Los easter eggs o huevos de pascua son una buena forma de incitar al jugador a que explore hasta el último recoveco del mundo para ver qué puede haber. Empezaron con un origen humilde como créditos, ya que antes los desarrolladores no podían poner sus nombres en el juego y los usaban para esconder su contribución, y algunos eran MUY difíciles de encontrar. Por suerte la dificultad para encontrarlos ha bajado, pero el espíritu de esconder cosas bajo la alfombra para que otro las encuentre sigue vivo. Ya sea para introducir ese alivio cómico en juegos más serios, como la rave en el ascensor de Crysis, o el pollo mutante en Gears of Wars, o para guiñar a otros juegos y así meter publicidad, como cuando encontramos el sombrero de nuestro querido vaquero John Marston en L.A. Noire (Team Bondi, 2011), estos huevos están ahí para ser encontrados, ocultos a la vista del jugador menos inquieto al que no le gusta recorrer el mundo y descubrir lo que esconde. El más inquieto se siente más listo que el programador al encontrar lo que escondió con tanto ahínco, y dependiendo de lo personal que sea el huevo, desnudar un pedacito del alma del creador, y a veces incluso hasta su mismo corazón o meterte en su cabeza.
Homer predijo el futuro: el perro era el villano.
No todos juegos tienen esos secretos, y por supuesto no existe un límite a la hora de ser gallina ponedora y dejarlos dispersos, pero ¿qué pasa cuando hay más huevos que juego? A esto nos responde Jazzpunk, el juego creado por Necrophone Games.
Jazzpunk nos sitúa en una realidad alternativa donde Japón ganó la Segunda Guerra Mundial y conquistó Estados Unidos, y la guerra fría sigue adelante, pero en un extraño mundo cyberpunk setentero. Poniéndonos en la piel de Polyblank, un espía profesional de la más alta categoría, iremos haciendo los trabajos que nos encargue nuestro jefe (y mientras esperamos que nos mande cosas podemos leer el último número de Playbot que siempre tiene en la mesa), ya sea robar datos rusos o robar un riñón a un vaquero.
La historia rápidamente pierde protagonismo para dar paso a la exploración pura y dura. Jazzpunk nos ofrece un mundo más interesante que lo que tengamos que hacer, y lo hace con comedia pura y dura, sin aditivos y sin cortar, una dosis directa de gags y referencias a películas y juegos. En las viejas aventuras gráficas de LucasArts (a las cuales los maravillosos y fantásticos chicos y chicas de Deus le hicieron un homenaje) el humor se usaba como método para aliviar esa frustración que te causaba no saber qué tenías que hacer para pasar cierto puzle, pero aquí no es así, en Jazzpunk son el incentivo para remover cielo y tierra hasta encontrar ese secreto que se oculta a nuestras miradas. Al igual que Gone Home (The Fullbright Company, 2013), el juego se centra en explorar lo que hay a tu alrededor para no perder ni el más mínimo detalle. Ir directamente a completar el objetivo es un desperdicio.
Nunca se dará cuenta
Si bien el citado Gone Home nos empapa con su historia y nos impulsa a explorar todo, Jazzpunk nos embelesa con gugoles de guiños cada uno más clásico que el anterior. Todo aquel que creció en los 80 (y sobrevivió) reconocerá un estilo que parece ser un concentrado de las películas de Jim Abrahams y David Zucker tales como Aterriza como puedas (Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, 1980) o Top Secret (Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker). Incluso al romper la cuarta pared nos recuerda a las películas del gran Leslie Nielsen. Bebe del humor que inspiró a los Monty Python a crear La vida de Bryan (Terry Jones, 1979) o Los caballeros de la mesa cuadrada (Terry Jones, 1977), como si Tex Avery -creador de Bugs Bunny entre otros- hiciese un juego plasmando lo que debían ser los dibujos animados, alejándose de ese realismo que se imponía por algo más caótico e impredecible. Si el humor no está atado por la lógica, ¿por qué éste tiene que seguir sus reglas? Un ejemplo muy claro de esto aparece cuando el juego te da la opción de encender la alarma de fuego, que enciende los aspersores, o la alarma de hielo, que enciende los lanzallamas. Esta fórmula es la que causó el éxito de todas las películas mencionadas antes: el espectador es incapaz de prever lo que va a ocurrir. Permaneciendo continuamente con la guardia baja, el observador tiene sus propias reglas en las que la lógica y el sentido común mandan, pero la película juega con sus propias reglas y no tiene escrúpulos a la hora de hacerlas añicos.
Sin duda alguna lo más reconocible del juego son la infinidad de referencias a otros juegos, algunas más sutiles como la barra de vida del juego de Rare para N64 GoldenEye, otras siendo directamente mini-juegos, como una versión del icónico FPS de Id Software conocido por todos llamada Wedding Quake, donde incluso salen mensajes de jugadores quejándose del lag. Juegos tan variados como Frogger (Konami, 1981) o incluso Resident Evil (Capcom, 1996) están presentes, incluso objetos míticos como el Power Glove o el visor de la Virtual Boy de Nintendo. En el cebo perfecto para el amante de lo clásico, podremos mirar a través de un microscopio y jugar al Space Invader con células, o luchar contra un Honda al ritmo de una canción muy parecida al tema de Guile. Hasta parodia algunos bugs curiosos de algunos juegos, como el Watson que siempre estaba a tu espalda.
Lo más atractivo del juego es su propio ritmo. Otros juegos de comedia, como Portal (Valve Corporation, 2007) o Borderlands (Gearbox Software, 2009), simplemente te dicen las líneas y el chiste ocurre, dejando al jugador de lado observando desde fuera. Pero Jazzpunk hace lo más difícil, mete al jugador en el chiste. Te lo presenta en una bandeja y te pregunta si lo quieres o no, eres libre de tomarlo o dejarlo. Te muestra la tarta y la cara, pero eres libre de lanzársela o dejarla para que se enfríe en la bandeja. El remate de la broma depende totalmente del jugador, no de algún script que se dispare cuando ocurra algo. No te ofrece una dificultad que empañe la broma por perder un mini-juego o no resolver un puzle, es imposible perder en Jazzpunk.
W-W-W-WEDDING SPREE
Jazzpunk es ese soplo de aire fresco que muchas veces se necesita. Es como ver El Coyote y el Correcaminos después de ver Origen (Christopher Nolan, 2010). Sabes que no tiene la profundidad, ni la trama ni toda la historia que tiene la otra, pero te diviertes y pasas un buen rato. Simplemente te sientas y disfrutas sin pensar en tramas complejas o posibles finales abiertos. Se te muestra un estilo agradable, con sus bordes gruesos, sus monigotes y sus colores vivos, y te mantiene con la carcajada en la boca hasta que termina. No piensas en por qué te gusta o qué está pasando, solo te ríes.
La entrada Jazzpunk es 100% producto Deus Ex Machina.