Revista Literatura

Jhumpa Lahiri, La hondonada

Por Griseldagarcia
Jhumpa Lahiri, La hondonadaFoto


Bijoli lleva el sari manchado y sus huesos se han reblandecido, los dientes le bailan en las encías. Ha olvidado lo vieja que es, pero, sin necesidad de pararse a pensarlo, sabe que Udayan habría cumplido treinta y nueve años esa primavera.Lleva un amplio cesto poco profundo donde se guarda carbón. Camina hasta la hondonada, levantándose el bajo del sari, de modo que se le ven las pantorrillas con manchas marrones, que recuerdan la cáscara de algunos huevos. Se mete en un charco y se agacha para remover el agua con un palo. Entonces, con las manos, empieza a sacar objetos del agua, verde y turbia. Un poco, unos minutos cada día; ése es su plan, mantener la zona de alrededor de la lápida de Udayan libre de basura. Va metiendo la basura en el cesto, que vacía un poco más allá, antes de empezar a llenarlo otra vez. Saca botellas vacías de Dettol, de champú Sunsilk. Cosas que no comen las ratas, que los cuervos no se molestan en llevarse. Paquetes de cigarrillos que la gente tira al pasar. Una compresa ensangrentada. Sabe que nunca lo sacará todo. Pero sale cada día y llena su cesto una vez y luego unas cuantas más. No le importa que algunos, cuando se paran a ver qué hace, le digan que es un esfuerzo inútil. Que es repugnante, que está por debajo de su dignidad. Que podría contraer alguna enfermedad. Está acostumbrada a que los vecinos no sepan qué pensar de ella. Está acostumbrada a no hacerles caso.Todos los días retira una pequeña porción de las cosas que la gente no quiere en su vida, a pesar de que antes sí las querían, de que en su momento les fueron útiles. Nota el sol abrasándole la nuca. Es la época más calurosa del año, todavía faltan unos meses para que lleguen las lluvias. La tarea la satisface. Hace que pase el tiempo.


Jhumpa Lahiri (Londres, 1967) La hondonada. Ediciones Salamandra, 2014.

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