Hace relativamente poco tiempo hablamos aquí de “Grace”, el único disco de estudio publicado en vida por Jeff Buckley. En aquel momento hacíamos referencia al EP que traemos hoy al blog y que se trata del debut discográfico del músico. Comentamos entonces cómo Jeff se había convertido en una notable atracción en el East Village neoyorquino con sus conciertos en el café Sin-é en los que apenas se acompañaba de una guitarra eléctrica. En aquellas actuaciones, Buckley mezclaba, casi al cincuenta por ciento, canciones propias con versiones de artistas tan diversos como Bob Dylan, Van Morrison, o Leonard Cohen e incluso se atrevía con otros más “exóticos” como Edith Piaf o Nusrat Fateh Ali Khan. Esos conciertos llamaban la atención de cada vez más gente y terminaron por conseguirle su primer contrato discográfico con Columbia. Sin embargo, el músico insistió en que, antes de lanzar un disco completo, prefería algo más pequeño y por ello, con buena parte de lo que sería “Grace” ya grabado, se decidió registrar algunas de sus sesiones en el café Sin-é de cara a la publicación de un EP que sería el debut comercial del artista.
El disco que traemos aquí es, precisamente “Live at Sin-é” en su versión original de solo cuatro canciones en la que se pretendía recoger todo el ambiente de los conciertos de Jeff durante la etapa en la que fue artista habitual del café, donde actuaba todos los lunes desde abril de 1992 hasta el final del verano de ese año. La grabación es cruda. Sin retoques. Se pueden apreciar en ella los sonidos del local e incluso el zumbido del amplificador, no demasiado bien aislado, constituyendo un documento impecable de lo que sucedía en esos conciertos.
“Mojo Pin” - Las dos primeras canciones son composiciones propias. La que abre el disco comienza con un largo lamento acompañado de arpegios de guitarra. Comienza entonces Jeff a recitar, más que a cantar, un breve fragmento antes de entrar en la parte central de la canción. En apenas dos minutos ya hemos asistido a tres o cuatro cambios de estilo y ritmo en la pieza lo que deja bien claro que no estamos ante un cantante convencional en absoluto. De ahí al final, más desafíos, giros vocales, arranques de rabia, pausas dramáticas, etc. Un auténtico tour de force en apenas cinco minutos de canción.
“Eternal Life” - El segundo corte se abre con una larga introducción de guitarra llena de ritmo en la que Buckley nos demuestra que sus habilidades con el instrumento no son nada desdeñables. Es una canción más rockera que la anterior y en la que se dejan ver algunas de las influencias del músico, particularmente la de Led Zeppelin. Igual que ocurría en la pieza anterior, el manejo de la situación, combinando partes intensas con momentos en los que todo se detiene, es espectacular. Una interpretación que revela un talento inmenso.
“Je n'en connais pas la fin” - Quizá la gran sorpresa del disco es la inclusión de una canción popularizada por Edith Piaf. En ella todo es delicadeza, desde la melodía casi infantil con la que comienza, interpretada de forma encantadora por Buckley a la guitarra, hasta la forma de cantar del artista con inflexiones llenas de sutileza. Una joya con todo el encanto de un carrusel infantil girando iluminado al atardecer.
“The Way Young Lovers Do” - El EP se cierra con una larga versión de una canción de Van Morrison introducida con una prolongada queja que desemboca en un atractivo ritmo de guitarra con progresiones a medio camino entre el jazz y el rock progresivo. Con ese fondo empieza la interpretación vocal que es un derroche de facultades y talento por parte de un artista decididamente diferente. Entramos así en la parte central en la que Buckley se atreve con un extenso y arriesgado fragmento dominado por el “scat” en fantástica combinación con la guitarra. Es algo que hay que escuchar para hacerse una idea porque cualquier descripción se queda corta.
En 2003, coincidiendo con el décimo aniversario de la publicación del EP, apareció una edición expandida del mismo que recogía los dos conciertos completos de los que procedía la grabación original. Más de dos horas y media de canciones entre las que se conservan los comentarios del músico durante la actuación. Un documento precioso que recomendamos, aunque, quizá por pura nostalgia, hoy nos quedamos con el encanto del disco original que, por otra parte, fue el que llamó la atención de medio mundo antes, incluso, de la publicación del aclamado “Grace”.