¡Hola a todos!
¿Cómo está llendo la semana? Yo de vacaciones, que nos han dado puente en el trabajo, aunque si me seguís en las redes ya lo sabréis porque he estado estos días por San Sebastián y he subido algunas fotos. Ha sido un viaje que me ha encantado, y el sitio donde dormíamos estaba genial. Mañana nos vamos a Barcelona hasta el domingo, porque se celebra el cumpleaños de mis obrino pequeño, dos añitos ya. Y además me voy a probar vestidos de novia, que ya va tocando mirar, así que como suponeis, esta semana no voy a estar por el blog, más que hoy. Y es que como os anuncié el día 1, llegaban las Jingle Moons, unas actividades para este mes super divertidas y emocionantes, organizadas por Eva, La reina lectora, para su Club de Lectura, Las lunas del Reino. Y hoy toca cumplir con el reto navideño que yo me propuse, que ya os avisé que sería un relato, y aquí os lo traigo.
Pero antes, os recuerdo al resto de participantes para que vayais por sus blogs o redes a echar un vistazo también. ¿Qué reto habrán realizado?
🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 Invitados a pasar las Navidades en el Reino:
Eva | Virginia | Dispersa | Patri
Carolina |Criss | Raisa |Emma
María| Snu |Annie |ML
Teff|Rosa|Montse| Javi
Pilar|Angie|Carla| Natalia |Tefi
Montse (yo misma)
🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 🎄 Y ahora si, os dejo con mi reto, ¡espero que os guste!
Deseo de fin de año
El sonido de las campanas se oía de manera lejana, en la orilla del mar donde se encontraban. Ambos se miraban siendo conscientes de que sería la última vez. Los días que habían pasado juntos, habían sido como un huracán de sentimientos, que llega y barre todo a su paso sin esperarlo. Y ahora todo iba a llegar a su fin. La luna llena había empezado a menguar, y Ayla debía volver a su lugar, en el fondo del océano.
Todo había ocurrido demasiado deprisa. Pero sin esperarlo, ambos sentían que ya nada sería igual sin tener al otro en su vida, y es que se habían dado cuenta de que, aunque parezca imposible, a veces el amor nos cambia la vida en apenas unos días, o unas horas.
-Ojalá no tuvieras que volver – dijo él, pensando en que jamás había sentido nada parecido por nadie, a pesar de las relaciones anteriores que había tenido. -Ojalá no tuviera que hacerlo – dijo ella, teniendo muy presente todo lo que perdería de ser así, y sin importarle.
Estiraron sus manos y entrelazaron con fuerza sus dedos, antes de besarse bajo el sonido de la primera de
las campanadas. Únicamente faltaban unos segundos para que diera comienzo el nuevo año, y ellos se negaban a separarse. En el pensamiento de ambos, existía el mismo deseo: más tiempo para conocerse, más tiempo para enamorarse, más tiempo para amarse… Y de esa manera, el sonido de la última campanada dio lugar a los gritos de la gente de la aldea, felicitándose el nuevo año.
La pareja había ido metiéndose en el agua poco a poco, para que el transformarse, ella no se hiciera daño, sin embargo, algo extraño estaba ocurriendo. Ambos abrieron los ojos para comprobar que Ayla seguía allí, junto a él. Con aquellas dos hermosas piernas que suplían su cola de sirena.
-No lo entiendo…- susurró ella, sin poder creerse que siguiera allí.
Él la miraba sin parpadear, pensando que en cualquier instante cambiaría, que únicamente era cuestión de segundos. Pero pasaron los minutos y nada ocurrió, por lo que ambos se miraron, sonrientes, y se abrazaron con fuerza. No desaprovecharían aquella oportunidad, durara el tiempo que durase. Cogidos de la mano se alejaron del agua, y al echar la vista atrás, a ella le pareció distinguir algo en el agua, pero estaba tan oscuro que no pudo asegurarse. Aun así, sonrió y murmuró un gracias con sus labios.
Y juntos, volvieron a la aldea a celebrar la llegada de un nuevo año, dispuestos a disfrutar de cada segundo extra que pasaran juntos.
A lo lejos, el padre de Ayla, aquel que ella había creído ver y en efecto, allí se encontraba, se dio la vuelta y se sumergió para volver a su hogar, mientras un pensamiento dejaba paso a una débil sonrisa: Disfruta de tu nueva vida, hija mía.
Y es que a veces, los deseos que se piden con los primeros segundos del nuevo año, y bajo el sonido de las campanadas, pueden hacerse realidad.
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