Revista Cultura y Ocio

Javier Krahe en el teatro Miguel de Cervantes

Publicado el 22 octubre 2012 por Ruta42 @ruta42
Javier Krahe en el teatro Miguel de Cervantes

Javier Krahé (Fotografías de Chusmi)

Entre la amplia oferta cultural de este sábado, 20 de octubre, en Valladolid, RT Producciones había programado la actuación del satírico cantautor Javier Krahe. Ni siquiera la inauguración -alfombra roja, incluida- de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, impidió que las cuatrocientas butacas del auditorio de la capital estuvieran ocupadas por un público que pudo disfrutar de casi dos horas de humor, sentimientos y, por lo general, de descanso para el alma en tiempos difíciles.

Puntual y sencillo, se presentaba el madrileño tras un año sin pisar tablas pucelanas. Tras confesar no ser ya uno como el que era, comenzaban los primeros compases de “Kriptonita”. La escena juglar y clásica, inmersa en un mar de dudas, en la que nos había sumergido se volvió más bohemia con un viaje a una filosofía de vida sencilla “En la costa suiza”. Con esa acidez que le caracteriza, reconociendo su mala memoria de nombre “Mariví”, y sirviéndose de un verso de Pablo Neruda, se acordaba de Franco y una incomprensible España en una jocosa pero realista “¡Ay Democracia!”.

Hablando de democracia, se coló (pero no la de ahora) Grecia, en “Como Ulises”. Un acercamiento al sirtaki que dio paso a una estimulada artificialmente, o eso aseguró él, “Peleas y Melisanda” y las culpas heredadas, en este caso de su mujer, de un festivo malasañero por “El Dos de Mayo”. ¡Chúpate esa, Francia! No vamos a renegar ahora del resquemor que nos causamos entre unos y otros. Y, si no es de tu gusto, Javier te ofreció ayer también la solución. Lo hizo en forma de “Diente de ajo”.

Javier Krahe en el teatro Miguel de Cervantes

Se sucedían las líneas vocales sencillas y homogéneas, en unas composiciones con mayoritarios arreglos jazzísticos. Cargadas de rimas cultas, de imprescindible esfuerzo de atención, pero desenfadadas en variopintos encuentros sociales y amorosos. Sonaban “Vecindario” y “Abajo el alzheimer”. Las carcajadas, que no cesaban desde el comienzo, se venían arriba con unas “Antípodas” casualmente cercanas. Siendo sinceros, los murmullos de sus músicos, contrabajo y guitarra en mano, a medio camino entre líneas corales y un spanglish incomprensible, eran provocadores de risa fácil e irrefrenable. Por si hubiese sentado mal -no lo creo-, aprovechó el distendido momento para desmentir su belicosa relación sentimental con el “Vals del perdón”.

Como no podía ser de otra manera, su reciente conflicto con la Iglesia Católica debía plasmarse en forma de canción. Y, así lo hizo con una (estrenada) “Fuera de la guerrilla”. Donde aprovechó para confesar Dios no sería su pastor, por no ser él un borrego. Además, por mujeriego. En esa búsqueda de lo espiritual, prefirió dejarse seducir por los secretos del canto neutro provocado por una fuente. Con ungüento escocés podría haber curado este proceso legal, como ya hiciera con su rocanrol “Eros y civilización”. Pero quizá no le preocupaba tanto. Por ello, y sumado al temprano horario decidió acompañar la noche con botellas de agua que ayudaron a mitigar las dificultades que sufrió su voz durante algunos momentos de la noche.

También hubo espacio para la salsa, pero no la de soja, en su intento por conquistar el mercado asiático, a petición de su representante. Y tras abandonar el escenario entre los aplausos que habían sonado al unísono con su última canción, regresó para ofrecer dos canciones más. Sin extensiones, para poder solidarizarse con el treinta y siete por ciento del público que querría salir a fumar. Entre el que, por supuesto, se incluye. “Piero della Francesca” y “Ron de caña”, fueron las elegidas para culminar una noche tan llena de clásicos como de algún que otro estreno. Haciendo las delicias de un oyente, mayoritariamente adulto, que sucumbió al encanto de un hombre sincero.

Javier Luna Roldán

Javier Krahe en el teatro Miguel de Cervantes

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