El escenario político inglés se encuentra bajo la atenta mirada de las élites políticas y económicas del país que fijan sus ojos en la batalla por el liderazgo del derrotado Partido Laborista. Desde que Ed Miliband tomara la decisión de abandonar su cargo tras las elecciones del 7 de mayo, que dieron a conocer la victoria del partido conservador por una aplastante mayoría absoluta, el devenir de la política inglesa y, en particular, el del Partido Laborista ha dado un giro radical ante la inesperada aparición en la escena mediática del veterano parlamentario izquierdista Jeremy Corbyn, que se podría convertir en el nuevo líder del laborismo según una encuesta externa. Jeremy Corbyn, que representa una de las voces más críticas dentro del partido, se ha convertido en el protagonista de este terremoto político. Sus propuestas han logrado convencer a un gran número de miembros y simpatizantes que se muestran críticos con la cúpula del partido, que no cuestiona el mantra del “establishment”. Los medios de comunicación no han tardado en describir esta rebelión surgida en el seno de las bases laboristas como un movimiento comparado al español Podemos o al griego Syriza.
Disfruta desplazándose en bicicleta por la ciudad y suele lucir una gorra estilo “Lenin” que le da una imagen tan característica. Es Miembro del Parlamento Británico por la circunscripción londinense de Islington North desde 1983, elegido en siete comicios consecutivos. A sus 66 años es un histórico socialista y pacifista que se ubica, ideológicamente hablando, en el ala más izquierda del partido. Se trata de un personaje que siempre dice lo que piensa sin atender a los réditos, incluso en la Cámara de los Comunes ha votado en numerosas ocasiones sin seguir las directrices de los dirigentes de su formación política. Responsable de la revolución que se está viviendo dentro del partido Laborista Jeremy Corbyn es, a día de hoy, el político inglés que más expectación esta suscitando en esta liza para elegir al sucesor de Ed Miliband.
Para comprender la magnitud de la sorpresa hay que recordar que este histórico parlamentario fue el último de los cuatro aspirantes en presentar la candidatura. Consiguió los avales necesarios para presentarse horas antes de que venciera el plazo y entró en juego, según sus propias palabras, para proporcionar “un espectro más variado de candidatos y un debate a fondo sobre el futuro del partido”. En un proceso en el que el resto de adversarios responde a un perfil ideológico más centrista y cercano a la cúpula del partido, la de Corbyn se veía como una candidatura para beneficiar el debate ideológico. Nadie le daba como ganador.
La sorpresa se hizo patente cuando se dieron a conocer los resultados de una encuesta realizada por YouGov para The Times que rebeló que la candidatura de Corbyn se afianzaba en la lucha por el liderazgo laborista e, incluso, se convertía en el favorito para alzarse con la victoria en esta contienda, puesto que, era la más apoyada por los votantes con un 53%. Resultados que se encontraban muy por encima de sus rivales. Andy Burnham, candidato que cuenta con el mayor número de avales y que fue asesor de Blair, es el preferido por el 21% de los participantes. Yvette Cooper, que fue portavoz de interior con Miliband y la cual cuenta con el apoyo del periódico The Guardian, es la favorita por el 18%. Y por último, Liz Kendall, que es la favorita de los medios de centro-derecha, cuenta con el apoyo del 8% de los votantes. 610.000 personas participarán en el proceso de elección para designar el nuevo líder del Labour. Esta cifra aumentó radicalmente en las últimas 24h hábiles para registrarse tras el anuncio de la candidatura de Corbyn. La página web del partido fue desbordada por un alud de demandas que se tradujo en “problemas técnicos” lo que dio lugar a prolongar durante unas horas el registro de electores. Estas circunstancias fueron la excusa de los otros rivales para denunciar una serie de infiltrados ajenos a la formación política que garantizarían la victoria de Corbyn.
El discurso de este revolucionario candidato ha conseguido atraer la atención y el apoyo de la gran mayoría de sindicalistas y jóvenes laboristas que ven en Jeremy Corbyn un movimiento esperanzador para cambiar el rumbo partidista marcado por la tercera vía promulgada por Tony Blair. El 5 de julio consiguió el apoyo del mayor sindicato británico, UNITE, y el de otras muchas agrupaciones sociales. Una de las figuras más influyentes dentro de la izquierda británica; el periodista, escritor y activista social Owen Jones; ha incitado a todos los participantes en el proceso de votación a marcar el nombre de Corbyn en las papeletas. Owen Jones publicó una interesante entrevista en su canal de You Tube en la que el veterano congresista afirmaba que “hay alternativa a la austeridad” y marcaba las pautas a seguir para lograrlo. La realidad es que, aunque no cuente con el respaldado de relevantes e influyentes medios de comunicación, este característico candidato ha conseguido sembrar la “corbynmanía” en todos los actos de campaña que ha intervenido y en los que, en numerosas ocasiones, un gran número de personas han tenido que quedarse en la calle al no existir el aforo suficiente.
Este fenómeno ha desencadenado la reacción del ‘establishment’ laborista que se ha movilizado contra Corbyn. Tony Blair ha lanzado una serie de ataques contra su candidatura. Ha afirmado que el partido no ganará las elecciones desde “una posición izquierdista tradicional” y que corre el riesgo de convertirse en una mera “plataforma de protesta”. La gente que dice que su corazón está con él, ha bromeado, “debería pedir un trasplante”. Yvette Cooper, una de los cuatro aspirantes que participan en la carrera por el liderazgo de los laboristas, ha advertido que las políticas de Corbyn son “viejas soluciones a viejos problemas”. Por el contrario, la prensa británica más conservadora afronta de manera positiva la posible victoria de este candidato ya que, según una encuesta realizada en la web de The Telegraph en la que han participado alrededor de 160.000 personas, más del 40% de los votantes “estarían contentos de que ganara Corbyn” porque “sería un desastre para el laborismo”. Incluso, este mismo periódico, publicó un artículo en el que daba instrucciones a sus lectores para registrarse como votante laborista y facilitar una victoria de este candidato. “Regístrese hoy y asegúrese de que el barbudo socialista repelente de votantes se convierte en el nuevo líder laborista y condena al partido para siempre” mencionaba la publicación.
Recuerdo la intervención de Pablo Iglesias junto a Alexis Tsipras tras aquella, ya mítica, vitoria de Syriza en la que afirmaba que “el viento del cambio estaba soplando en Europa”. Ahora es un buen momento para pensar si en algún momento creyó que ese viento soplaría tan fuerte como para echar abajo los muros del profundo conservadurismo en el que vive inmerso el Reino Unido. Cada vez existe un número mayor de frustrados y decepcionados votantes laboristas que piden cambio, esto es un hecho. Las propuestas de Jeremy Corbyn, que defiende la renacionalización de sectores estratégicos, la subida de impuestos a las rentas más altas y se posiciona en contra de las medidas de austeridad dictadas desde Alemania, están calando cada vez más en una sociedad que intenta comprender las condiciones del mundo que le rodea. Hasta el 12 de septiembre no conoceremos el nombre del nuevo líder laborista, pero nadie puede negar que la posibilidad de un cambio, para bien o para mal eso lo desconozco, es posible. Por mucho que todos se movilicen contra Corbyn no pueden evitarlo. Víctor Hugo afirmó que “no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. Y ésta parece ser una de ellas.