Páginas: 419
ISBN: 9780061431852
Precio: 6 €
En inglés. Sin traducción al castellano.
No sé hasta qué punto nuestras reseñas pueden llegar a aumentar las ventas de un determinado libro, pero no me cabe ninguna duda de que entre blogueros nos influimos y hay muchas novelas a las que no llegaríamos si no fuera por la recomendación de otro lector. Este es el caso de Jellicoe Road, una estupenda propuesta que descubrí gracias a Cadentia. De su autora aún no sabemos nada en España, aunque la traducción de su saga fantástica Crónicas de Lumatere se traducirá pronto. Precisamente no hace mucho que leí la primera parte de esta serie, Finnikin of the Rock, que en conjunto no me entusiasmó tanto como esperaba y me dejó con ganas de probar con la vertiente realista de Melina Marchetta. Ahora puedo decir que me alegro mucho de haberle dado esa segunda oportunidad: Jellicoe Road me parece una joya.
En la carretera Jellicoe, la más bonita del mundo…
Taylor Markham tiene diecisiete años y está internada en un centro de la carretera Jellicoe. Allí viven tanto niños y jóvenes que no tienen a nadie que se haga cargo de ellos como chavales conflictivos y unos pocos que no sufren problemas familiares pero aun así pasan el curso escolar allí. El caso de Taylor se engloba entre los más primeros: a los once años fue abandonada por su madre en esa misma carretera, donde enseguida la recogió Hannah, una de las personas que cuidan de los chicos y la única adulta en la que Taylor confía. Además, con catorce años intentó escaparse, aunque su aventura duró poco.Ahora Taylor es la responsable de los niños del internado en las guerras territoriales que se celebran todos los años. En ella compiten tres bandos: los jóvenes de Jellicoe, los pueblerinos (townies en la novela), que estudian en el instituto de la ciudad, y los cadetes, que vienen de fuera. Esta competición consiste en conseguir algunos lugares de la zona (un local, un árbol…, lo que cada grupo desee), los líderes negocian entre ellos y a menudo se toman rehenes. Como cabecilla de los suyos, a Taylor le toca hablar con los jefes de las otras facciones, a saber, Chaz Santangelo, el hijo del policía que la devolvió a Jellicoe tras su huida, y Jonah Griggs, un chico al que conoce de tiempo atrás.
Más que las guerras territoriales, el hilo argumental se centra en los recovecos del interior de Taylor, en aquello que la ha marcado profundamente, un asunto pendiente de resolver: la búsqueda de su madre. Pero no es ella la única con una historia dura a sus espaldas: Jonah Griggs tiene su propia carga, lo mismo que algunos secundarios del internado Jellicoe. A través de los contactos que se hacen con la excusa del juego, la vida de los personajes sale a la luz y aparecen nuevos caminos que pueden ayudar a curar viejas heridas. Y no solo eso, sino que la relación entre Taylor y Jonah, personalidades difíciles donde las haya, se hace cada vez más estrecha.
Además, en algunos capítulos se introducen fragmentos en cursiva que hacen referencia a una historia del pasado, concretamente de unas dos décadas atrás. Está protagonizada por un grupo de cinco adolescentes que se encuentran en la carretera Jellicoe: Narnie y Webb, dos hermanos cuyos padres murieron en esa misma carretera; Tate, que también perdió a su familia en ese accidente; Fitz, un pueblerino que desempeñó un papel clave en esa escena; y Jude, un cadete que se siente atraído por la unión de los chicos de Jellicoe, aunque a la vez piensa que jamás estará plenamente integrado con ellos. En estos retazos se descubren las piezas necesarias para acabar de redondear lo que ocurre en el presente.
Una historia muy especial
Hay libros que me producen indignación, libros que me aburren, libros que me dejan indiferente, libros que me enseñan algo, libros que me hacen sonreír, libros que me marcan… Y luego está Jellicoe Road (también lo encontraréis por el título On the Jellicoe Road, En la carretera Jellicoe). ¿Qué tiene de especial esta novela? Tantas cosas que mi reseña se va a quedar corta en halagos, como me suele ocurrir siempre que me encuentro con una historia que me aporta tanto y de una manera tan buena. Jellicoe Road forma parte de ese selecto grupo de lecturas que se han llevado mi puntuación máxima; espero saber transmitiros mis impresiones y que vosotros también os animéis a devorarlo.Empecemos por el principio. Todo en esta novela me parece maravilloso, pero, las cosas como son, las primeras páginas resultan un poco confusas porque mezclan la historia en presente con fragmentos del pasado y sueños, y yo no sabía exactamente cómo encajarlo todo. Aun así, su narración me enganchó de inmediato y a partir de la página cien estuve cien por cien situada. El relato avanza de forma coherente y sin descuidar los aspectos secundarios, la autora nos da pistas sobre cómo pueden entrelazarse las diferentes tramas, aunque incluso con eso consigue sorprender hasta el final.
Uno de los puntos fuertes de Jellicoe Road es su originalidad: pertenece al género realista, pero lo que nos cuenta dista mucho de ser una historia monótona del día a día, por mucho que algunos temas se hayan tratado en otras novelas (por ejemplo, el hecho de que una madre abandone a su hija). En el presente, la guerra de territorios, con los tres bandos y toda la jerarquía de los chavales de Jellicoe Road, da mucha vidilla al libro y no me parece una idea que se le ocurra a cualquiera. De todos modos, hay que aclarar que el protagonismo recae sobre Taylor, su relación con Jonah Griggs y la búsqueda de su madre; el juego no deja de ser la excusa que une a los chicos y ayuda a crear ese tira y afloja al comienzo de las relaciones. Es importante que este aspecto quede claro, porque quien lo lea en busca de escenas de lucha salvaje y grandes dosis de acción se va a llevar una decepción.
Volviendo a la singularidad de esta novela, el hecho de incluir una trama en pasado que se relaciona con la actual también le hace ganar puntos. Vale, no es un recurso nuevo, pero Melina Marchetta sabe sacarle partido al hacer una especie de paralelismo entre los jóvenes de ahora y los de hace algunas décadas: cómo todos adoran Jellicoe Road, las guerras territoriales, los sentimientos que nacen entre ellos… La sociedad cambia; sin embargo, hay cosas que siempre están ahí. Esta parte tiene mucha importancia porque gracias a ella sabemos cómo se desarrolló la vida de Hannah y de la madre de Taylor, la autora nos da pistas despacito, hasta que al final todo encaja como un puzle.
Por otro lado, desde el primer momento se hace patente que la carretera Jellicoe es un lugar muy querido por los chicos. Esta ambientación se puede unir a esa lista de ingredientes que hacen de esta novela una obra tan especial: las casas de los chavales que han tenido una infancia difícil (aunque también los hay que simplemente viven ahí durante el año y en verano vuelven con sus familias) me parecen un buen lugar para situar una novela. Se puede indagar mucho en estas personalidades, y ese amor que tienen hacia Jellicoe Road me parece una invención preciosa, de esas que calan hondo en el lector. Al cerrar el libro comprendí todo el significado de este título.
Y todavía hay más elementos que destacar: se narran algunas escenas de tipo onírico (sueños de la protagonista) que podrían encuadrarse en el realismo mágico y que dan un toque especial a la historia. No os equivoquéis, no pertenece a la fantasía, pero sí que es un entorno real con un aura sugestiva en determinados momentos. Como podéis ver, se trata de una obra muy cuidada, redonda, la autora no ha dejado ni un solo detalle sin pulir, además, sus muchas particularidades hacen que pueda decir que nunca había leído nada parecido.
Personajes que llegan
Hablemos ahora de los personajes. Para mí, la clave de un buen protagonista reside en construir una caracterización compleja, con virtudes y defectos, y que esa combinación consiga dar forma a una persona cercana que llegue al lector. Con Taylor Markham, la autora lo ha bordado: una chica de carácter difícil, arisca, con una infancia dura… Y, sin embargo, me cautivó. Ya que estamos en territorio juvenil, aprovecho para añadir que me encantó que no se apostara por la típica heroína a la que le sale todo bordado ni por la pavisosa de turno (me temo que Melina Marchetta detesta tanto a estas últimas como yo, a juzgar por la personalidad de Taylor y de Evanjalin).Los secundarios no le van a la zaga: Jonah Griggs tampoco es el prototipo de chico encantador que estamos acostumbrados a encontrar en este género. De entrada parece el típico malote (de acuerdo, lo es), pero la autora no se limita a las apariencias, profundiza en él y refleja en sus acciones las experiencias que ha vivido. La pareja que hace con Taylor es de las que inspiran ternura: se quieren hasta el infinito y al mismo tiempo son conscientes de las dificultades que deben superar, lo que transmite cierta fragilidad. Ante todo, se puede definir como un amor muy real, propio de dos adolescentes y sin el carácter edulcorado de tantas novelas juveniles.
El resto de la tropa cumple perfectamente con lo que se espera de ellos: Santangelo, Jessa, Ben y Raffaela en el presente; Narnie, Webb, Tate, Fitz y Jude en el pasado. Todos tienen personalidades trabajadas y resultan cercanos, al final se les coge cariño. Los de hace unas décadas, además, cuentan con el atractivo de ese halo de misterio al no saber exactamente quiénes son ni qué hicieron hasta que la historia está bastante avanzada. Por supuesto, los adultos que intervienen también son francamente buenos (y, cuando corresponde, consecuentes con lo que pasaron en su infancia).
Estilo
En Finnikin of the Rock pude comprobar que Melina Marchetta es una gran escritora, de esas que incluso en las historias un poco decepcionantes (para mi gusto) brillan con su pluma. En efecto, Jellicoe Road está muy bien escrito, se nota que la autora ha puesto esmero en la redacción de cada línea, cada palabra; el estilo es muy personal. En algunas ocasiones su prosa se vuelve poética, en contraste con los diálogos de los chicos, que tienen un estilo mucho más directo. Su vocabulario es más rico que el de otras novelas juveniles, aunque con un nivel avanzado de inglés no deberíais tener problemas para seguir el hilo. Por lo demás, considero que el ritmo de narración es bueno, no me aburrió en ningún momento y me enganchó de inmediato.Conclusión
Melina Marchetta
Por mi parte, Jellicoe Road me parece una novela cien por cien recomendable. Pese a catalogarse como juvenil, su historia es lo suficientemente compleja e interesante para satisfacer las expectativas de los adultos; estoy segura de que si estuviera en la sección de literatura general mucha gente disfrutaría de su lectura (en ocasiones como esta no sabéis cuánto aborrezco las etiquetas). Jellicoe Road (o En la carretera Jellicoe) me parece una novela bonita y triste al mismo tiempo, quizá el calificativo que mejor la define sea el de agridulce: me ha hecho sonreír, me ha emocionado, me ha puesto en la piel sus personajes…. En definitiva, me ha seducido por completo y quiero recalcar que no solo tiene valor por la trama en sí misma, sino por todo lo que transmite. Ojalá llegue a traducirse al castellano.Mi valoración: 10/10