Revista Atletismo
Últimamente, el deporte español no cesa de cosechar triunfos por todo el mundo. Al mundial conseguido por la selección española de fútbol se ha sumado el campeonato del mundo de Moto GP de Jorge Lorenzo el de Toni Elías en Moto 2, los incontestables triunfos de Rafa Nadal en tenis, y muchos más que no por omitirlos son menos importantes. Pero hay uno que merece especial atención por varias razones. Primero por la dureza de la especialidad y segundo porque, a pesar de ella, la gesta ha pasado más inadvertida. Se trata del Campeonato del Mundo de triatlón conseguido por Javier Gómez Noya tras la última prueba celebrada en Budapest, y de su decimocuarto triunfo en el circuito de la Copa del Mundo, al imponerse en la prueba de celebrada en Huatulco (México) el pasado domingo.
El tritleta español Javier Gómez Noya se ha impuesto este domingo en el Garmin Barcelona Triathlon, un evento que mezcla a la elite mundial con la competición amateur en el que han participado un total de 5.000 personas. En elite masculina se formó un grupo de siete en la fase de natación, en la que reinó el entendimiento durante el recorrido ciclista urbano. En él iba el gran favorito Javier Gómez Noya, más otros 3 españoles: Llobet, Parreño y Serrano, el italiano Fabian, el polaco Jaskolea y el suizo Giacond.
Este gallego criado en Ferrol aunque nacido en Suiza en 1983, ha conseguido por segunda vez esta máxima deportiva en una de las disciplinas más duras. Lo logró el pasado mes de septiembre tras una temporada llena de dificilísimas pruebas por todo el mundo y de haber superado un auténtico calvario por una anomalía en su corazón llamada valvulopatía aórtica congénita. Pero el calvario no fue por el dolor que pudiera causarle la incapacidad, sino por la insistente negativa del Consejo Superior de Deportes (CSD) a dejarle correr, una prohibición que se remonta a 1999, cuando comenzaba su meteórica carrera, y que desembocó en la recuperación definitiva del permiso para competir en 2006. Por fortuna, todo atisbo de fragilidad alrededor de su órgano vital está ya erradicado, pero cuando Javier sólo tenía 19 años, un consejo médico detectó la alteración y estimó que la alta competición suponía un gran peligro para la vida del deportista, así que le retiraron la licencia para competir a nivel internacional. Javier hizo oídos sordos a la prohibición y mientras el caso pasaba de despacho en despacho, de apelación en apelación, el triatleta continuó con su meteórica y meritoria carreta. Cuatro años después, se proclamaba campeón del mundo sub-23 en Nueva Zelanda. Pero tras los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, que no tuvo más remedio que ver desde el sofá de su casa, el CSD decidió retirarle la licencia totalmente y para cualquier tipo de competición. Entonces fue cuando empezó la verdadera lucha, de despachos eso sí, pero inevitable si quería volver a correr y competir con libertad. Él siempre había defendido que la supuesta anomalía que registraba su corazón no representaba un peligro para la práctica de su deporte. El empeño de la Federación Gallega de Triatlón, la insistencia de su médico, Nicolás Bayón, y el favorable informe de un prestigioso médico inglés, así como de médicos americanos, consiguieron que Gómez Noya recuperase su licencia y pudiera seguir con su carrera bajo su responsabilidad. Así, Gómez Noya representa a España en las diferentes pruebas de triatlón después de haberse visto obligado a firmar un documento según el cual los médicos del Consejo Superior de Deportes se lavaban las manos si su aorta falla. Gómez Noya se empeñó en seguir practicando el triatlón de manera profesional apoyado por su razón: "Yo soy el primero al que le importa mi salud. No compito a lo loco, sino con una opinión médica que me avala". Y es muy consciente de que a pesar de todo, la seguridad nunca es absolutamente completa: "No tengo miedo cuando compito, pero es inevitable que a veces tenga dudas. No quiero estar pendiente de mi problema, pero no siempre puedo", confesaba tras conocer casos menos afortunados como la muerte del sevillista José Antonio Puerta.
Con el castigo levantado, en diciembre de 2003, Gómez Noya se proclamó campeón del mundo sub 23 con tres semanas de entrenamiento. Desde entonces, no ha dejado de levantar los brazos para celebrar éxitos, demostrando que su corazón funciona de maravilla, como un motor con válvulas de acero. A estas alturas, su palmarés es ya impresionante: dos veces campeón del mundo (2008 y 2010), dos veces subcampeón del mundo (2007 y 2009), tres veces campeón de la Copa del Mundo (2006, 2007 y 2008), Diploma Olímpico en Pekín 2008, dos veces campeón de Europa (2007 y 2009) y tres veces campeón de España (2006, 2009 y 2010), entre otros títulos de menor entidad.
**Publicado en "La Vanguardia"
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