

Hace unos meses actué en un restaurante en un pueblo de Ciudad Real, a dúo de trombón y contrabajo. A pesar de lo inusual de la formación, musicalmente funcionó bastante bien. No debió pensar lo mismo una animosa comensal, que al final del concierto nos comentó:
"Menos mal que habéis parado ya, me estaba rallando la trompeta esa. Anda que el del violonchelo...".