Fotograma de la caída de Jerzy Kukuczka
-----El Lhotse ya había visto la cara más exitosa del gran alpinismo de la época porque Reinhold Messner culminó en ella la proeza de ser primer hombre en ascender a las catorce cimas de más de ochomil metros. Por desgracia, también mostraría su rostro más amargo cuando se cobró la vida, el 24 de octubre de 1989, del gran Jerzy Kukuczka, que había sido el segundo en lograr los catorce ochomiles en singular batalla con Messner.
Jerzy Kukuczka celebrando la consecución de los 14 ochomiles
Unos días antes el propio Kukuczka había descrito en su diario, encontrado tras su muerte, un accidente del que salió indemne. Y agradece a Dios que le hubiera dado una segunda oportunidad. En su última anotación se lamenta por los fuertes vientos que les azotan.
El 23 de octubre, Kukuczka y su compañero de cordadada Ryszard Pawłowski, llegan al último campamento de altura, pero su suerte pronto va a cambiar. Y no solo porque el día 24 el tiempo es muy bueno:
“hicimos un poco de agua caliente para beber porque es difícil calificar a esa bebida como té. Recuerdo que comimos chocolate y comenzamos a escalar.
Era el turno de Jurek (apodo de Jerzy Kukuczka) de abrir la escalada hacia la cima ese día. Usamos una cuerda sencilla, conscientes de que queríamos hacer tramos más largos para avanzar más rápidamente hacia la cumbre.
Jurek se encontraba unos 50 metros por encima y repentinamente se cayó de la pared. Quedé aterrorizado cuando vi que Jurek comenzaba a caer más y más rápido. Voló cerca de mí hacia el abismo. Todo lo que podía hacer era acurrucarme.
No oí ningún grito de Jurek. Quizá ni él mismo esperaba que su vuelo fuese a ser tan largo. Sentí un fortísimo tirón en la cuerda, que se cortó unos pocos metros por encima de mí en el afilado borde de la roca.
Me quedé solo. Todo lo que vi después fue a Jurek todavía cayendo hacia la base de la pared”.
Su extraordinaria fuerza tanto física como psíquica, su portentosa capacidad de aclimatación a la altura y su excelente preparación técnica no fueron suficientes para combatir la escasez de medios con los que tuvo que lidiar durante toda su carrera: Polonia era entonces un país comunista y los recursos siempre escaseaban. Por eso es tan meritorio el quehacer de los polacos en la historia del himalayismo de los años 80.
Esta gesta ha quedado plasmada en el libro Escaladores de la libertad. La edad de oro del himalayismo polaco de Bernadette McDonald.
Ni su dilatada carrera como alpinista, ni sus catorce ochomiles por rutas diferentes a las "normales" (con récord incluido, pues es el que lo ha logrado en menos tiempo), ni sus cuatro primeras invernales absolutas, ni su osadía innovadora a la hora de emprender la apertura de nuevas rutas, le impidieron cometer un descuido que resultó fatal. Una cuerda de segunda mano comprada a última hora se rompió mientras escalaba a más de 8300 metros. La montaña que había sido la primera de sus ascensiones en el Himalaya resultó también ser la última.
En la cara sur del Lhotse hay un monumento dedicado a los alpinistas polacos muertos en la montaña, Kukuczka incluido.
Memorial en recuerdo de los alpinistas polacos fallecidos en el Lhotse
--------
Bibliografía.
• Bernadette McDonald: Escaladores de la libertad. La edad de oro del himalayismo polaco. Ediciones Desnivel.
• Jerzy Kukuczka: Mi mundo vertical. Ediciones Desnivel.
Jerzy Kukuczka: Mi mundo vertical
Bernadette McDonald: Escaladores de la libertad