Revista Libros
Joaquín Márquez.
Pira de Incienso.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.
Yo lo he visto pasar –Moguer al fondo-
las noches en que el cielo está más hondo,
de su májico verso caballero.
Así termina Nocturno de Moguer, una emocionada evocación de Juan Ramón Jiménez que forma parte de Pira de Incienso, el libro con el que Joaquín Márquez ha obtenido el XV Premio de Poesía Eladio Cabañero que acaba de publicar Versos de Cordelia.
Es uno de los veinticinco poemas con los que el poeta tiende puentes de doble dirección que comunican vida y literatura, mediante la palabra, la verdad y la emoción que siempre están al fondo de la auténtica poesía.
Porque aunque en Pira de Incienso no faltan ni la ironía –el arte es un curioso sucedáneo- del espléndido Retrato de familia ni el sarcasmo del Soliloquio del ángel caído -sus descendientes me darán legiones-, en sus textos predominan el afecto, el homenaje y la emoción proyectados en escritores, artistas o pintores, en los que la cultura se hace vida y la vida se hace cultura para expresar el sentimiento del tiempo del tiempo destructor en la intensidad de sus versos, la piedad del Último retrato de Almotamid, el rey sevillano, más triste que Boabdil-, un soliloquio sin centro de Van Gogh o una conclusión desengañada de Paracelso –sé bien/ que el oro es el plomo/ de los muertos.
Bajo la mirada deslumbrada por el fulgor de la luz, la garganta y el corazón del sur de Joaquín Márquez reúnen en este libro no solo ese mundo cultural hecho vida, sino al descubridor de la antimateria y al ciclista Luis Ocaña (el mérito está en llegar el último), a Ernesto Guevara, insobornable en su gesto y en su dignidad y la evocación en silvas gongorinas de un espontáneo que torea de salón las armas represivas del franquismo bajo el sol de injusticia de una tarde de huelga.
Reunidos por la voz madura y serena de Joaquín Márquez, en una convivencia natural que les da la unidad de tono del libro y la variedad de metros que se ajustan a los ritmos interiores de la emoción, el recuerdo y la experiencia, los textos de Pira de Incienso -algunos de ellos memorables en la fusión de intensidad y precisión verbal- escriben la única historia que de verdad interesa al lector y al escritor: la historia personal de la cultura.
Santos Domínguez