Revista Cine
Tal vez el film más crítico con Napoleón, a pesar, como ya hemos visto en otros casos, de que se interpreta a la figura del emperador desde los ojos británicos, esta vez se hace con crueldad hacia el personaje. Se le retrata como a un demente tiránico, obsesionado con la victoria, y que no sabe perder, ya que regresa de su primer exilio y olvido de Elba.La acción transcurre, tal y como indica el título de la película, en torno a la batalla, desde días antes de la famosa batalla hasta la derrota final del pequeño gran corso, vista desde dos puntos de vista, el francés personificado en Napoleón y el británico en Wellington. Estos dos personajes nos muestran como se sentían sus correspondientes pueblos, mientras que Inglaterra después de conseguir exiliar al “tirano” francés y recuperar el dominio a nivel mundial que este le había arrebatado, los franceses a pesar de sentirse victoriosos y recuperados del mal gobierno de Luís XVIII, están cansados, débiles, y poco alentados para vencer de nuevo como habían hecho diez años antes.La principal parte de la acción transcurre entre el campo de batalla y los centros de mando de ambos ejércitos, donde vemos los estilos distintos de dirigir a los soldados, y como Napoleón sigue siendo el mejor estratega de la época, pero que ahora tiene notables discípulos, como Wellington –que a pesar de no ser lo directamente, conocía todas las batallas y todos los movimientos del corso–, enfrente que le impiden volver a ser el amo de Europa.A pesar de ello el film es magnífico, la interpretación de Christopher Plummer como Duque de Wellington es extraordinaria, demostrando que es un actor dinámico, que puede interpretar un personaje histórico marcadamente británico como es el caso del héroe inglés. También se tiene que destacar la interpetración de Rod Steiger como Napoleón, a pesar de cómo se enfoca al personaje, el actor hace un magnífico trabajo mostrando a un personaje transtornado, superado por la incapacidad de sus inferiores, y por sufrir un victoria cuando a priori tenia la victoria en el bolsillo.Otro punto fuerte de la película son las escenas de la batalla de Waterloo, ya que se han hecho de forma excepcional, con tomas aéreas que permiten ver los movimientos de los distintos batallones, como formaban y como se movían por el campo de batalla, además de la excelente reproducción de la batalla movimiento a movimiento por un grupo de especialistas en la reproducción de combates, siguiendo una rigurosidad histórica aplastante, que raya la perfección.Todo ello enmarcado en un excelente guión de H.A.L. Craig, Sergei Bondarchuck, Vittorio Bonicelli y Mario Soldati que permite embarcarte en una magnífica historia a principios del siglo XIX, y reproduce con exactitud como era la vida en aquel entonces, con una magnífica reproducción de la fiestas cortesanas británicas, donde la alcurnia militar y civil se reunía para festejar su posición, y hacer tratos ocultos detrás de los finos cortinajes.La historia se articula siguiendo los pensamientos de Napoleón y Wellington, con estos vemos como ambos se creen vencedores, pero de formas distintas, mientras que Wellington es más modesto y prefiere una victoria pero sin florituras auto-alabadoras, Napoleón, después de haber recuperado Francia y su trono sin un solo tiro, cree que en Waterloo conseguirá la victoria definitiva que le convertirá de nuevo en el amo de Europa, repitiendo triunfos como los de Marengo o Austerlitz. Es en estos pensamientos donde los creadores del film se ceban en la egolatría que pudiera tener Napoleón y la exageran hasta unos límites impensables, que para los seguidores y especialistas en el emperador francés puede resultar insultante.Waterloo, tanto la batalla como el film, es un combate de genios militares sin parangón en el mundo, hoy en día son recordados uno por Austerlitz y el otro por Waterloo, por demostrar que la fuerza no cuenta, sino la estrategia y el savoir fair en el campo de batalla. Este film es una excelente forma de adentrarse en lo que fue Waterloo y, aún más importante, lo que significo para el mundo. Pero para los fervientes seguidores de Le petit caporal, resultará una forma cruel de convertir un personaje importante como fue Napoleón en alguien que el poder ha vuelto loco, y que la falta de poder en Elba lo ha convertido en un obsesivo perturbado.Valoración: 4/5