Revista Cine

JEG FORVENTER INGEN (I expect no one)

Publicado el 23 noviembre 2012 por Nacho_c

Contar cosas fuera de plano. ¡Qué gran recurso tan utilizado por Spielberg! Y como decía un profesor mío en la facultad: Lo que hubiera cambiado la historia de España si hubieran usado ese recurso el 23F. Sala aparte, algún elegido, sonido de disparo.

Sí, los ojos como platos aquel día en clase. Corramos un tupido velo.

Contar lo que no se ve. Y a veces hasta lo que ni siquiera se escucha. Ese es el logro de este cortometraje que traigo hoy. Porque Kristoffer Borgli, director de cabecera, es capaz de contar más con lo que no cuenta y con lo que no se ve que con lo que se ve.

Te recomiendo darle primero al play del vídeo y luego leer el post, así no perderás ni un solo momento de ese fantástico ejercicio interactivo que es pensar, deducir e imaginar lo que ha pasado y lo que va a pasar en una película de ritmo lento. Es una pieza abierta, que necesita de ti para completarse.

Todo comienza con unos bonitos planos arquitectónicos. Nos cuenta dónde estamos, cuál es el estilo narrativo que quiere emplear. La fotografía y el arte tienen la fuerza de los silencios, lo minimalista estruendoso. Nos acerca la personalidad nórdica al cine. Lo exterior frío y contenido, el interior con grandes conflictos. Preguntad a Henrik Ibsen qué pensaba.

La presentación del personaje protagonista es tan escueta como los colores. Hay un sonido, una mirada fuera de plano y… corte. Elipsis. No hay momento Fargo. No hay nada, no pasa nada. Negro.

Volvemos con ella amordazada y todo revuelto. Ha pasado algo, no hace falta ser un genio. Ya está contado. Se desata las manos como mejor puede y se quita el pañuelo. Hilillo de sangre en la nariz. Economía en las píldoras de la información que encierra mucho detrás.

La han golpeado, no muy fuerte, la cara no está amoratada, sólo el suficiente daño. No es un psicópata ni un violador, probablemente sólo quiera robar en casa. Pero, ¿por qué hay silencio? ¿qué está pasando fuera de plano? ¿se han ido los ladrones? Con la economía de un nuevo plano nos cuenta que era uno. Caído por culpa del muelle y si no está muerto está malherido. Las tornas se han vuelto como si de un juego de niños se tratara.

Siguiente paso: la venganza. Silenciosa, adusta, sutil. Un pequeño salivazo que cae sobre él. Ni gritos, ni patadas, ni escupir con saña. Todo en el mismo código que se planteó desde el primer plano de la película. Coge el bate y entonces, cuando se va a dar rienda suelta a todo lo que no ha habido durante el metraje, fin.

No ha necesitado más. Ni música, ni diálogos, ni chillidos, ni actuación dramática. Una pequeña obra maestra del saber contar sin contar.

Como siempre. Bien hecho Kristoffer Borgli, bien hecho Jon Gaute Espevold.


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