Parece ser que el ínclito Jesús Mosterín ha tenido a buenas obsequiarnos con otra entrevista, cuyo autor ha titulado: «Jesús Mosterín: Animales, respeto moral y compasión». Yo considero que se habría debido titular de otra manera, como explicaré a continuación.
Las ideas de Mosterín acerca de nuestra relación moral con los demás animales ya las había comentado en un artículo anterior referido a su posición sobre la tauromaquia, pero creo que es conveniente seguir analizando su posición, ya que refleja una forma de pensar muy extendida en nuestra sociedad.
Mosterín comienza la entrevista diciendo lo siguiente:
«El respeto moral, en general (no sólo hacia los animales, también hacia las mujeres o hacia los extranjeros) es reciente en el mundo occidental, cosa de los dos últimos siglos. Incluso la oposición a la esclavitud es reciente, empezó también hace unos dos siglos.»La idea de que debemos tratar a otros animales con respeto moral —esto es, que debemos respetar a los individuos animales y sus intereses como fines en sí mismos y no como medios para nuestros fines— no es reciente. Esta idea se puede remontar a los escritos de Plutarco y de Porfirio en la época de la Antigua Roma. Da la impresión de que no vamos a aprender mucho leyendo esta entrevista.
Lo que sí es reciente es que esta idea se difunda en la sociedad de forma masiva como está sucediendo ahora mismo, lo cual no había sucedido anteriormente. Esto sucede en gran parte gracias a la existencia de Internet, que ha permitido la libre difusión del veganismo y la filosofía de los Derechos Animales, saltando la censura impuesta por los círculos intelectuales, los medios informativos y también por los propios grupos animalistas que no quisieron que se cuestionara el especismo. Ahora la idea está en la calle y ya no se puede ignorar más tiempo.
Cuando le preguntan sobre la sintiencia en otros animales, Mosterín parece estar al tanto del dolor de los mamíferos, pero fuera de ahí afirma literalmente no saber nada:
«Respecto al posible dolor de las moscas, me parece que no sabemos nada; yo al menos no sé nada.»Mosterín no se ha informado sobre la sintiencia en insectos, sobre la cual existen diversos estudios científicos. ¿No es esto un caso de negligencia? Uno puede señalar razonablemente que no está seguro al respecto, o que no hay una total certeza sobre ello, pero decir que "no sabemos nada" o que "no sabe nada" indica que no se ha molestado siquiera en investigar.
Más adelante, señala Mosterín que la idea de que sólo los humanos importan moralmente es cuestionable:
«Alguien podría pretender que un hombre, por el mero hecho de serlo, siempre es mejor y más valioso que un miembro de cualquier otra especie. Pero este especismo dogmático y arbitrario es una forma de grupismo tan inaceptable como el racismo, el sexismo o el nacionalismo. La ética racional es universal y tiene que valorar cada acto y cada individuo por sí mismo, en función de sus propias características; no en función del grupo al que pertenezca.»Por supuesto, no deja de ser irónico que Mosterín denuncie una discriminación moral injusta —el especismo— y al mismo tiempo base su pensamiento en dicha discriminación, ya que considera aceptable que los humanos exploten a los demás animales:
«A mí no me escandaliza que la gente coma huevos o incluso carne de pollo, pero sólo a condición de que esos huevos y esa carne proceda de animales que vivan de un modo relativamente natural.»Bueno, puede que a Mosterín no le moleste pero ¿y a los animales? Parece que criterio de Mosterín no se basa en lo que a los animales les importa sino que consiste sólo en lo que a él le importa. Si a él le molesta determinado abuso —la tauromaquia— entonces está mal pero si otro abuso no le resulta molesta entonces no está mal. El hecho de que los otros animales deseen continuar existiendo y no tengan ningún interés en sufrir y morir para ser comidos por nosotros parece que a Mosterín le resulta irrelevante.
La ideología que aplica Mosterín a nuestra relación con los otros animales es el bienestarismo. Esta posición está basada en la filosofía del utilitarismo y determina que a los animales no tienen un interés en vivir o en ser libres sino que sólo es relevante su bienestar, entendido como placer y dolor. En concreto, Mosterín defiende el bienestarismo en su versión clásica —expuesta por Jeremy Bentham— que afirma que sólo se deben prohibir determinadas "crueldades" consideradas extremas mientras que el resto de la explotación animal debe continuar, siendo reformada en sus condiciones:
«En España, la mayoría de los cerdos viven en condiciones deplorables, y esas explotaciones habría que cerrarlas. Sin embargo, el mejor jamón procede de los cerdos de Jabugo, que viven en semilibertad en las dehesas o grandes bosques de encinas, alimentándose de las bellotas que caen al suelo. Como se mueven mucho, están sanos y contentos y producen buen jamón.»La industria de explotación animal seguramente agradece sus palabras y su apoyo a Mosterín. Claro que si los animales supieran de ello tengo dudas de que estuvieran de acuerdo con ser usados y matados para comida. Si nosotros no estamos de acuerdo en ser tratados de ese modo, no hay razón que justifique pensar que los animales pudieran estarlo. Ellos desean proteger su vida y evitar el daño. Mosterín sólo condena muy determinados abusos, como la tauromaquia, pero el uso de animales para comida, o vestimenta, es un daño igual de gratuito que la caza deportiva o la tauromaquia.
Aun después de todo esto, la traca final estaba por llegar, cuando le preguntan sobre la postura abolicionista que rechaza las reformas de la explotación animal defendida por el profesor Gary Francione y que se opone al denominado "Bienestar Animal". Esto es lo que dice Mosterín:
«Algunos veganos extremos, como Francione, hablan y actúan más como las sectas religiosas que como pensadores científicos y racionales. Cuando sostienen que cuanto peor les vaya a los animales de ganadería, tanto mejor para la causa del veganismo, su discurso recuerda demasiado al de los extremistas revolucionarios, que a veces decían que, cuanto peor les fuese a los trabajadores, tanto mejor para la revolución.»Dejando a un lado lo poco elegante y honesto, por no decir otra cosa, que es acusar a Francione de pretender que los animales sufran, Mosterín demuestra un nulo conocimiento sobre el trabajo de la persona a la que atribuye intenciones indemostradas. Veamos por qué.
El Bienestar Animal es la política para hacer más eficiente la explotación de los animales no humanos. Éste es su objetivo. El bienestar de los animales es usado como un medio para favorecer la calidad del producto final y la rentabilidad económica de los explotadores. El Bienestar Animal es una herramienta para perpetuar la esclavitud animal a gran escala garantizando y mejorando su viabilidad comercial. En un artículo veterinario sobre Bienestar Animal podemos leer lo siguiente:
«Durante el sacrificio, los animales están sometidos a una serie de actuaciones que pueden causarles sufrimiento, dolor y miedo. En primer lugar, son colgados por las extremidades posteriores para facilitar la salida de sangre de los vasos sanguíneos. Seguidamente son degollados, lo que provoca un extenso daño tisular en un área con gran cantidad de receptores del dolor. Por último, el rápido descenso de la presión sanguínea durante el desangrado se detecta rápidamente por el animal causándole miedo y ansiedad. Para evitar el dolor y reducir al mínimo el estrés y el sufrimiento es necesario aturdir a los animales para sumirlos en un estado de inconsciencia o insensibilidad antes de matarlos o de manera simultánea.
El sistema de aturdimiento más utilizado en aves es el eléctrico, por inmersión en baño de agua. En este sistema, los animales, aunque conscientes, se cuelgan por las dos patas en una cinta transportadora, con la ayuda de un gancho metálico. La bañera tiene un electrodo en el fondo de la misma longitud que el tanque de agua. Cuando la cabeza del animal, que debe estar completamente inmersa en el agua, entra en contacto con el agua electrificada de la bañera se genera una corriente eléctrica desde la cabeza del animal hasta los ganchos donde están las patas. Con este sistema se pueden aturdir varias aves a la vez.»Esto es lo que apoya Jesús Mosterín. Esto es lo que rechaza Gary Francione. ¿Quién está en realidad apoyando el sufrimiento de los animales y quién lo está rechazando? Los humanos no necesitamos comer animales ni usar animales para vestirnos y satisfacer nuestras necesidades vitales. Sin embargo, Mosterín consume animales, por mero placer y costumbre, mientras que Gary Francione es vegano, por tanto, ¿quién es el que está realmente infligiendo un sufrimiento evitable a los animales? Diría que la respuesta es muy clara y evidente.
La acusación de que los abolicionistas desean que los animales sufran no es nueva. Los bienestaristas suelen alegarla cuando intentan respoder a la oposición abolicionista. El activista Dan Cudahy en su artículo «Diez Mitos del Neo-bienestarismo» respondía a dicha acusación de este modo:
Los abolicionistas nos preocupamos por el sufrimiento de los no-humanos al menos en la misma medida, y probablemente más, que los neobienestaristas. Estamos de acuerdo en que menos sufrimiento es mejor que más sufrimiento. Nosotros simplemente negamos, desde un punto de vista racional y empírico, que el sufrimiento de los no-humanos pueda ser significativamente reducido mediante reformas y campañas bienestaristas en tanto sigan siendo considerados como propiedades legales y mercancías económicas.Calificar a los veganos como "extremos" o "extremistas" por defender la misma postura moral básica que la mayoría de nosotros ya defendemos para los seres humanos —esto es, que nunca es moralmente aceptable tratarlos como objetos, meros recursos, o propiedad de otros humanos— indica un caso de especismo: se discrimina moralmente entre humanos y otros animales sólo por ser catalogados en especies diferentes.
¿No es evidente que Mosterín asume el prejuicio especista que él mismo denunciaba? Mosterín discrimina a otros animales sólo por no ser humanos y no les reconoce el mismo respeto moral básico. Los demás animales son seres conscientes, son sujetos, y no tienen ningún interés en sufrir y morir para ser explotados por nosotros. No veo que la especie establezca ninguna diferencia moral.
Mosterín no tiene reparos en calificar de "asesinos" a los toreros, así como tampoco los tiene en apoyar el especismo, la explotación animal, y continuar infligiendo daño y sufrimiento a los animales sin una razón que lo justifique. Los aficionados a la tauromaquia quieren seguir explotando animales para entretenimiento porque les gusta, sin importar que esto significa un daño innecesario a los animales. Mosterín quiere seguir explotando animales para usarlos de comida, vestimenta y otros fines; ignorando que esto supone un daño innecesario a los animales.
¿Qué diferencia hay entre la postura de Mosterín y la de los taurinos que critica? Para los animales, ninguna. En ambos casos siguen siendo esclavizados, explotados y asesinados. Para la ética, ninguna tampoco. En ambos casos tratan a otros animales como objetos y recursos para beneficio humano, discriminándolos del respeto moral sólo por no ser humanos. Esto es especismo.
Por todo esto es por lo que digo que un título más correcto para su entrevista sería "Jesús Mosterín: Contra los animales y el respeto moral." Por supuesto, mi crítica no es contra Mosterín como persona, debería estar de más tener que aclarar esto, sino sólo sobre sus ideas que he comentado.