por Daniel Díaz Jiménez
El verdadero diferenciador de una empresa es el talento humano con el que cuenta. Sin embargo, muchas veces vemos como en las compañías hay un temor y una falta de comunicación entre los diferentes niveles jerárquicos que impiden que los trabajadores den sus opiniones, aporten sus sugerencias y puedan, efectivamente, poner su conocimiento a disposición de la empresa.
En la década de los 60’s, un antropólogo holandés, Geert Hofstede, estudió diversas dimensiones culturales que determinan el comportamiento típico en diferentes países. Una de tales dimensiones es la que se conoce como el índice de distancia al poder, el cual mide el respeto por la jerarquía y la relación con la autoridad en una cultura determinada. Posteriormente, Malcolm Gladwell, periodista de diarios como The Washington Post y The New Yorker, tocó el tema de la relación entre este índice y la ocurrencia de accidentes aéreos por causas relacionadas con fallas en la comunicación, encontrando que en los países donde este índice es más alto hay más probabilidad de sufrir accidentes.
Cuando ocurren problemas en el avión, la comunicación entre los tripulantes y los controladores aéreos es fundamental. Sin embargo, en muchas ocasiones este aspecto tan importante falla por miedo, por ejemplo, del copiloto de contradecir al piloto ó de los tripulantes para informar eficazmente su situación a los controladores.
En los países de Latino América, en general el índice de distancia al poder es muy alto. Chile, con 63, Perú con 64, Ecuador con 78 y Colombia con 67 están dentro los países en los cuales este índice tiene valor más elevado. Esto se refleja en el mundo empresarial. Es común que nuestras empresas se caractericen por tener organigramas altos, alta diferencia en los salarios entre los directivos y el resto de empleados, toma centralizada de decisiones y fallas en el trabajo de equipo por la falta de comunicación, entre otras falencias. Estas características dificultan el rendimiento empresarial, a la vez que desgastan el ambiente laboral al impedir que los empleados se sientan en la libertad de expresar sus opiniones, desacuerdos, propuestas, etc. Para que realmente los empleados aporten valor a las empresas y se conviertan en el diferenciador que las mismas esperan que sean, deben contar con los espacios y con el ambiente propicio para expresarse, sin estar limitados por políticas que fomentan la jerarquía y la división entre el equipo directivo y el resto de empleados.
Por eso, si las empresas colombianas y latinoamericanas realmente quieren impulsar a sus empleados a aportar ideas, exponer sus puntos de vista, contradecir las opiniones de sus superiores cuando las consideren sin fundamento, etc, deben enfocarse en derribar ese paradigma cultural que se impregna también en la empresa, promoviendo espacios de interacción y entornos de confianza y colaboración mutua que dejen atrás el ambiente jerarquizado y falto de comunicación que predomina actualmente. Un empleado que exponga su punto de vista, así contradiga a su jefe, es más valioso para la empresa que uno sumiso, que se guarda sus opiniones y sus desacuerdos por miedo a la autoridad.
Autor Daniel Díaz Jiménez - [email protected] - Coordinador de negocios y mercadeo internacional de SQL Software.
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