- Imagen: Mera Mera.
A ritmo de vals y con aire ranchero, Joaquín Sabina y Rocío Dúrcal nos cuentan, a modo de guión cinematográfico, una historia de amor de verano con final desastroso. Perteneciente a un disco con nombre de asignatura que en esa época me amargaba la existencia: Física y Química, todos permanecíamos con el corazón en vilo al escuchar esa historia “en un pueblo con mar una noche después de un concierto…”. Esas historias breves en el tiempo, pero que nunca olvidamos y que no se vuelven a repetir.
Yo creo que todos cantamos alguna vez lo de “y nos dieron las 10 y las 11…”. Luego decían que a los jóvenes no nos gustaba la literatura… ¡¡¡ aquello era literatura en estado puro !!!.
¡¡ Que lo disfrutéis !!.
Fue en un pueblo con mar, una noche, después de un concierto.
Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto.
Cántame una canción al oído y te pongo un cubata.
Con una condición, que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata.
Loco por conocer los secretos de mi dormitorio.
Esa noche cante, al piano del amanecer todo mi repertorio.
Los clientes del bar, uno a uno, se fueron marchando.
Tú saliste a cerrar, yo me dije: “Cuidado chaval, te estás enamorando”.
Luego todo pasó, de repente, mi dedo en tu espalda.
Dibujó un corazón y mi mano le correspondió debajo de tu falda.
Caminito al hostal nos besamos… en cada farola.
Era un pueblo con mar, yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola.
Y nos dieron 10, y las 11, las 12 y la 1 y las 2 y las 3 y desnudos al anochecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós, ojalá que volvamos a vernos.
El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno.
Y a tu pueblo, el azar, otra vez, el verano siguiente.
Me llevó y al final del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente.
Y no hallé quien de ti me dijera ni media palabra.
Parecía como si, me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar, me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano.
Tu memoria vengué a pedradas contra los cristales.
Sé que no lo soñé, protestaba mientras me esposaban los municipales.
En mi declaración alegué que llevaba tres copas.
Y empecé esta canción en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa.
Y nos dieron 10, y las 11, las 12 y la 1 y las 2 y las 3 y desnudos al anochecer nos encontró la luna.
Y nos dieron 10, y las 11, las 12 y la 1 y las 2 y las 3 y desnudos al anochecer nos encontró la luna.
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