Revista Cultura y Ocio

Joan Perucho y Mayáns: la Ilustración y lo fantástico

Publicado el 14 diciembre 2012 por Franciscogarciajurado
Joan Perucho y Mayáns: la Ilustración y lo fantástico
Hasta hace muy pocos años, la historiografía ha maltratado a la Ilustración española. Todavía puede percibirse un poso de displicencia cuando se habla de este período de la historia de España, tachado de adjetivos como "erudito", o "falto de vida", si se compara, sobre todo, con los dos siglos anteriores. Frente a esta tradicional interpretación, las historiografía más reciente, de la mano de estudiosos como Aguilar Piñal o Antonio Mestre, nos ha ido descubriendo un mundo complejo, diverso en ideas y conflictivo que si bien mira por un lado a la cultura francesa, también, por otro, tiene unas sólidas raíces en la cultura española del siglo XVI. Mundo de reformas, de anhelos por lo general incumplidos, donde palabras como "jansenismo", o "regalismo" se hacen en poco tiempo familiares para cualquiera que se adentre en los vericuetos de este peculiar y crucial período de la cultura española. Por lo demás, que sea exclusivamente la razón la "diosa" que preside este Siglo de las luces sería asunto cuanto menos matizable. FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE 
Autores del momento, como el Marqués de Sade, o de nuestro siglo, como Michel Foucault, se han encargado de hacernos ver la otra cara de esta razón ilustrada. De esta forma, el siglo XVIII es un objeto de estudio ideal para romper tópicos adquiridos y sorprender al desprevenido lector interesado por la época con aproximaciones novedosas e inquietantes.
En relación con lo que decimos, dentro del ámbito de la creación literaria, en concreto de la literatura fantástica, el escritor catalán Joan Perucho, bibliófilo y amante de las letras dieciochescas, tuvo la original idea de crear un bestiario de monstruos fantásticos remitibles nada menos que al Siglo de las Luces, cuando lo esperable es que tales monstruos aparecieran en épocas más irracionales u oscuras, como es el caso de la Edad Media. Pero fue su deseo que los monstruos aparecieran en los gabinetes ilustrados, y no sabemos si pensando en la leyenda del conocido grabado de Goya, que tales monstruos nacieran precisamente del sueño de la razón. La primera parte de este bestiario fantástico constituyó el asunto de su discurso de ingreso a la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, el año 1976. Como era esperable, uno de esos monstruos, concretamente el llamado "La Pesanta", que es "un animal de fino pelaje, del tamaño de un perro, que tenía la virtud de provocar sueños escalofriantes", se introdujo en la casa del ilustrado don Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781):
"Este sueño, que fue insoportable para el patriarca de Cervera (sc. José Finestres), se repitió muchas noches y lo debilitó físicamente. Esto fue notorio para todos, hasta que un día la Pesanta, no pudiendo soportar las costumbres eclesiásticas de Finestres, se metió dentro de una cajita de madera que éste enviaba a su gran amigo Mayans Siscar en Valencia, llena de chocolate de la «pedra» y de libros de crítica histórica, con la intención de cambiar de aire y, si podía, visitar la ciudad del Turia. El viaje fue largo, porque el que conducía el carro se paraba a cada paso bajo cualquier pretexto o excusa, y la Pesanta se preguntaba si llegaría alguna vez, y por fin, al término del viaje. Éste terminó, efectivamente, y fue el día que, en su pueblo de Oliva, Mayans Siscar recibió, mientras escribía unas cartas, la cajita con el chocolate y los libros. Poco sospechaba el gran erudito que también recibía la Pesanta, y que ello llegaría a ser el tormento de su alma; en consecuencia, continuó escribiendo a su amigo Juan Cristóbal Strodtmann, rector del Gimnasio de Osnabrück, dándole las gracias por haber sido admitido en la Academia Latina de Jena y copiándole su poesía Chocolata, sive, in laudem Potionis Indicae quam appellant Chocolate, Elegia. También le contaba la opinión displicente del gran Gerar Meerman sobre el padre Feijóo, de quien decía que «aunque no puede negarse el mérito a la obra (Theatro crítico), es de poca utilidad para los conocedores de la lengua francesa o inglesa, en las cuales hay escritores mucho mejores en este género».
Aquella misma noche, la Pesanta se instaló sobre el pecho generoso de Gregorio Mayans Siscar, que inmediatamente empezó unos sueños inquietantes, ya que soñó que le habían robado la Oración que exhorta a seguir la verdadera idea de la elocuencia española, así como el famoso Epistolarum libri sex. Pero aun así, totalmente dormido, se levantó angustiado y sudoroso y, al incorporarse, la Pesanta se deslizó con todo su peso y cayó sobre uno de los pies, produciéndole una gran tumefacción, que curó gracias a la intervención del médico catalán Antonio Diophanis Capdevila (personaje recientemente estudiado por el padre Batllori).
Diophanis Capdevila expulsó a la Pesanta con fuego de virutas y la famosa agua de flor de «carqueixa», descubierta por el padre Martín Sarmiento. Estos hechos fueron cuidadosamente ocultos por los biógrafos del «Generosi Valentini», y así Strodtmann, en Geschichte des edlen Herrn Gregorius von Mayans und Siscar, disimula las causas de la enfermedad del erudito (ocultando la existencia real de la Pesanta), diciendo que, «habiéndole arrancado un callo en malas condiciones, sufrió una inflamación con agudos dolores y tuvo que guardar cama, con fiebre, durante tres meses». Pero consta que se restableció satisfactoriamente el 5 de mayo de 1754." (Joan Perucho, Bestiario Fantástico, en Fabulaciones. Edición de Carlos Pujol, Madrid, Alianza Editorial, 1996, 473-474, publicado primero en catalán en La zoologia fantàstica a Catalunya en la cultura de la Il.lustració. Discurs d'ingrés llegit el dia 14 de març de 1976 a la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona per... i discurs de contestació per l'acadèmic de número Guillem Díaz-Plaja, Barcelona, Real Academia de Buenas Letras, 1976, 36-37).
En verdad, fueron otros monstruos los que hicieron a Gregorio Mayans la vida imposible dentro del complejo y conflictivo mundo de la erudición ilustrada. Debemos hacer una observación que aunque discutible y matizable resulta muy útil para poder entender mejor el papel de Mayans en la Ilustración española: Mayans no encaja exactamente en el prototipo de ilustrado que encarnan las figuras del padre Feijoo, o Jovellanos, ya que, si bien se trata de un hombre abierto a las nuevas corrientes francesas y, además, mantiene un intenso contacto con algunos de los focos intelectuales y académicos más importantes de Europa, presenta, por otra parte, un profundo poso tanto de pensamiento español del siglo XVI, así como de pensamiento clásico que le confieren una dimensión bien distinta de lo que entendemos como "afrancesado". De esta forma, frente al ensayismo tan del gusto francés de Feijoo, Mayans sigue cultivando géneros como la oratoria y, frente a la pasión de aquél por la lengua francesa, Mayans sigue escribiendo en latín, todavía lengua internacional de comunicación entre muchos eruditos. Pero todo es mucho más complejo como para trazar una simple polaridad entre Mayans y Feijoo. Mayans era acérrimo enemigo de los jesuitas, con quien, por cierto, estudió. En esto tiene mucho en común con las corrientes reformistas de la Iglesia en la España del XVIII, en la que ilustrados y "jansenistas" encontraron causas comunes. Los compañeros universitarios de Valencia resultaron ser también sus enemigos, y luego, en la Corte, acabó sufriendo la oposición de compañeros de trabajo de la Biblioteca Real, como Juan de Iriarte. Demasiados enemigos en esta España convulsa, aunque siempre quedaba el consuelo de los amigos europeos. Ya lejos de aquellas polémicas, Mayans se nos presenta como una figura gigantesca intelectualmente hablando. La Filología, la Crítica Literaria, la Historia de la Lengua Española, la Jurisprudencia, la Historia, la Oratoria, y otras tantas disciplinas encontraron en Mayans no sólo un digno cultivador, sino, incluso a veces, un fundador. Editor de Fray Luis, de Vives, de Sánchez de Las Brozas, o del Diálogo de la lengua (entonces titulado "de las lenguas") de Juan de Valdés, entre otros, supuso para la cultura española un hito difícil de igualar. FRANCISCO GARCÍA JURADO

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