Revista Coaching

“Jenůfa”: una tragedia musicada en espiral

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

“Jenůfa” (L. Janáček-1904) es un buen ejemplo de lo que, en el pasado siglo, podríamos aceptar como un intento logrado de evolución musical cabal. Estrenada en plena efervescencia del verismo, esta ópera participa del mismo en su gusto por la expresividad, pero aquí a partir de cierta flexibilidad armónica y formal, tanto en las voces como en la contrastada orquestación, plagada de obstinados ritmos repetitivos que se suceden en espiral, buscando evocar los sentimientos de unos personajes que no pueden abandonar su destino fatal. Por esto, la música de “Jenůfa” no suena igual a la compuesta por sus contemporáneos Mascagni, Leoncavallo, Giordano, Cilea o el mismo Puccini, aunque también por inspirarse en raíces folclóricas del otro extremo de Europa (moravas, en particular), que imprimen un estilo muy personal y distinto al que estamos acostumbrados a disfrutar. A pesar de ello, “Jenůfa” no provoca ese “mal de cap” que, como el “Wozzeck” (A. Berg-1925) programado la temporada pasada en Les Arts, incorporan las partituras que optaron por la disruptiva atonalidad. Dos obras pertenecientes a un mismo tiempo que relatan atroces tragedias, pero desde una consideración musical dispar: la de Janáček no olvida al espectador, mientras que la de Berg solo atiende a su propia mismidad. “Jenůfa” se puede afrontar sin sufrir la inhóspita sensación de encontrarse en ese extravagante submundo de la Segunda Escuela de Viena, teórico e indescifrable, que a la sensibilidad más general viene a maltratar.

Como “Jenůfa”, aquellas partituras que todavía no han perdido del todo la tonalidad, pero que al oído resultan de un talante menos convencional, en la Ópera se benefician de algo imposible en el sinfonismo instrumental y es la ayuda que la escenografía presta para podérnoslas acercar. La correspondiente a la producción de la Dutch National Opera de Amsterdam, estrenada ayer en el Palau de Les Arts de Valencia, cumplió su cometido semántico con independencia de que en lo estético pueda o no gustar. Un reducido escenario en Panavisión, traslada la acción a nuestros días en las oficinas de una fábrica de harina y en una especie autocaravana (que veremos por delante y por detrás), cuyos limitados espacios compartimentados permiten explicar las escenas de una oscura trama que, por momentos, deviene en muy actual. Además, los cantantes no se podrán quejar, al interpretar en esas pequeñas cajas de resonancia que facilitan su emisión vocal, pese a que alguno no las pudiese aprovechar.

Al ser “Jenůfa” una obra deudora del wagnerismo en lo que se refiere a su apuesta sonora por la continuidad, es decir, sin arias que sobresalten el discurso musical, el mejor camino para abordarla es posicionar nuestro oído en la orquesta, que aquí se muestra plena de color y sonoridad. Gustavo Gimeno, quizás el director español más internacional en la actualidad, ha conseguido una brillante transcripción de esta partitura, que pide al foso permanente atención a un torbellino de notas agolpadas sin solución de continuidad. Y todo, con un estilo que no desmerece al de las orquestas eslavas en su forma de interpretar. Si a ello añadimos que la orquesta de la Comunidad Valenciana suena con la calidad de una grabación comercial, no se le puede pedir más.

En cuanto a las voces, confieso que en este tipo de obras más vanguardistas me resulta muy complicado opinar. Desconozco que está bien o mal, al perderse bastante la melodía, en donde se suele distinguir bien el cantar del gritar. Solo llego a constatar aspectos como la sonoridad o la emotividad, en los que destacó la contundencia arrasadora de la soprano dramática alemana Petra Lang, encarnando a “Kostelnička”, que aun no titulando la ópera, es sin duda el personaje principal. El resto del cuarteto protagonista es estadounidense, algo inusual. Corinne Winters (“Jenůfa”) demostró capacidad vocal y el dominio de un personaje en su continuo vaivén emocional. El “Laca” de Brandon Javanovich fue todo lo temperamental que no llegó a ser Norman Reinhard encarnando a un “Števa” con varios decibelios por debajo de los demás.

El Coro de la Generalitat Valenciana me sonó regular, quizás porque este tipo de música condensada introduce tantos sonidos que puede resultar enmarañado el resultado final. Tampoco sus destartaladas evoluciones escénicas ayudaron, apelotonándose sin más criterio que el de conseguir entrar en los disminuidos recintos a la fuerza, a imagen del camarote de los Hermanos Marx.

Como era de esperar, en la noche del estreno las butacas vacías casi igualaron a las que se vieron ocupar (atendiendo esto no solo al patio de butacas, sino al aforo general), a pesar de las discutibles por improvisadas promociones de última hora, que indignan al abonado y al aficionado habitual, fieles seguidores del teatro que suelen comprar por anticipado las entradas a precio nominal. También hubo mucha invitación, como pude comprobar en los palcos de honor, repletos de jóvenes funcionarios que posiblemente visitaran por primera vez Les Arts.

Aun con todo, yo animo a presenciar esta “Jenůfa”, una obra poco programada que transita por las fronteras sonoras del repertorio tradicional, pero que se deja escuchar...


De la casi docena y media de grabaciones realizadas de esta obra, pocas son las que se encuentran disponibles en la actualidad. A diferencia de los títulos más populares, que se suelen reeditar, solo las grandes discográficas se atreven con lo marginal. Como EMI, que nos presenta un estupendo registro de junio del ´69 que dirige Bohumil Gregor a los Coros y Orquesta del Teatro Nacional de Praga, además de unos solistas checos cuyo enrevesado nombre es imposible reproducirlo con las teclas de mi ordenador personal.

La entrada “Jenůfa”: una tragedia musicada en espiral apareció primero en El Blog Personal de Alonso-BUSINESS COACHING.

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