Hace ya un par de años que se ha importado a Madrid el Bass Day, esa reunión anual de bajistas eléctricos tan habitual en tierras estadounidenses. Stands de diversas firmas de bajos e instrumentos, demostraciones de productos y actuaciones de músicos punteros conforman un menú muy apetecible a priori.
Lo cierto es que después de varias horas inmerso en el evento uno empieza a cansarse de escuchar continuamente frecuencias graves, máxime cuando la mayoría de los asistentes, a la hora de probar bajos, se centran en los estilos y técnicas más agresivas. En la segunda edición del Bass Day (2009), en una nave industrial de Vicálvaro (Madrid), coincidí con un amigo batería. Le comenté: "Llevo aquí bastante tiempo y estoy cansado de escuchar a la gente haciendo slap, tocando riffs, usando efectos... En toda la mañana no he escuchado a nadie hacer una melodía lírica". Su respuesta, breve y sintética, fue: "¿Qué te crees que esto, el Museo Reina Sofía?".