JOAQUÍN GALDÓS SIEMBRA ESPERANZA (Crónica 1ª de abono de MÁLAGA)
Plaza de Toros de Málaga
Domingo 17 de agosto 2014 / 1ª de abono / Tres cuartos de plaza
Se lidiaron 6 novillos de Fuente Rey, bien presentados y de juego desigual. Buenos 1º y 6º, mansos pero manejables 2º, 4º y 5º, complicado el 3º.
FERNANDO REY: dos pinchazos y estocada casi entera perpendicular (Saludos tras aviso) – Dos pinchazos y estocada contraria (Silencio tras dos avisos)
GINÉS MARÍN: estocada caída y cinco descabellos (Saludos desde el tercio) – Pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (Saludos tras aviso)
JOAQUÍN GALDÓS: (Debut con picadores) estocada desprendida y delantera (Vuelta por su cuenta) – Estocada (1 oreja)
JOAQUÍN GALDÓS SIEMBRA ESPERANZA
Por José Daniel Rojo
Se inauguraba el abono malacitano –tras los dos certámenes novilleriles celebrados- con un novillada con los castoreño que, sobre el papel, reunía alicientes más que interesantes para el aficionado. Sobre el malagueño Fernando Rey hay muchas ilusiones depositadas para que pueda decir algo en la profesión; Ginés Marín, al margen de estar en el cartel por el paisanaje torero-empresario, ilusiona también como suelen hacerlo un alto porcentaje de los novilleros salidos de escuelas extremeñas; y Joaquín Galdós se ganó el pasado año a pulso este puesto tras alzarse como vencedor del Certamen Internacional organizado por la Escuela Taurina de Málaga.
Sin embargo, el toro, el olvidado para muchos en esta tauromaquia postmoderna , saltó al ruedo y todo parecía condenado al aburrimiento. Fuente Rey, ganadería propiedad de Fermín Bohórquez y con procedencia Domecq vino a demostrar que posiblemente la torifactoría Domecq haya sido el mal endémico de esta tauromaquia contemporánea. Irreprochable presentación de los utreros que sin embargo mansearon descaradamente hasta decir basta, a excepción del primero de la tarde, que sacó fondo y fue aplaudido en el arrastre a pesar de que de Fernando Rey no terminara de tocarle las teclas acertadas. El sexto también se dejó y propició los momentos más destacados de la tarde a cargo del debutante Joaquín Galdós. El peruano afincado en Málaga y aleccionado en la Escuela Taurina de la ciudad demostró una vez más que posee serias cualidades para seguir progresando en la profesión. Saber estar en la plaza, temple exquisito y una inteligencia necesaria para poder estar ante las disminuidas fieras. Comenzó la faena de muleta al sexto de la tarde en el centro de la plaza con una serie de toreo en redondo con ambas rodillas en tierra, para posteriormente ir construyendo una faena en la que hubo muletazos notorios, con profundidad y clase. Por la izquierda se quedaba más corto el oponente y aun así fue capaz de sacar algún natural destacable. El primero de su lote, tercero de la tarde, un sardo de preciosa lámina y el de menos cara de todo el encierro, no se lo puso fácil a Galdós. Animal complicado, rajado y huyendo de la pelea siempre. Éste lo brindó a su profesor Fernando Cámara, haciéndole salir al ruedo sin haber nadie desde el callejón que le indicara que eso no está permitido. Dio una vuelta al ruedo tras petición de oreja por parte de su familia.Ginés Marín sustenta su tauromaquia en el valor, uno de los pilares fundamentales para poder seguir caminando en la difícil profesión. Sin embargo no es el único. Antes de ponerse en el terreno del toro, de colocar la femoral a escasos centímetros de los pitones, incluso que te llegue a rozar, hay que torear. Y para torear hay que dominar. Posiblemente el dominio es lo que le faltó al extremeño en el quinto de la tarde. Al no poder dominar una embestida incómoda del novillo que iba con la cara suelta, decidió meterse entre los pitones para intentar transmitir al público. Alargó innecesariamente sus dos faenas para mostrar voluntad para unos y aburrimiento para otros.
Fernando Rey pechó con un buen novillo, el primero de la tarde, y que no todos vieron. Hasta el propio torero tardó en darse cuenta de la noble condición de su oponente y tal vez por ello construyó una faena de menos a más. El animal sacó fondo y el torremolinense fue confiándose cada vez más con pasajes donde hubo algún natural de categoría. Cuando se percató el novillero, ya era demasiado tarde. Algunos buenos aficionados se dieron cuenta de las condiciones del animal y lo aplaudieron en el arrastre. En el cuarto mostró voluntad, con firmeza, buscando las cercanías también y con algún desplante tirando los trastos al suelo que no resultaron bellos. Volvió a alargar la faena, llegándole a dar un aviso sin entrar a matar aún. Tras fallar reiteradamente con los aceros, vio silenciada su labor.