Revista Cultura y Ocio
Jèrôme Lindon, responsable de Les Éditions de Minuit, es una figura imprescindible dentro de la literatura europea del S.XX; en su catálogo se encuentran autores de la talla de Samuel Beckett, Marguerite Duras o André Gidé, entre otros.
Jean Echenoz, como él mismo cuenta en el prólogo, escribió este libro la misma noche que se enteró de la muerte de su editor, hecho que le afectó más de lo que él había suspuesto. Se trata de un pequeño relato, lleno de ternura y respeto, que se puede leer en menos de media hora y que narra de manera somera la relación de Echenoz con su editor de toda la vida, Jèrôme Lindon. Es un libro para escritores y editores, un libro, en resumen, para cualquiera que conozca el mundo de la literatura desde dentro. Echenoz reconstruye y recrea la peculiar personalidad de Lindon y la frialdad de su relación durante los más de veinte años en que se trataron. Las posturas de ambos personajes están, hasta cierto punto, estereotipadas: el escritor es frío, distante, seco y, en ocasiones, displicente, y el escritor es entusiasta y se comporta como un pringado, ya que, como todos los escritores noveles, lo único que pretende es ver su obra publicada.
El uso de las comas es el sustento estético que apuntala las oraciones, y es un hecho que, después de leer en un pasaje del libro las discusiones que editor y escritor mantenían con respecto a este tema, resulta curioso. Da la impresión de que el autor, Echenoz, ha pretendido rendir un homenaje a su editor a través del uso de la puntuación: “Jèrôme Lindon es partidario, siempre que sea posible, de una puntuación demostrativa de la frase con la ayuda de las comas, mientras que yo sostengo que es mejor, mientras se pueda, prescindir de ellas, y que el ritmo interno de la frase debe poder sostenerse sin necesidad de recurrir a ellas”.
El libro me ha evocado la relación de algunos escritores amigos con sus editores, que, por lo que sé y me cuentan, llevan algo de Lindon, aspectos muy comunes en el mundo editorial, como la tacañería…