiso ajardinar el lugar. Se proyectaron y pusieron los cimientos de la fuente, pero hasta principios del siglo XX no se levantaron los jardines. La fuente se construyo en 1920, es obra de Rafael del Rosal El trípode, la cámara, yo, y los jardines de noche
Antiguo Convento de la Merced
M Salcedo Hierro Que importa, Córdoba, la calidez de tu noche, sabiendo que siempre me esperas para conversar sin palabras Que importa, si sé que de tu mano mi sed siempre queda saciada
Capto y fijo tu imagen, pero siempre eres tú la que pone la poesía del momento
Me voy de ti sabiendo que siempre estarás ahí
Elijo una imagen al azar, recordando momentos