Jayne Mansfield, la estrella más kitsch del Hollywood clásico, Parte 2

“Mi vida ha sido muy turbulenta. Alguna gente nace así. Con turbulencias.”

Lo cierto es que Jayne , seamos honestos, no hizo nada para que su vida transcurriese de algún otro modo. Su obsesión con la celebridad le pasó factura a nivel artístico poco después de comenzar su carrera ya que después de sus primeros 5 o 6 films los estudios no sabían que hacer con ella. El departamento de publicidad observaba con cara de circunstancias como su labor no era en absoluto necesaria : Jayne hacía el trabajo ella solita y a veces, se pasaba de la raya.

Tras su divorcio de su primer marido se casó con el showboy y culturista Mickey Hargitay, un maromazo de origen húngaro al que había conocido en un espectáculo en Las Vegas.

Con Mickey alcanzó la cumbre de su popularidad y la pareja en seguida se consagró en el arte de dar carnaza a las publicaciones de cotilleos los 7 dias de la semana, invitando a los fotógrafos y periodistas cada dos por tres a su Mansión Rosa, en cuya piscina Hargitay había ordenado grabar la leyenda “I love Jayne” , haciendo malabarismos y confesiones bizarras y apariciones estelares en fiestas (con previa invitación o sin ella) con su performance favorita :  Tarzán lleva a su “Jayne” sobre sus hombros ataviada solamente con un escueto bikini de leopardo .

Viendo como se estancaba inevitablemente en los papeles de rubia tonta pese a haber demostrado su valía como actriz cómica, Jayne tomó la decisión de aparecer en una peli de sexplotation titulada Promises, Promises a principios de los 60, en la que aparecía desnuda. Con este paso,su carrera como estrella de primera línea en Hollywood estaba definitivamente finiquitada. Pese a la aclamación del público (masculino en un gran porcentaje) la industria la empezó a ver como una paria de la que avergonzarse. A partir de 1963 solo le llegaban ofertas de Europa para protagonizar cintas de bajo presupuesto en las que el guión brillaba por su ausencia siempre que su cuerpo se hiciera cargo de la trama principal,claro está.

Un vez entró en la rueda de la fama a toda costa , Jayne cometió alguna que otra estupidez que marcaría su mito para siempre, como su coqueteo con el patético y oscuro fundador de la iglesia de Satán, Anton La Vey, que , aunque nos cueste creerlo, contó con varios seguidores famosos durante un tiempo, entre ellos Sammy Davis Jr o la actriz Elke Sommer. Jayne olió el factor publicitario desde el primer momento e incluso llegó a permitir sesiones fotográficas con el oportunista La Vey que la acosaba con comentarios del tipo “eres la suma sacerdotisa de mi iglesia”. La decadencia no podía ser mayor.

Por entonces Jayne se había separdo de Mickey ( tanta promoción debió dejarlos exhaustos y sin ganas de verse la cara el uno al otro) y ya le había dado tiempo a volverse a casar , tener su quinto hijo y divorciarse de nuevo. En 1966 su vida personal era una locura y la profesional se reducía prácticamente ( exceptuando la ocasional película sin relevancia alguna de serie B) a shows en clubs nocturnos , que si es algo bastante cutre para una persona que no hacía mucho había sido una estrella de cine, no dejaba de ser un buen negocio ya que su caché era bastante envidiable por lo que parece. Todos querían ver a la Mansfield haciendo el numerito.

Mucho se ha hablado de la trágica muerte de Jayne . A los morbosos más extremos les encanta creer que el accidente que acabó con ella y con Sam Brody, su pareja y representante por entonces, esa noche de junio de 1967 fue el resultado de una maldición de La Vey hacia Brody, que lo había dejado en rídiculo un año antes mofándose de  sus prácticas y de su “iglesia”. Lo cierto es que eran casi las 3 de la madrugada y el conductor, que también falleció en el impacto, se empotró contra la parte trasera de un trailer. Los tres hijos que Jayne tuvo con Mickey se salvaron de milagro : dormían acostados unos sobre otros en la parte trasera, y solo resultaron heridos leves.

La hija pequeña de Jayne, Mariska Hargitay, no recuerda absolutamente nada de ese dia y lógicamente ( tenía solo 3 años) apenas se acuerda de su madre. Hoy en día Mariska es una estrella por derecho propio principalmente gracias a su papel en la serie Law & Order. Es inevitable ver a su madre en ella. La misma forma de la cara, la misma nariz, los mismos ojos…

Mariska Hargitay